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«El hierro empezó a cambiar la vida de la gente en lo que hoy llamamos Euskadi hace unos 2.500 años, mucho antes de lo que pensábamos», afirma Javier Franco, responsable del equipo arqueológico del Museo de la Minería del País Vasco. Es ... el autor de una investigación que adelanta entre 500 y 700 años el nacimiento en el territorio de la paleosiderurgia, cuyo primer taller sería la ferrería del monte de Intxaurreta, bajo el castro guipuzcoano de Basagain (Anoeta). «El carbono 14 sitúa esta 'haizeola' entre el 400 y 200 antes de Cristo (aC), cuando la más antigua era hasta ahora la del embalse de Oiola, en Trapagaran, datada a finales del siglo III. Es también la más antigua del Cantábrico».
Un horno de este tipo consistía en un agujero en el suelo rodeado por una pared cónica de arenisca, revestida interiormente de arcilla y con una tobera para la entrada del aire. Se llenaba con capas alternas de mineral y carbón vegetal, y el carbón hacía que el metal se separara de la ganga. Las ferrerías de monte o 'haizeolak' son yacimientos humildes. «No hay piezas que llamen la atención». Solo han llegado hasta nosotros la escoria, el carbón vegetal, y las piedras y arcilla con las que se construyeron.
Franco lleva quince años investigando el trabajo del hierro en Euskadi hasta la aparición de las fundiciones hidráulicas a finales del siglo XIII. Lidera un equipo multidisciplinar que ha identificado más de 300 ferrerías de monte: 170 en Bizkaia, 150 en Gipuzkoa y 25 en Álava. «Nuestro inventario quintuplica el censo de las conocidas antes», destaca el miembro del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco . Además, su grupo ha desarrollado una nueva metodología de localización y prospección de esos yacimientos, ha identificado un modelo de horno único y ha obligado a reescribir un capítulo de la historia vasca.
«Las ferrerías de monte funcionaron en el País Vasco desde el siglo V aC hasta el siglo XIII, aunque coexistirán con las hidráulicas hasta el XV», desvela Franco. Durante más de dos milenios, no varió la tecnología y se empleó un horno diferente a los de otras regiones. «Hemos descubierto uno distinto a todos los demás conocidos en Europa. Nuestro modelo no coincide con ningún otro. Tiene forma de vaso abierto y se carga y descarga desde arriba; no desde abajo, como el resto». Es «igual a los de las ferrerías hidráulicas posteriores. Es su precedente directo».
Franco ha hecho en 'La Reja de San Millán', un documento de 1025, un hallazgo que obliga a reescribir parte de la historia de las relaciones comerciales entre alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos en la época. «El monasterio de San Millán de la Cogolla cobraba a Álava sus rentas en hierro y a Bizkaia y Gipuzkoa en ganado. Por eso se creía que Álava era entonces la gran productora de hierro, pero la arqueología demuestra lo contrario. Álava importaba el hierro de Bizkaia y Gipuzkoa, que eran los altos hornos de la época, y lo transformaba en productos, mientras que exportaba a esos dos territorios cerámica», explica el historiador, que ha recogido los resultados de esta investigación en su tesis doctoral.
La metodología para la localización y excavación de ferrerías de monte del equipo del Museo de la Minería del País Vasco es ya un modelo y se está trasladando a otras regiones españolas. «En estos momentos, Euskadi tiene el mejor catálogo de este tipo de yacimientos de España y uno de los más completos de Europa», asegura el arqueólogo.
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