Una escena habitual en Bilbao. Yvonne Iturgaiz

Por qué Euskadi no logra erradicar la pobreza

Es la comunidad autónoma con menos población excluida, pero la precariedad laboral, la carestía de la vivienda y la falta de ayudas activas impulsan la desigualdad

Domingo, 3 de marzo 2024, 00:29

Euskadi puede sacar pecho: es la comunidad autónoma con menor tasa de pobreza y exclusión social (Arope) de España: un 15,5%, once puntos menos que la media nacional del 26,5%. Pero eso no quiere decir que el País Vasco pueda despreocuparse: la carencia material y social severa crece y afecta ya al 5,6% de sus residentes, un 10,2% está en riesgo de pobreza, y la desigualdad continúa aumentando. «La situación se ha estancado. Aunque haya crecimiento económico, no impacta en las clases más desfavorecidas y no sirve para erradicar una pobreza que se cronifica», analiza Ana Sofi Telletxea, responsable de Análisis y Desarrollo de Cáritas. «En comparación con España, el País Vasco destaca; pero si se compara con Europa está solo en la media», añade Diego Santamaría, especialista en pobreza y desigualdad de Save The Children.

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Según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística, publicada esta semana, un 20,6% de los vascos no tiene capacidad para hacer frente a un pago imprevisto de 800 euros, la mitad se ve obligada a retrasar pagos relacionados con la vivienda o con sus compras, un 19,4% no puede permitirse una semana de vacaciones fuera de casa al año, y un 6,3% llega con mucha dificultad a fin de mes.

Qué significa ser pobre

La elección de estas situaciones concretas para calcular la tasa Arope demuestran la dificultad que existe a la hora de determinar qué es la pobreza. «Es como definir la justicia o la felicidad», señala Jesús Prieto, antropólogo y profesor colaborador de la Universidad de Deusto. Sin duda, su significado no es el mismo en Euskadi que en Bangladés. Y mucho menos si lo definimos en términos de ingresos. Por ejemplo, el Banco Mundial establece el umbral internacional en 2,15 dólares. Eso equivale a unos ingresos de 60 euros al mes, apenas el 10% de la cuantía base de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) de Euskadi.

15,5% es la tasa Arope vasca

el indicador del porcentaje de personas que están en riesgo de pobreza y exclusión. La media nacional es del 26,5%.

«Para establecer un listón son clave el entorno y el momento histórico. Lo que en un lugar pueden ser condiciones de pobreza, en otro puede ser un reflejo de riqueza. Por eso, en Europa hablamos más de exclusión social, y consideramos pobre a quien no disfruta de las condiciones que la sociedad determina como normales», analiza Imanol Zubero, profesor de Sociología de la UPV. «En general, pobreza es no tener cubiertas las necesidades básicas. La complejidad reside en que esas cambian y pueden ser subjetivas. Hoy, por ejemplo, estar conectado a Internet o tener un móvil lo son», añade Prieto.

Un albergue para personas sin hogar en San Sebastián. E. C.

«Hay pobreza absoluta y pobreza relativa», desarrolla la matemática Oihana Aristondo, profesora de la UPV y especialista en índices de pobreza. «La primera establece un umbral de mínimos para la supervivencia», como hace el Banco Mundial para el conjunto de la humanidad, «mientras que la segunda se calcula tomando como referencia la renta mediana de los hogares en un lugar concreto».

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42.760€ son los ingresos medios por hogar en Euskadi

Son 8.000 euros más que la media nacional, pero el dato esconde una desigualdad creciente.

En ese último modelo, que es mucho más representativo, quienes ingresan menos del 60% de esa variable son oficialmente pobres, mientras que los que no llegan al 40% se encuentran técnicamente en pobreza extrema. «Eso explica, por ejemplo, que un hogar en Euskadi con dos adultos y dos menores se considere pobre si ingresa menos de 29.300 euros al año, mientras que en Andalucía lo es por debajo de 22.000», añade Santamaría.

Más trabajadores pobres

Uno de los principales cambios que los expertos detectan desde la crisis de 2008 para explicar el auge de la pobreza está relacionado con la precarización del mercado laboral. «Tradicionalmente, se ha creído que tener trabajo es suficiente para llevar una vida digna. Pero ya no es así. Cada vez hay más trabajadores pobres, y eso se debe solucionar porque provoca bolsas de rencor», apunta Jon Bernat Zubiri, profesor de Economía Aplicada en la UPV, subrayando que en Euskadi un 15% de la población no trabaja o no lo hace tanto como le gustaría. La intensidad del trabajo cae.

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Crece el número de personas que tiene trabajo y necesita ayuda para alimentarse. I. Pérez

«Hay además un problema estructural relacionado con el sistema capitalista actual, en el que la dignidad de la población no es un objetivo principal. La pobreza no es fruto de que la sociedad funcione mal, sino producto del diseño y de la dinámica del sistema que la gobierna», señala Zubero. «Nunca hemos sido tan ricos, pero continuamos excluyendo a parte de la población. La economía deja a mucha gente atrás», dispara, recordando una célebre cita del magnate Warren Buffett: «La lucha de clases existe y la estamos ganando los ricos». En Euskadi sube el porcentaje de quienes llegan 'con mucha dificultad' (6,3%) a final de mes, pero también el de quienes lo hacen 'con mucha facilidad' (7%). La clase media adelgaza.

El lastre de la vivienda

La desigualdad aparece como otro elemento clave en esta coyuntura. «Nos hemos acostumbrado a ella, pero cuanto más desigual es una sociedad, más pobreza alberga. Y también más delincuencia, problemas de salud mental, etcétera. No sería de extrañar que empecemos a sufrir lo que se conoce en Estados Unidos como 'muertes por desesperación', suicidios que afectan sobre todo a la clase obrera blanca», señala Zubero.

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Por su parte, Zubiri argumenta que, en gran medida, la brecha entre quienes menos y más tienen se ensancha debido al costo de la vivienda: «De hecho, muchos jóvenes pasarían a engrosar las estadísticas de pobreza si no fuese porque viven con sus padres y los datos se dan por hogares. El desorbitado precio de la vivienda en Euskadi está detrás de una importante parte de la pobreza». Y Telletxea concuerda: «Es más, miles de personas que no son pobres antes de pagar la vivienda, lo son después de abonar el alquiler o la hipoteca».

El aumento del precio de la vivienda también aboca a la pobreza. Jesús Andrade

No obstante, el economista puntualiza que no todo el territorio vasco sufre los mismos problemas, ni en la misma medida, y señala a Bizkaia como el territorio que más lastra los datos, sobre todo por el mal desempeño en intensidad laboral. «Su declive industrial, sobre todo en el entorno de Bilbao, está detrás de las principales bolsas de pobreza y exclusión social. Los cierres de empresas han provocado un paro estructural que, sumado a los recortes en políticas sociales, las restricciones en el acceso a ayudas, y la tendencia a la privatización de servicios públicos que se degradan, dificultan la redistribución de la riqueza», sentencia Zubiri.

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A vueltas con la 'paguita'

«Algo no estamos haciendo bien cuando Cáritas afirma que tiene cada vez más dificultad para dar cobertura a la población vasca», concuerda Prieto, cuya principal crítica se centra en la autocomplacencia. «Hemos logrado uno de los mayores niveles de vida de España, pero nos creemos los reyes del mambo y nos hemos acomodado demasiado. Ahora corremos el peligro de caer en la decadencia. Por eso, el primer paso es hacer un diagnóstico adecuado y evitar aplicar las mismas soluciones que hace 30 años», apostilla el antropólogo.

25% de la población pobre

no accede a la RGIporque no cumple los requisitos administrativos o por asuntos burocráticos, según Cáritas.

Precisamente, fue durante la reconversión industrial cuando el País Vasco puso en marcha el embrión de la actual Renta de Garantía de Ingresos (RGI), uno de los pilares de las políticas sociales de Euskadi y, sin embargo, al que muchos se refieren de forma despectiva como 'la paguita'. «Hay mucho desconocimiento en torno a esta ayuda que evita la pobreza absoluta pero no la relativa. En primer lugar, los principales perceptores son pensionistas, porque hay una gran bolsa de pobreza en la tercera edad; en segundo lugar, en torno al 50% de quienes podrían acceder a ella no la solicitan, en muchos casos por desconocimiento y burocracia; y, por último, el fraude es mínimo», enumera Zubiri.

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La baja intensidad laboral es un mal relevante en Euskadi. Blanca Saenz del Castillo

En cualquier caso, no faltan quienes sostienen que estas ayudas pasivas desincentivan la búsqueda de empleo. «No están siendo efectivas. Hacen falta más ayudas activas para fomentar la independencia de la población, para que aprenda a gestionar su vida, su trabajo, su familia», comenta Prieto, reconociendo, eso sí, que medidas como la RGI han tenido «un impacto importante en la paz social» del País Vasco. A su vez, demanda una mayor implicación del mundo empresarial, «siguiendo modelos como el de la FP dual».

«Las reformas de la RGI van en la dirección adecuada, con la adopción de complementos a los salarios más bajos, pero se ha creado una laguna de pobreza en la clase media-baja. En familias cuya renta no es tan reducida como para acceder a ella y que tampoco pueden beneficiarse de incentivos fiscales relevantes en el IRPF», destaca Santamaría, que propone la integración de las ayudas en el impuesto de la renta. «Sería interesante que la cuota imponible pudiera resultar negativa, para ofrecer ayudas más personalizadas», explica, señalando que también hacen falta más ayudas a la crianza de los hijos.

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El impacto de la inmigración

Otra de las grandes transformaciones que ha vivido el paisanaje vasco en las últimas dos décadas ha llegado de mano de la inmigración, cuya tasa de exclusión en España (entre los ciudadanos que no son de la UE) duplica la de los nacionales. «Hasta la crisis financiera recibimos una emigración cuya tasa de inserción laboral superaba en veinte puntos a la de la población local. Pero, ahora, ha pasado a sufrir una tasa de paro 20 puntos superior. Se ha creado una bolsa de pobreza migrante porque se restringen sus derechos y capacidad de trabajar», argumenta Zubiri, preocupado porque esa pobreza llegue a una segunda generación de inmigrantes y provoque problemas sociales como los que sufre Francia.

La economía no es capaz de absorber la llegada masiva de inmigrantes. EFE

«Hemos imaginado una sociedad multicultural al estilo de Disney, muy folclórica. Y ahora nos damos cuenta de que no es así. Euskadi tiene un tejido industrial que requiere una inmigración cualificada, que no es la que está llegando. Sectores como la hostelería o la construcción no pueden absorber a todos los migrantes», analiza Prieto, para el que dar respuesta a todos estos resulta clave en la consecución de un futuro exitoso. «No podemos dormirnos en los laureles», concluye.

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En busca de una solución

Hecho el diagnóstico sobre las causas de la pobreza en Euskadi, falta encontrar una solución. El sociólogo Imanol Zubero tiene claro que pasa por fortalecer la red de seguridad pública, y hace una propuesta clara: «Invitaría a experimentar con la renta básica universal». O sea, proporcionar un ingreso por el mero hecho de residir en Euskadi. «Se hizo una simulación para Gipuzkoa y los números salían», recuerda, señalando que «se están agotando las viejas respuestas al problema» y que pronto habrá que lidiar con el creciente impacto de tecnologías como la inteligencia artificial o la automatización.

El economista Jon Bernat Zubiri demanda también la universalización de la RGI y ahondar en las medidas que el gobierno central ha puesto en marcha para poner coto a los precios. «Limitar los alquileres en las tres capitales vascas permitirá ver, al cabo de un tiempo, la contención que se busca. Hay que añadir, como en Francia, una cesta de productos alimentarios básicos con precios fijados, e intervenir los de la energía y el transporte», afirma.

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