k. Dominguez y J. García
Sábado, 20 de junio 2020, 01:22
Euskadi descubrió ayer la 'nueva normalidad'. Era una fecha marcada en rojo después de tres meses de excepcionalidad y de encarnizada lucha contra el coronavirus. Y la jornada se saldó, precisamente así, con normalidad. Es cierto que se abrió la frontera entre Bizkaia y Cantabria ... y que en algunos municipios -los menos- los niños volvieron a disfrutar de parques infantiles y columpios. Pero no hubo un desembarco masivo de veraneantes en Castro, Laredo o Noja como cabía esperar. Decayó el estado de alarma y entró en vigor el decreto del Gobierno vasco con las medidas sanitarias que estarán vigentes los próximos meses. Las mascarillas continuaron omnipresentes en la calle. La actividad hostelera siguió creciendo poco a poco mientras la hotelera continuó bajo mínimos y la de las discotecas, que anoche ya podían abrir, fue inexistente. No se percibió una transición entre la vieja y la nueva etapa. Porque no la hubo. Sólo normalidad.
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El biorritmo de la sociedad se mantiene retraído. Aún hay miedo al coronavirus. «Todavía está entre nosotros», recordó ayer el lehendakari. «Debemos preservar todo lo que hemos conseguido con tanto esfuerzo», añadió. Iñigo Urkullu y el presidente de Cantabria se reunieron a las nueve de la mañana en Kobaron para escenificar la reapertura de la muga. Fue el único acto institucional que recordó el fin de la fase 3 de la desescalada en ambas comunidades. Pero el tono no fue de celebración. Fue más bien de constatación. De que entramos en una nueva etapa pero de que sigue siendo necesario el compromiso de todos los ciudadanos para evitar contagios. «Seamos todos responsables», reclamó Revilla, consciente de lo mucho que se juega Cantabria las próximas semanas. Euskadi sufre una situación sanitaria más complicada -el goteo de contagios no es motivo de alarma, pero sigue siendo continuo, ayer otros 14 y un nuevo fallecimiento- y un posible foco en una de las localidades de veraneo podría significar el fin a su campaña estival.
Los llamamientos a la responsabilidad continuaron durante todo el día. La consejera de Salud, Nekane Murga, remarcó que es «imprescindible» que la ciudadanía haga una vida «lo más próxima a la normalidad», pero manteniendo siempre las medidas de precaución y las distancias, y evitando un número elevado de contacto. Y se refirió expresamente a los veraneantes en la comunidad vecina. «Realmente hoy (por ayer) no es necesario que todo el mundo que quiere ir a Cantabria, vaya. Ni es necesario que todas las personas que vean sol este domingo, vayan a la playa», dejó caer Murga, quien reforzó su mensaje señalando a Alemania y China, y a los rebrotes que sufren ambos países.
Hasta el alcalde de Noja, Miguel Ángel Ruiz Lavín, se sumó a las peticiones de «responsabilidad, prudencia, respeto y solidaridad» y recordó que no utilizar la mascarilla en las situaciones que la requieren puede suponer una multa de 100 euros. Su localidad multiplicará en verano su población habitual por 27, lo que implicará más aglomeraciones y momentos de riesgo de contagio. Como en el resto de Cantabria, sus bares, restaurantes, cafeterías y comercios y otros establecimientos deberán limitar su aforo al 75% de su capacidad.
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medidas de seguridad
Esas continuas apelaciones a la responsabilidad individual y las advertencias del peligro que aún supone el coronavirus pudieron estar detrás de la decisión de muchos vizcaínos de esperar aún unos días para visitar su segunda residencia en Cantabria. Los responsables de mantenimiento de un buen número de urbanizaciones habían recibido la llamada de propietarios para que limpiaran sus pisos o prepararan la calefacción. Y los comercios y hosteleros habían preparado sus almacenes para atender a la avalancha de veraneantes. Pero finalmente las expectativas no se cumplieron.
Durante toda la jornada el tráfico entre ambas comunidades por la A-8 y la N-634 fue fluido. La DGT y la Ertzaintza habían desplegado un dispositivo especial para evitar problemas, que en la parte cántabra incluía 20 patrullas de la Guardia Civil, así como un dron y un helicóptero Pegasus, equipado con un radar para controlar la velocidad.
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Sólo se registraron pequeñas retenciones más allá de Laredo (en el límite con Colindres) por la ejecución de unas obras en la autovía y, ya por la tarde, por un accidente de tráfico a la altura del Puente de Ontón. Por lo demás, la A-8 ofreció una imagen de normalidad, con niveles de tráfico similares a un día laborable antes de la pandemia.
La impresión general era que la de ayer iba a haber sido una jornada complicada de caravanas, por lo que muchos veraneantes optaron por cambiar sus planes. Algunos retrasaron su viaje a la próxima semana y otros decidieron adelantarlo. Las cámaras de del centro de gestión de Tráfico de Euskadi registraron un «inusual» aumento de vehículos en la autopista «entre las doce de la noche y las dos de la madrugada», justo el momento en el que se abrió la muga. Fue el caso de Jorge Laín, residente en Barakaldo. Cogió su moto y pocos minutos después de la medianoche estaba atravesaba la frontera en dirección a Secadura. «Estaba inquieto por saber cómo estaba la casa que allí tenemos y que no pisábamos desde casi Navidad», reconocía ya por la tarde. «Ventilé y miré que todo estuviera correcto. Para las tres de la mañana estaba de vuelta en la cama, en Barakaldo».
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vigilancia
En Laredo y Noja sí se apreció al mediodía «más movimiento» que en jornadas anteriores. En el centro ya no era tan fácil aparcar como durante el estado de alarma y en algunas zonas volvieron las dobles filas. Para hoy se espera más afluencia de visitantes, animados por el fin de semana y el buen tiempo.
Además del libre tránsito con Cantabria, la otra gran novedad que la nueva normalidad trajo a Euskadi fue la posibilidad de reabrir los parques infantiles -con el límite de un menor por cada cuatro metros cuadrados y con especial cuidado para su limpieza-. Sin embargo, pocos consistorios dieron el paso. Ni Bilbao, ni Barakaldo, por ejemplo, lo hicieron, a la espera de concretar las medidas a aplicar y proceder a desinfectar los columpios.
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20 patrullas había desplegado ayer la Guardia Civil de Tráfico en el entorno de la A-8
75 % es el aforo máximo al que puden abrir los locales hosteleros y comercios en Cantabria
Hay «miedo y preocupación» en buena parte de los ciudadanos cántabros por la apertura de la frontera con Euskadi. Su comunidad encadenó ayer un mes sin fallecimientos por coronavirus y sólo tiene 39 casos activos. Un escenario epidemiológico envidiable, en comparación con Euskadi. Pese a que los rebrotes de Basurto y Txagorritxu se han dado por controlados, los contagios continúan. Ayer fueron otros 14.
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