![El otro VAR de la Eurocopa](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202107/09/media/cortadas/1438474491-U140962813729l9F-U1409835923230ED-1248x770@El%20Correo-ElCorreo.jpg)
El otro VAR de la Eurocopa
El Piscolabis ·
La peor pandemia es la conjura de los neciosJON URIARTE
Sábado, 10 de julio 2021, 00:53
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El Piscolabis ·
La peor pandemia es la conjura de los neciosJON URIARTE
Sábado, 10 de julio 2021, 00:53
Desde siempre he sido seguidor del balón que habla en inglés. Me refiero, y por este orden, a las dos Irlandas, Escocia, Gales e Inglaterra. Las tres primeras porque nunca ganan nada pero sus aficiones te roban el corazón. En cuanto a los paisanos ... de Tom Jones por sumarse a las anteriores, cuando le da por ser infiel al dios ovalado. Y a los ingleses por respeto al ayer de este deporte. Pero tener a un danés en la familia ha provocado que uno se sienta vikingo de toda la vida. Antes y, sobre todo, después de su injusta eliminación. No solo por un penalti que solo vio el de fucsia y sus amigos. También por lo que no se vio pero se escuchó. El bochornoso abucheo al himno de la selección danesa. Nunca acepté las pitadas. Y tampoco los abucheos. Como argumento para decir o reivindicar lo que sea resulta zafio. Y como idea, cutre y poco original.
Tantos meses esperando volver a una tribuna para oler el fútbol de cerca y los pocos afortunados que lo han logrado confirman que este deporte sigue enfermo. Antes de la semifinal ya se había abucheado a más de un himno. De hecho, la afición inglesa debe ir ronca de tanto hacerlo. Cosa que, volviendo a mis filias, me disgusta de manera especial. La vuelta a campos y a estadios era esperada con ansia. Quien cree que este juego son veintidós tipos en calzones corriendo detrás de una pelota no tienen ni puñetera idea. Significa familia, amigos, emoción y sueños. Al menos para algunos de nosotros. La simple liturgia del bocata o la cerveza tertuliana postpartido merecen un respeto.
Cada cual se fustiga con un vicio y carga sus pecados. El mío es el Athletic Club. Que, no hace falta decirlo, tiene más de religión que de fútbol. Por eso disfruto, aún más si cabe, del asunto colateral que de lo que sucede en el verde. Ya conté en su día que entre mis recuerdos favoritos de San Mamés está el partido frente al Manchester United de la era Bielsa. No solo por el resultado, sino por formar parte de un público que aplaudió con señorío el gol del rival y despidió en pie a su legendario capitán. Ese espíritu es el que no solo no habría que perder, sino que deberíamos potenciar. Pero no.
Ni saldremos mejores de esta pandemia, ni seremos más elegantes. La falta de educación y valores sigue tan vigente como el puñetero virus. Y no hay vacuna o mascarilla que eviten su contagio. Ojo, no hay un equipo o selección sin mancha o borrón en su expediente. Todos hemos faltado al respeto en más de una ocasión. A veces, incluso, a los nuestros. Es fácil caer en el insulto. Por eso, y por ese eterno optimismo que heredé de mi padre, creía que mejoraríamos en la vuelta al fútbol. Que la flema perdida, o nunca existente, brotaría al sentarnos de nuevo en las gradas. Llámenme iluso. Pero así pensaba.
Esta Eurocopa nos ha demostrado que el arbitraje edulcorado es al fútbol lo que el afeitado del astado al toreo. Desluce el espectáculo y mata la pasión. Tantos años pitando hasta los roces hizo que creyéramos que un partido es eso que dura un cuarto de hora, entre 80 minutos de parones. Y luego dicen que no se sabe la razón por la que no les gusta a las jóvenes generaciones. Por lo aburrido de las Ligas. La cita europea ha tenido más fútbol y emoción que nunca. Raro ha sido el encuentro sin salsa. Hasta el VAR ha ayudado sin revisar cada jugada, golpe o gesto. Salvo puntuales fallos, alguno terrible y decisivo como el penalti pitado en el Inglaterra-Dinamarca, ha estado atinado y oportuno.
De ahí que eche de menos otro VAR. El que no hace falta que esté en una sala con gente mirando pantallas. O sí. Porque ha habido, y habrá, agresiones físicas o verbales por parte de personas que jamás deberían compartir con el resto un evento en grupo. Parece mentira que no se pueda, o no se quiera, localizar al agresor por aquello del presunto derecho a la privacidad o, directamente, porque es más cómodo mirar hacia otro lado. Y no solo en un estadio de fútbol. Trabajé en una empresa donde alguien robaba. No se pudo saber quién era porque poner una cámara era alienante para los trabajadores. Total, que el chorizo o choriza siguió robando durante años. Eso sí, todos éramos políticamente correctos y modernos. Cosa que también sucede, salvo excepciones, en el deporte del balón de cuero.
Así que ese VAR tendrá que esperar. Pero hay otro que sí podría existir. El de las propias aficiones. Para señalar y expulsar a quien utiliza el anonimato para hacer daño. Y si es mayoritario, tomar medidas contra el club o la federación correspondiente. Pagarán justos por pecadores, pero no nos queda otra. Si quienes dicen animar a los tuyos manchan con su actitud a tu club, tu bandera o a tu país comportándose como una cuadrilla de borrachos analfabetos habrás perdido, aunque ganes el partido o levantes una copa.
En nada estaremos de nuevo en las gradas. Poco a poco los asientos dejarán de estar huérfanos de almas. Y sería una buena ocasión para hacerlo con aquello que siempre añoramos. El señorío que se presupone a este deporte. Mañana domingo veré la final. Siempre fui más de Inglaterra que de Italia. Además, me gustan los perdedores. Y los isleños han ganado poco para lo larga que es su Historia. Sin embargo, no tengo la ilusión de antaño. Tengo la sensación de que volverán a abuchear otro himno. Y por eso, pase lo que pase, habrán perdido la ocasión de su vida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.