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Los vascos tardan en abandonar el nido familiar, esperan más de lo que les gustaría a ser madres y padres y, encima, tienen menos hijos de los deseados. Los jóvenes arrastran un escenario complicado que el Ejecutivo autónomo pretende cambiar con su estrategia 2030 para ... el reto demográfico, cuyas propuestas ha presentado este miércoles con el objetivo de que, tras un proceso de debate y reflexión que se alargará varios meses, el plan definitivo tenga reflejo en el presupuesto para 2023.
El proyecto contempla hasta 25 iniciativas, la mayoría de refuerzo de actuaciones que ya se encuentran en marcha. El resto, cuatro, apuestan por el incremento de las ayudas por hijo, la gratuidad de las escuelas de 0 a 2 años o un programa de préstamos para emprendimiento, formación o vivienda de la juventud.
Pero la estrategia planteada, y que en enero se abrirá a aportaciones, no sólo se fija en los jóvenes, sino también en los proyectos de familias que tanto cuesta ahora iniciar, las personas mayores y la «inserción migratoria» para que la recuperación demográfica no deje a nadie atrás. «El objetivo a corto plazo es modesto, cambiar la tendencia», ha señalado Jonan Fernández, secretario general de Transición Social y Agenda 2030, consciente de que dar la vuelta a la actual pirámide de población no es fácil. Basta con ver algunas cifras. En 2020 nacieron casi 700 niños menos en Euskadi que un año antes (14.721) y 6.000 menos que en 2008. El primer hijo llega con la madre superada la treintena (30,2 años). Los chavales vascos quieren emanciparse antes de los 25 años y ahora lo hacen pasados los 30. «Los cambios demográficos son lentos y hay que plantearlos con una perspectiva de medio plazo como mínimo», ha recalcado.
El documento con las iniciativas, que ya se ha compartido en los consejos de gobierno tanto del Ejecutivo autónomo como de las tres diputaciones vascas, insiste asimismo en iniciativas ya en marcha que se deben reforzar. Desde la promoción de medidas de conciliación al impulso de la autonomía de los mayores, la atracción de talento o la lucha contra el desempleo juvenil.
Fernández ha explicado que la situación actual no se deriva sólo de la crisis del ladrillo, sino que viene de mucho antes. «Se inicia en los noventa», ha concretado. Y hoy tiene un evidente impacto en el día a día. En la educación, por ejemplo, la etapa de Infantil ha perdido casi 11.000 matrículas en Euskadi en seis cursos y en las últimas dos décadas se ha reducido la población en edad laboral en 92.000 personas.
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