Sobrevivir cada día resulta sorprendente para el científico Carlos López-Otín. «Sí, estar sano es un auténtico milagro molecular porque somos imperfectos, frágiles y vulnerables», aduce y señala que para llegar hasta aquí hemos tenido que asumir diversos riesgos celulares que han permitido la evolución hacia nuestra complejidad biológica actual. El especialista, Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal, hablará hoy de nuestra condición humana en un nuevo encuentro del Aula de EL CORREO. El acto comenzará a las 19.30 en el Salón El Carmen y cuenta con el apoyo de la Editorial Paidós y BBK.
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La raro es estar sano, pero el autor de 'La levedad de las libélulas', recientemente publicado, asegura que gracias a la medicina y los avances culturales y sociales, hoy muchos seres humanos alcanzan los 80 años de vida en relativa buena salud. «Más aún, en España hay en la actualidad más de 20.000 centenarios, de los cuales alrededor de 1.000 viven en Euskadi». Pero en su libro asegura que la salud es algo más y lo define como «el silencio, la armonía y la sabiduría del cuerpo». ¿Cuándo alarmarnos? «La respuestas es sencilla: prevenir es vivir. No hay que esperar que el silencio del cuerpo se convierta en ruido».
El ejercicio moderado aparece como una de las claves de la ecuación de bienestar físico y mental. «La inactividad física aletarga el vigor de nuestra salud ya que constituye un importante factor de riesgo para el desarrollo o progresión de múltiples males, incluidas las dolencias cardiovasculares, las patologías neurológicas y el cáncer». López-Otín nos previene contra el sedentarismo. «Favorece las reacciones oxidativas e inflamatorias, las disfunciones metabólicas y los desequilibrios hormonales».
La adaptación al medio es otro reto. El conferenciante la define como la tensión permanente entre el individuo y el contexto socioeconómico en el que vive, y no se refiere tan sólo a los problemas que se presentan en la vida. «También a la búsqueda activa de las necesidades interacciones sociales, que suelen ser fuente de resiliencia frente al estrés cotidiano», apunta y advierte que las dificultades actuales de adaptación «influyen de manera decisiva en la epidemia de soledad, ansiedad y tristeza que se extiende por nuestra sociedad».
Los estudios del genoma prometen mejorar nuestra calidad y esperanza de vida. «Es la brújula que nos orienta al contener la información que heredamos de nuestros progenitores», indica. «Contiene las claves de las enfermedades genéticas, tanto hereditarias como de novo, y también las variantes que determinan muchos de nuestros talentos y la susceptibilidad a numerosas enfermedades». Ahora bien, no comprende toda nuestra problemática. «La vida es una espiral de complejidades biológicas que van mucho más allá de este lenguaje genómico», explica y alude, entre otros, a los componentes sociales y emocionales «que son un gran espejo de nuestro diálogo con el entorno».
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La medicina personalizada es el proyecto más ambicioso y la define como una aproximación integradora al tratamiento de las enfermedades basada en la obtención de múltiples datos celulares, moleculares, clínicos y ambientales de cada paciente. «Pero hay que ser conscientes de que la salud es también el fruto de la equidad social, por lo que debemos estar alerta ante la posibilidad de que el progreso científico nos arrastre a una nueva forma de discriminación».
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