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La película es de miedo. Va de un cirujano que trata de recomponer el rostro de su hija, desfigurado a causa de un accidente de tráfico. Para lograrlo no se le ocurre mejor idea que utilizar las caras de mujeres a las que secuestra. ... La dirigió el francés Georges Franju y se estrenó en 1960 con críticas no muy positivas y hasta de una abierta hostilidad. «Es la película más asquerosa que he visto desde que comencé como crítica de cine», llegó a leerse en un periódico.
Visto con la perspectiva histórica que proporciona el 'gore', tampoco era para tanto. 'Les yeux sans visage' ('Ojos sin rostro') es una película de terror en blanco y negro alejada de truculencias, sangre y sustos. Pero algo debía de tener porque poco después del estreno, el periódico francés 'L'Express' informó de que durante una proyección varias personas cayeron «como moscas» al presenciar una de las escenas. Y en el festival de cine de Edimburgo siete espectadores se desmayaron. «Ahora entiendo por qué los escoceses llevan falda», comentó el director galo al conocer la noticia.
Como suele suceder con las películas incomprendidas, 'Ojos sin rostro' se convirtió con el paso de los años en una obra maestra. En Francia es una de las cintas que este año deben ver los estudiantes de Secundaria, que es lo que hicieron hace una semana los alumnos de un instituto de Romorantin, una población del centro del país. Allí, 134 jóvenes de 16 y 17 años acudieron al cine Palace para pasar un buen rato lejos de las aulas y, ya puestos, aprender algo. Se las prometían felices pero, como ocurre en las películas de terror, no imaginaban lo que les esperaba.
Quizás hacía algo de calor en el interior del cine, pero al menos no había que ir a clase, lo que siempre compensa otro tipo de molestias. En la pantalla, el doctor Génessier se hacía con la piel de las mujeres a las que secuestraba con la esperanza de salvar a Christiane, su hija, que no acababa de estar muy convencida con la terapia. Todo iba como la seda hasta que llegó una escena en la que el cirujano le quita el rostro a una de sus víctimas. Y entonces ocurrió.
Uno de los jóvenes comenzó a sentirse incómodo y perdió el conocimiento. El que estaba a su lado trató de ayudarle pero no tardó en marearse. Otros trece estudiantes sufrieron crisis de ansiedad ante los sorprendidos ojos de sus compañeros. La proyección se suspendió de inmediato y acudieron al cine cincuenta bomberos y veinte policías dispuestos a rescatar a los espectadores y sin estar muy seguros de lo que iban a encontrar. Lo único que sabían era que en el cine Palace se había desatado el caos.
Una vez evacuado el patio de butacas, lo primero que hicieron los bomberos fue buscar algún escape de monóxido de carbono, pero no encontraron rastros del gas. Descartada la intoxicación, surgió otra pregunta. ¿Y si había sido la película? En jóvenes acostumbrados a presenciar imágenes mucho más escabrosas era difícil pensar que 'Ojos sin rostro' les hubiera afectado hasta el desmayo. Pero quizá, como se llegó a apuntar, a lo que no estaban acostumbrados era a ver este tipo de películas en pantalla grande. No en vano, todos se habían sentido mal en la misma escena.
Uno de los médicos que atendieron a los estudiantes llegó a la conclusión de que en el Palace se había producido un episodio de contagio. Al parecer, al ver a uno de sus compañeros desmayado, los demás habían comenzado a sufrir episodios de crisis de ansiedad que no hicieron sino retroalimentarse a medida que se miraban unos a otros.
El responsable del cine resumió más tarde lo que pudo haber ocurrido. «El desorden causado por el primer desmayo, el hecho de que quizás hacía un poco más de calor de lo habitual y una escena de tensión en la pantalla parecen explicar esta extraña ola de ataques». «Puede que la película haya afectado a algunos espectadores más susceptibles y por eso se han sucedido los ataques», añadió la subprefecta de Romorantin, Catherine Fourcherot.
Georges Franju, el director de la película, murió en 1987. Nunca se sabrá que habría dicho si aún estuviera con vida, pero si se tiene en cuenta el precedente de su comentario cuando lo de Edimburgo, quizás sea mejor no llegar a saberlo.
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