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«Qué caro está todo». Es el comentario generalizado de la gente cuando termina de pagar en la línea de cajas de los supermercados. Y no le falta razón, porque el precio de la cesta de la compra ha llegado a su máximo histórico desde ... que en octubre arrancara su imparable escalada. Los alimentos y bebidas no alcohólicas costaban en Euskadi el mes de julio un 13,3% más que el mismo mes del año pasado y se habían encarecido un 9,7% desde diciembre, según el Instituto Nacional de Estadística.
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El 42% de los españoles prioriza ya los productos más baratos del súper y elige los de marca blanca, mientras que el 21% ha reducido la adquisición de alimentos básicos como las carnes y los pescados, según un estudio de la OCU en el que se analiza el impacto de los precios en los hábitos de los consumidores. Todos tratan de capear la desbocada inflación recurriendo a las mismas estrategias: crece la compra de productos más baratos, aunque también se consume menos.
Eso mismo es lo que están percibiendo los gerentes de los supermercados. «Los clientes han cambiado su comportamiento de compra en dos sentidos: adquieren más marca propia que antes o más producto económico y menos unidades. Se fijan más en los precios y promociones y ello está impulsando el crecimiento de la marca de distribuidor. En ciertas categorías tiene un peso de más del 58% de las ventas», explican desde Eroski, que está potenciando la línea propia y las promociones. De hecho, los responsables perciben que los consumidores se refugian en «la compra de productos más baratos, de nuestra marca y en las ofertas» porque aunque la inflación en sus productos ronda el 10%, la cesta media de sus clientes ha crecido el 3,5%. También desde la cadena BM aprecian un aumento del 10% en la comercialización de marcas blancas «en todos los grupos de venta en general, y, en particular, en celulosas, aceites, frutos secos, postres, legumbres o comida para mascotas». No queda más remedio que apretarse el cinturón y no se sabe por cuánto tiempo. La inflación está pasando una gran factura en las economías familiares. En casa de Mikel San Miguel, en Gallarta, viven otras cinco personas y dos perros y hace tiempo que se dejó de comprar Coca Cola para adquirir refrescos de cola Freeway, comercializados por Lidl. «Está casi más cara que la gasolina. No se puede», explicaba a la salida de este hipermercado en Sestao. «Todo ha subido un montón, especialmente las cosas básicas. Nosotros nos gastamos por lo menos 200 euros más al mes», explica junto a su suegra y su hijo.
Antes de que comenzara la escalada de precios, compraban «Coca Cola de verdad y productos de calidad» y el ticket incluso era menor que el de ahora pese a que «miramos mucho más el precio. Ahora tiramos de más marcas blancas, si no es imposible. Y aun así, ha subido todo, hasta el pienso de los perros. Pago 45 euros por una bolsa de unos 15 kilos», relata. En casa de la bilbaína Carmen Morales también son seis, además de una mascota: ella es la madre de cuatro hijos de entre 22 y 30 años e invierte más de 1.000 euros al mes en comida. Prácticamente todo su sueldo. «Ya no hago contabilidad creativa, lo que hago es ingeniería», explica. Los gastos de la familia, asegura, han subido un 70%.
«Hago rutas por los supermercados. Cambalaches. Compro los quesos y lácteos en Lidl, la carne en La casa de la carne, los frescos en Carrefour y voy aprovechando las ofertas», explica desde este establecimiento de Sestao. «Como somos familia numerosa, te quitan el IVA en frescos y verdura. También hay cheques ahorro, por ejemplo el de la segunda unidad al 70%. Haces cuentas y te sale parecido al producto de marca blanca». explica. «Cada semana hacemos compras monumentales, de entre 200 y 300 euros, más las cotidianas, porque todo no cabe en el congelador. Cuando vienes a por cuatro cosas, que si fruta, pescado, o carne, ya te dejas 150 euros. Es una locura, pero hay que comer», concluye. Rosa Jiménez de Begoña, de Trapagaran, está a punto de jubilarse. Su marido ya forma parte de la legión de pensionistas y también recorren diferentes establecimientos comparando precios.
«Hay que mirar el dinero», dice en Carrefour tras haber visitado también Mercadona. «Todo ha subido una barbaridad. Los espárragos, el bonito... Nosotros éramos de comprar 'Ariel' y ahora adquirimos detergente de la casa y así con todo, menos con el papel higiénico, porque en eso mi marido es muy especial». El matrimonio formado por Txema Álvarez y Txaro, de Algorta, que suelen acudir a comprar a Eroski de Artea, perciben un incremento del 33% en la cesta de la compra. «Sobretodo en frutas frescas y verduras». También lo notan una barbaridad «en el pescado». «Vas a comprar pescado y cualquier otra cosa para cenar y ya te sale la broma por 40 euros», relata ella. En su caso, no están adquiriendo más marcas blancas que antes, aunque sí que se fijan más en las promociones. «Hay familias que lo están pasando realmente mal. Nosotros podemos comprar lo que necesitamos, gracias a Dios, pero nos fijamos mucho en las ofertas». Aratxu Franco, residente en Leioa, realiza la mayor parte de sus compras con productos de la marca Eroski para poder ahorrar algo. «Solo compro cuatro cosas de marcas concretas». También está pendiente de las ofertas. «Antes, una compra pequeña me costaba 90 euros y ahora ya te gastas 120 en cuatro chorraditas», relata.
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