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Los videntes Rappel y Octavio Aceves, en una foto de 1999. E.C.
¿Qué pasará el año que viene según los videntes?

¿Qué pasará el año que viene según los videntes?

Los adivinos ya no se prodigan con sus predicciones anuales y es una pena porque pasar revista a lo que dijeron que iba a suceder resulta muy divertido

Martes, 24 de diciembre 2019, 00:26

La Tercera Guerra Mundial y las muertes del papa de turno y de Fidel Castro. Siempre que sale un vidente en un medio de comunicación haciendo predicciones, me vienen a la mente esas tres. Según creo recordar, y mi memoria es tan traicionera como la de cualquiera, estaban entre las habituales en los años 70 y 80, cuando cada diciembre los adivinos hacían sus vaticinios para el año entrante en periódicos, revistas, radio y televisión. A veces, decían vaguedades del estilo de que iba a ser un año turbulento; otras, pronosticaban hechos tan concretos que doce meses después quedaban en evidencia. Por fortuna para ellos, nadie se preocupaba cada fin de año de comprobar si las predicciones anteriores se habían cumplido, así que, doce meses después, el brujo volvía a hacer de las suyas y la rueda seguía girando.

El primer vidente que me viene a la cabeza en el papel de augur de fin de año se llamaba Rafael Lafuente. Era andaluz, astrólogo y tenía un aire rafaelalbertiano. En diciembre de 1982 dijo: «A finales del 83, la Tercera Guerra Mundial». Y lo hizo no a un periodista, sino al menos a dos, a Jesús María Amilibia y a Tico Medina. España, aseguraba, iba a salvarse de la bronca, cuyo detonante iba a ser la muerte del ayatolá Jomeini. Ni hubo guerra mundial ni murió el líder iraní, que no falleció hasta 1989. Sin embargo, lo más curioso era que ninguno de sus interlocutores le había afeado en 1982 al futurólogo que a esas alturas de siglo él ya debía llevar bastante tiempo muerto.

El astrólogo Rafael Lafuente con José María Íñigo, en TVE en 1980. E.C.

Porque años atrás Lafuente había predicho que iba a morir el 16 de enero de 1976. Desde que lo hizo, le presentaron en diarios como 'Abc' como «el futurólogo que sabe la fecha de su muerte». Cuando pasó el fatídico día, seguía vivito y coleando, y le preguntaron por ello, tuvo el descaro de replicar: «Nunca anuncié que me iba a morir, sino que era probable que muriese en aquella fecha». Y, claro, también en esta ocasión consiguió dársela con queso a su interlocutor. Porque en 1971, a la pregunta directa de un reportero «¿no me dirá que sabe hasta el día que va a morir?», había respondido: «Lo sé y lo he publicado: el 16 de enero de 1976». Fue un fallo más en una carrera repleta de ellos. Lafuente anunció en 1983 que Felipe González abandonaría la Presidencia del Gobierno a finales del siguiente año –no lo hizo hasta 1996– y, antes de las elecciones generales de 1986, en las que el PSOE arrasó, vaticinó una gran coalición de gobierno entre los socialistas y los populares de Manuel Fraga. Al final, el astrólogo malagueño falleció en 1990 sin haberlo predicho y sin ver a Fraga con mando en plaza en un Gobierno central democrático.

Los futuros alternativos de Felipe González

Las predicciones de brujos eran algo habitual en la prensa española de los años 80, cuyas cabeceras más importantes les dedicaban páginas enteras sin un atisbo de crítica. 'El País', por ejemplo, contaba en diciembre de 1980 cómo los astrólogos israelíes Herzl Lifschitz y Miriam Spektor anunciaban para 1981 un pacto militar entre ¡Israel, Egipto, Arabia Saudí e Irán!, el asesinato de Ronald Reagan, presidente entonces de EE UU, y la muerte del dirigente soviético Leónidas Breznev, que falleció un año más tarde. En España, el astrólogo Jandro Gásquez vaticinó en 'Abc' para 1982 el asesinato de Reagan y el ascenso al poder de Fraga en un golpe de Estado. Para 1983, la vidente Kathy Mimer aseguraba que el buen rollito entre Reagan y Yuri Andropov iba a poner fin a la carrera de armamentos; su colega July Heenly, que la primera ministra india Indira Gandhi iba a ser derrocada –la asesinaron, pero en 1984–; Kebrina Kinkade, que Jomeini moriría; y Gay Darleen Bidart, adivino supuestamente experto en asuntos del corazón, que Rainiero de Mónaco se casaría con Elizabeth Taylor.

En muchos casos, acompañaba a la predicción un recordatorio de que el brujo ya había vaticinado para el año que acababa algo que había sucedido, un atentado contra un mandatario, una muerte de un famoso, una catástrofe natural... Con centenares de videntes anunciando cada diciembre el fallecimiento del Papa y del presidente de EE UU, la dimisión de algún gobernante, catástrofes naturales aquí y allá... alguno tenía que acertar alguna vez. Lo habitual era, no obstante, que fallaran más que escopetas de feria. Así, Belén Alarma, que decía que por su consulta pasaban políticos asturianos y catalanes, anunció en 1985 que Felipe González iba a perder el referéndum de la OTAN y dimitir, y que ETA iba a desaparecer. El final del terrorismo etarra era otro clásico con el que se conseguían titulares y que luego, al no hacerse realidad, nadie recordaba ni echaba en cara al adivino. En 1992, Maritxu Güller, la conocida como 'bruja buena del Ulia', dijo que la paz llegaría a Euskadi ese mismo año. Cuando murió un año después, ninguna necrológica se hizo eco de ese y otros fallos de la adivina navarra.

El vidente Diego de Araciel con Fernando Jiménez del Oso. E.C.

Diego de Araciel, marqués y vidente, vaticinó que Felipe González saldría de La Moncloa en 1990 –falló por seis años–, Reagan abandonaría la Casa Blanca en 1987 –lo hizo en 1989 tras dos mandatos completos, el máximo posible–, Pinochet caería en el verano de ese mismo año –se mantuvo en el poder hasta 1990–, habría una revolución en India con millones de muertos, e iban a desaparecer ETA y el paro. Un cúmulo de errores difícilmente igualable que, por supuesto, tampoco minó su credibilidad mediática. En 1990, el noble, de quien se decía que era «uno de los adivinos más visitados por políticos y famosos» –incluidas las hermanas del rey Juan Carlos, Isabel Preysler y la baronesa Thyssen–, anunció que Sadam Husein se suicidaría durante el conflicto del Golfo, que iba a concluir sin acciones bélicas. Hubo una Primera (1990-1991) y una Segunda Guerra del Golfo (2003-2011), y el tirano iraquí fue al final condenado a muerte y ahorcado el 30 de diciembre de 2006.

'Rato for president'

Da igual el adivino que sea. Da igual si es famoso o no. Ninguno acierta ni ha acertado nunca algo imprevisible, más allá del azar. En 1993, Sarah Ferguson no posó desnuda para 'Playboy', como predijo John Monti; Diana de Gales no tuvo un hijo con un senador estadounidense e Isabel de Inglaterra no abdicó, como anunció Serena Sabak; y el telescopio orbital 'Hubble' tampoco encontró extraterrestres, como auguró Shawn Robbin. En España, Leonor Alazraki anunció para 1995 la boda de Diana de Gales con un financiero y Octavio Aceves, un matrimonio efímero para Claudia Schiffer y el mago David Copperfield, que en el mundo real no llegaron a casarse.

Naturalmente, cuando se trata de algo blanco y en botella, los astrólogos suelen decir leche y acertar. Así, Rappel y Esperanza Gracia –«Si algo te inquieta, te atormenta o te perturba…»– auguraron la victoria en las elecciones generales de 1996 del PP de José María Aznar sobre el PSOE de González. Algo que preveía cualquier vulgar mortal. Sin embargo, el vidente de las túnicas, que pronosticó en 1987 que Isabel Preysler y Miguel Boyer nunca se casarían, vaticinó para 1993 que Miguel Induráin no iba a ganar el Tour, cuando lo hizo ese año y los dos siguientes, y no previó que un año después unos cacos entrarían a robar en su casa y le desvalijarían.

La tarotista Leonor Alazraki echa las cartasa Rodrigo Rato en 2004. Efe

Aceves tampoco demostró una visión muy aguda cuando vaticinó para 1987 el descubrimiento del medicamento definitivo contra el sida, enfermedad que, por cierto, sostenía que causaba «un virus sintético producido en laboratorio». Un año antes, el vidente de origen argentino había predicho una gran victoria para Miquel Roca y su Partido Reformista Democrático en las elecciones generales, pero a la hora de la verdad solo obtuvo 194 .538 votos y la formación política desapareció. La astróloga y tarotista Leonor Alazraki estaba en 2004 convencida de que Rodrigo Rato iba a ser candidato a la Presidencia del Gobierno. «En un momento cercano o lejano, no puedo precisarle más, tendrá lugar un momento político en el que se postulará como presidente del Gobierno», le auguró en su tienda esotérica del barrio madrileño de Chueca mientras le echaba las cartas, en la que fue una de las imágenes de la campaña de unas elecciones generales que perdió el PP. A pesar de los brujos porque Aceves, por ejemplo, tenía claro el resultado de los comicios: «Volverá a ganar el PP. Gobernará Rajoy, pero será muy cuestionado». Eso sí, ninguno previó el negro presente del exlíder popular y expresidente de Bankia.

El porvenir real

Cuando el entonces príncipe Felipe tenía ya edad de emparejarse por eso de perpetuar la dinastía, nuestros adivinos se lanzaban a lo loco cada fin o principio de año a buscarle novia. Será «más bien extranjera, probablemente centroeuropea, grandota y de cabello castaño, tirando a rubio», vaticinó Aceves a principios de 2002, doce meses después de haber predicho para 2001 que ese año el Príncipe iba a conocer «por fin a su novia, a la mujer de su vida. No sé si habrá boda en 2001, pero la cosa va en serio». Ya ven, Felipe de Borbón iba a conocer a su futura esposa en 2001, pero en 2002 todavía no la conocía. ¿Quién dice que los videntes no consiguen cosas sorprendentes? Al final, Aceves acertó el año de la boda real, 2004, pero no con la novia, de la que siempre dijo que sería centroeuropea «o, por lo menos, noble». Cuando le afearon no dar una, hizo gala del descaro habitual del gremio: «Yo dije que tendría aspecto centroeuropeo, no que lo fuera. Y está claro que Letizia, por su físico, podría ser suiza». O sudafricana, estadounidense, argentina, griega...

«La crisis de las hipotecas subprime en EE UU, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la subida de los tipos de interés, la inflación y varias caídas consecutivas de los mercados de valores han hecho saltar las alarmas. ¿Se avecina una recesión económica? Los astros aseguran que no... al menos, de momento», escribía el astrólogo de la revista esotérica 'Más Allá', Julio Antonio López, en diciembre de 2007. Si hay una razón definitiva para no creer en los brujos es que, si tuvieran realmente poderes, serían millonarios tras haber ganado algún gran premio de un juego de azar, como el sorteo de Navidad, del que nunca ninguno ha acertado nada. Cuando hay muchas opciones no aciertan y cuando hay pocas tampoco. Aunque solo tengan que elegir entre blanco y negro.

La divina Esperanza Gracia, en una de sus apariciones televisivas. E.C.

Esperanza Gracia, hoy pitonisa de madrugada en Telecinco, predijo en la noche de las últimas elecciones estadounidenses la victoria demócrata. «Los astros los tiene mejor Hillary Clinton que es escorpio, así que la veo ganadora», escribió en Twitter a las 23.06 horas del 8 de noviembre de 2016. Cuando horas después, con Donald Trump ya vencedor, un usuario de esa red social le echó en cara el fallo –tenía un 50% de probabilidades de acertar y ni con esas–, ella replicó: «Yo no [he fallado], los astros. Para mí que en el último momento han hecho un movimiento y no me he enterado». Si acierto, el mérito es mío; si fallo, la culpa es de las estrellas. El vidente siempre gana, y el bolsillo del ingenuo siempre pierde.

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