

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Toda leyenda tiene un comienzo; pero pocas veces puede datarse este con precisión. Es lo que ocurre con la maldición de Ochate, el pueblo abandonado del Condado de Treviño (Burgos). Sabemos no solo cuándo nació, sino también dónde y quién fue su creador. No en vano, muchos asistimos al alumbramiento de este mito de la España paranormal, equiparable en el norte peninsular a las caras de Bélmez en el sur.
A principios de los años 80, dos revistas esotéricas competían en los quioscos españoles: 'Mundo Desconocido' (1976-1982), dirigida por el ufólogo Andreas Faber-Kaiser, y 'Karma.7' (1972-2001), con Ramón Plana al frente y una línea editorial más espiritual. Había otras publicaciones periódicas, pero tuvieron generalmente una vida corta, incluida una dedicada exclusivamente al fenómeno ovni, 'Contactos Extraterrestres', dirigida por el hoy protagonista de memes Enrique de Vicente y que duró en el mercado un par de años.
Un objeto volante no identificado iluminaba en enero de 1982 la portada del nº 67 de 'Mundo Desconocido'. «Ovni en Treviño», decía el titular que acompañaba a la imagen. Dos años antes de dar el pelotazo de su vida con la novela 'Caballo de Troya' y abandonar a los extraterrestres por la teología pop, Juan José Benítez contaba cómo el 26 de septiembre de 1981 la agencia Efe había distribuido entre sus abonados «una fotografía insólita» de un ovni, tomada en el Condado de Treviño por «el joven Prudencio Muguruza Guerrero, vecino de la capital alavesa y empleado en la Caja de Ahorros Provincial de Álava».
El hombre, de 25 años, había sacado la foto el 24 de julio anterior cuando paseaba con su perro por los alrededores del pueblo de Aguillo. Hacia las 21 horas, notó «una especie de fogonazo» y, al volverse, vio el ovni. «Allí, a unos 150 o 200 metros de mí, había una gran esfera, quieta por completo y como a unos 50 o 60 metros del suelo. Estaba sobre los árboles que yo acababa de dejar atrás en mi paseo», le contó a Benítez. El objeto «era de un color como azul oscuro, con luz a su alrededor y una enorme 'estela', también de luz, que subía en vertical hacia el cielo». Es lo que se ve en la foto que tomó antes de que el ovni se esfumara cuando lo perdió de vista unos segundos.
Muguruza prestó el negativo a Benítez, quien consultó con expertos que no detectaron «manipulación de ninguna clase». Es más, «especialistas de la Universidad de Deusto opinan que en la estela luminosa que se eleva por encima del objeto esférico se aprecian turbulencias indicativas de que el objeto efectuó maniobras de 'frenado'», indicaba el ufólogo, que nunca ha mostrado ese supuesto dictamen. Poco después, el joven vendió el negativo de la foto de la nube –que eso es lo que era– por 500.000 pesetas (3.000 euros) a un industrial alavés que hizo pósteres con la imagen. La historia de Prudencio Muguruza y lo paranormal podía haber terminado ahí, con sus minutos de gloria y su buen pellizco; pero no fue así.
Tres meses después, el joven testigo ovni ascendía en el escalafón a investigador de lo paranormal. «Luces en la puerta secreta», se titulaba el reportaje a todo color que firmaba en el número de abril de 'Mundo Desconocido', centrado en una serie de fenómenos registrados en «la aldea maldita de Ochate». Aseguraba que, gracias a conversaciones con los vecinos e indagaciones «en los archivos de las iglesias del entorno», podía reconstruir la extraña historia de un enclave cuyo nombre en euskera significaba, según él, «'puerta del ruido', 'puerta secreta' o 'puerta del frío'».
La historia de Ochate presuntamente recuperada del olvido por Muguruza empezaba en 1860 con una epidemia de viruela que diezmó a la población y a la que, cuatro años más tarde, siguió otra de tifus. En 1868, el párroco del pueblo, Antonio Villegas, desapareció misteriosamente. «Para algunos había marchado a América; según un vecino, en la tarde de su desaparición lo vio subir hacia la ermita», contaba el reportero del misterio. Dos años después, una epidemia de cólera daba la puntilla al pueblo. «Tan solo tres vecinos huyeron a tiempo. El resto de sus habitantes sucumbió», indicaba Muguruza, que admitía que era «extraño» que en ninguna población de los alrededores ocurriera «nada parecido a pesar de encontrarse relativamente cerca. Desde entonces [Ochate] quedó deshabitado y se empezó a tejer su leyenda de aldea maldita».
Casi 80 años después, en 1947, un vecino del pueblo de Imiruri vio caer una luz sobra la ermita de Burgondo. «Se acercó y entre los restos aún humeantes encontró un precioso y cuidado medallón de un material que hasta el momento no ha sido analizado». Muguruza aseguraba que el protagonista «vio unas luces que subían y bajaban de la ermita» y que, al coger el medallón, «sufrió una rara sensación». Y añadía que, a partir de ese momento, fueron «muchos los testimonios de ruidos misteriosos, luces, sombras y apariciones que se han acumulado a la leyenda», que incluye la desaparición en los años 70 de un vecino de Marquínez que salió un día de su casa hacia la huerta y nadie volvió a ver.
El reportaje de Muguruza –reescrito por el periodista Juan Prada– puso a Ochate en el mapa de la España mágica de principios de los años 80, cuando Fernando Jiménez del Oso reinaba en la televisión –única– con 'La puerta del misterio' y Antonio José Alés en la radio con 'Medianoche', en la Cadena SER. La aldea abandonada se convirtió en centro de peregrinación de los aficionados al esoterismo y, lógicamente, se sucedieron los fenómenos extraños, las apariciones fantasmales, las visiones de luces y, ¡cómo no!, las psicofonías, las voces fantasmales grabadas en 'lugares misteriosos'. Nadie ha sido capaz de presentar, sin embargo, una prueba de que el fenómeno de turno fuera algo más que producto de la autosugestión.
Mientras, en el mundillo paranormal la leyenda crecía con cada parapsicólogo y periodista impresionable que visitaba Ochate, en el real los historiadores habían advertido desde el primer minuto que el relato carecía de base. Que todo era una invención, vamos. Y es que nadie más que Muguruza había visto –ni ha visto– los documentos eclesiales que decía haber consultado, ni hay constancia documental de las tres epidemias que, según él, acabaron con los vecinos de Ochate. Además, tampoco es cierto que el pueblo quedara desierto en 1870. Vivió gente en él hasta los años 30 del siglo pasado, cuando Ochate murió como otros muchos enclaves de lo que ahora se llama la España vacía.
La maldición se fue diluyendo poco a poco hasta que en los años 90 entró en escena Iker Jiménez, que la volvió a vender como un misterio en la revista 'Enigmas' –dirigida por Jiménez del Oso y donde también resucitó el fraude de Bélmez– y en su libro 'Enigmas sin resolver' (1999), donde dice que lo ocurrido en la aldea a mediados del siglo XIX fue «como una maldición bíblica». Seis años después, la primera entrega de 'Cuarto milenio' tuvo en 2005 como estrella invitada a Muguruza, que repitió la historia de siempre sin que el conductor del programa pusiera nada en duda.
Además de la falta de pruebas de que la leyenda fuera algo más que eso, en las dos décadas transcurridas desde el ovni de Treviño, Muguruza había seguido una peculiar trayectoria. Tras abandonar su trabajo en la Caja de Ahorros Provincial de Álava, se dedicó durante unos años a organizar saraos paranormales en Vitoria, donde abrió una librería esotérica y se convirtió en el experto local en ovnis. A principios de los 90, se pasó a la parapsicología, llegando a presidir su propia entidad, y ya en el nuevo siglo, cuando Jiménez le llevó a Cuatro, echaba el tarot en canales de televisión locales. De testigo a ufólogo; de ufólogo a parapsicólogo; de parapsicólogo a vidente.
El programa inaugural de 'Cuarto milenio' alimentó la leyenda a pesar de que alguno de los entrevistados la habían desmontado ante las cámaras. «Me han metido muchos tajos en el montaje. La imagen que dieron de Ochate en el programa de Iker Jiménez es la de hace veinte años, de la época de Muguruza», me explicó días después Enrique Echazarra, un estudioso de lo paranormal vitoriano que niega la leyenda. Él, que acompañaba de niño al exempleado de banca en sus excursiones tras el misterio, tenía claro desde hacía años el origen de la supuesta maldición: «¡Todo es un invento de Muguruza! La leyenda no tiene ni pies ni cabeza. Las supuestas epidemias no constan en ningún archivo ni en Burgos ni en Vitoria. La única enfermedad que se cebó con los habitantes de Ochate fue la gripe española, según nos han contado antiguos vecinos».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.