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Figuras el suelo de la cocina de María Gómez Cámara a mediados de los años 80. Gabriel Naranjo
El misterio de las caras de Bélmez

El misterio de las caras de Bélmez

La aparición de rostros en el suelo de una humilde cocina convirtió en 1971 un pueblo de Jaén en el centro de la Paranormalandia ibérica

Martes, 11 de febrero 2020, 00:23

Un ama de casa descubrió un rostro en una mancha de grasa en el suelo de su cocina y se asustó. Así nació el 23 de agosto de 1971 el enigma de las caras de Bélmez. Para algunos, el mayor misterio de la parapsicología española. Los rostros que a partir de ese momento aparecieron en aquella cocina atrajeron hasta el pueblo jienense a una multitud de periodistas que, con la inestimable ayuda de parapsicólogos y videntes, convirtieron Bélmez de la Moraleda en una suerte de Roswell cañí. Después de unos meses, las sospechas de fraude obligaron al misterio a refugiarse en las revistas esotéricas, junto a platillos volantes y fantasmas, y luego cayó en el olvido. Hasta que en 1997 resucitó.

«Se me apareció hace veinte días. Yo estaba guisando en mi hornilla de butano. Primero, me creí que estaba mareada... Luego, llamé a las vecinas y vimos que era un rostro. Yo no sé si es un santo, si un demonio o lo que es... Un rostro. La gente viene a verlo. Algunos dicen que le da un aire al Señor de la Vida, que lo quemaron en la guerra», contaba María Gómez Cámara el 19 de septiembre de 1971 en 'Ideal'. El diario granadino, que llevaba la historia en su primera página y le dedicada una entera en el interior, destacaba que ya había peregrinaciones al pueblo. Juan Pereira, marido de la mujer, y Manuel Rodríguez, el fotógrafo local, habían montado un negocio de venta de fotos de las figuras a 10 pesetas la imagen, y la familia cobraba además un duro por persona por entrar en la casa.

Fenómeno periodístico

La primera cara, la que según algunos lugareños se parecía al Señor de la Vida, el Jesucristo atado a una columna patrón de Bélmez, duró poco. La rasparon, y un albañil le echó yeso encima. «Y volvió a aparecer. Yo, desde luego, no me lo explico», decía el operario. A la nueva figura la llamaron 'La Pava'. Todavía hoy puede verse en Bélmez. «Ya van veinte días. Los peregrinos aumentan. El rostro es continuamente visitado», destacaba 'Ideal' el 19 de septiembre. Cuatro meses más tarde, el 31 de enero de 1972, el diario 'Pueblo', dirigido por Emilio Romero, sacaba las caras a su portada y el fenómeno se desbordaba. «Este caso lo monta realmente Emilio Romero. Sin Emilio Romero, ahora no estaríamos hablando de este asunto», aseguró Ramos Perera, presidente de la Sociedad Española de Parapsicología a principios de los 70, hace unos años a Javier Cavanilles y Santiago Máñez, autores del libro 'Los caras de Bélmez' (2007).

'La Pava' y la primerainformación sobre el fenómeno publicada en 'Ideal'. E. C.

Romero sabía lo que hacía. Mandó al pueblo al hoy comentarista político Antonio Casado. Tenía 24 años. «Yo era entonces lo que llamamos un becario», recuerda. Al mismo tiempo que él llegaron a Bélmez los parapsicólogos Germán de Argumosa y Joaquín Grau. Para el primero, las 'teleplastias' –como bautizaron las imágenes los expertos en lo paranormal– tenían su origen en el Más Allá y, en apoyo de su teoría, grabó en la casa lo que según él eran voces de ultratumba. El segundo defendía que el fenómeno se debía a una concentración de energía que canalizaba María Gómez Cámara. «Cualquier afirmación, por estrafalaria que fuera, merecía ser publicada», advierten Cavanilles y Máñez en 'Los caras de Bélmez'. La serie de reportajes de Casado en 'Pueblo' causó sensación. «Yo no me inventé nada, pero sí puede decirse que todo el revuelo que acabó montándose fue por mis reportajes», rememora. Y las ventas del periódico se dispararon. Gracias a las caras, la tirada de 'Pueblo' creció en 50.000 ejemplares y acudieron a Bélmez otros periodistas, además de multitud de curiosos.

Para febrero de 1972, Pereira y Rodríguez ya habían vendido 10.000 fotos de las figuras, según datos publicados por el diario 'El Alcázar' y recogidos por Manuel Martín Serrano en su libro 'Sociología del milagro. Las caras de Bélmez' (1972). Un mes después, la revista 'Lecturas' cifraba los ingresos de la familia Pereira-Gómez en más de 250.000 pesetas. (Por algo más del doble, podía comprarse un piso de tres habitaciones en el centro de Bilbao). Súmese a eso el dinero que dejaban los visitantes en los comercios locales y se entenderá por qué el fenómeno fue una bendición para un pueblo de unos 2.200 habitantes. Años después, cuando el temporal amainó y únicamente se acordaban las 'teleplastias' los autores esotéricos, María Gómez –ya viuda– intentaba sacar dinero a los periodistas que visitaban su casa.

Puerta a otra dimensión

El 21 de febrero de 1972, la historia dio un giro radical: un artículo de Julio Camarero apuntó al fraude en el diario de Emilio Romero, y 'El Alcázar' publicó un reportaje en la misma línea. A partir de ahí, el misterio se desmoronó. «Me llamó Emilio Romero al despacho y me dijo: 'Antonio, me ha llamado el ministro y esto hay que pararlo'», recuerda Casado, quien cree que la creciente histeria paranormal puso nerviosos a algunos dirigentes franquistas y decidieron dar un portazo al misterio. 'Pueblo' contó cómo unos químicos habían conseguido duplicar el fenómeno con cloruro y nitrato de plata. «El truco, muy ingenioso, consistía en que estas sustancias reaccionan a la luz, de modo que los retratos no eran visibles hasta algún tiempo después de haber sido pintados, y se aparecían poco a poco ante los ojos, sin que aparentemente hubiese intervenido ninguna mano humana en el proceso», explica el estudioso escéptico de lo paranormal Fernando L. Frías.

El parapsicólogo Germán de Argumosa, en Bélmez en 1972. E. C.

Las caras de Bélmez se refugiaron entonces en la revista esotérica 'Karma.7', donde los parapsicólogos Hans Bender y Germán de Argumosa defendieron su origen sobrenatural. «A través de la dueña de la casa, María Gómez, se ha abierto una puerta con otra dimensión, y a partir de la primera cara el camino ha quedado abierto para que otras aparezcan en el suelo de la casa», decía el 'sabio alemán'. Para el astrólogo malagueño Rafael Lafuente, que posteriormente predijo el estallido de la Tercera Guerra Mundial para 1983, había que atribuir las figuras «a un fenómeno parapsicológico catalogable como un efecto de materialización, producido básicamente por una emisión psíquica involuntaria e inconsciente que obra por polaridad casual con otra dimensión distante que emite idéntico acorde de fase». En román paladino, lo mismo que decía Bender.

Durante los años 80, las 'teleplastias' fueron de vez en cuando noticia en los periódicos y, en 1990, entraron por la puerta grande en la prensa del corazón: habían surgido en el cemento rostros que parecían los de Franco e Isabel Preysler, aseguraron revistas como 'Semana' y 'Diez Minutos'. Si se trataba de manifestaciones del Más Allá, ¿cómo se explica la presencia de la ex de Julio Iglesias y entonces esposa de Miguel Boyer? ¿Es que en realidad había muerto y había sido sustituida por una reptiliana? Los expertos en lo paranormal nunca lo aclararon. Siete años después, la revista 'Enigmas', dirigida por Fernando Jiménez del Oso y donde cualquier estupidez era elevada al rango de misterio, volvió a poner de moda las 'teleplastias'.

El enigma resucita

«Las caras de Bélmez son auténticas», sentenciaba en septiembre de 1997 en su colorista portada 'Enigmas'. «Transcurrido un cuarto de siglo, demostramos con documentos oficiales y en rigurosa exclusiva la autenticidad de esas caras sobrenaturales, un misterio que aún espera una explicación en el rincón más apartado de Andalucía», escribían dos jóvenes reporteros, Iker Jiménez y Lorenzo Fernández. El documento en cuestión era un acta firmada por un notario que en los años 70 había precintado la cocina y días después, tras romper los precintos, certificado que los dibujos del suelo habían cambiado.

Como apuntó en su día Frías, además de que en las fotos los precintos no parecían difíciles de manipular, el notario era «un fervoroso creyente no sólo en el carácter sobrenatural de las caras, sino también en muchos otros fenómenos de índole esotérica o paranormal», por lo que seguramente se confió y no tomó las precauciones necesarias para impedir el fraude. No es algo nuevo. La historia de lo paranormal está llena de fenómenos que se manifiestan ante creyentes –científicos incluidos–, pero se desvanecen cuando hay escépticos de por medio porque estos imponen controles de seguridad estrictos para dificultar al máximo el engaño. En el caso del notario de Bélmez, además de la fragilidad de los precintos, ¿había comprobado que el suelo estaba limpio y nadie había dibujado con sales de plata algo que luego pudiera salir a la luz?

La foto original del guardia civil y la publicada en 'Tumbas sin nombre', con el bigote y la boca manipulados, para que se pareciera a 'La Pava'. E.C.

A partir de ese momento, Iker Jiménez y su esposa, Carmen Porter, rentabilizaron las caras de Bélmez como nadie en libros, radio y televisión. Se empeñaron, por ejemplo, en buscar en los rostros a parientes muertos de María Gómez. Lo consiguieron en el caso de 'La Pava'... Identificaron la 'teleplastia' con el guardia civil Miguel Chamorro, cuñado de la mujer, y, como prueba, Jiménez publicó una foto de 'La Pava' y otro del militar juntas en su libro 'Tumbas sin nombre' (2003), escrito al alimón con Luis Mariano Fernández. Juntas, puede parecer que tienen un aire, aunque se debe al 'Photshop'. Para crear el parecido entre ambos rostros, Jiménez y Fernández manipularon la imagen del guardia civil, que en la foto original tiene el bigote engominado con las puntas hacia arriba y se lo pusieron con las puntas hacia abajo en 'Tumbas sin nombre'. «Esas caras no son mi familia. ¡No pueden ser! Es como si mi cara la ponen comparándola con otra. Con esto de los ordenadores igual todo es posible», había dicho María Gómez a Jiménez y Fernández cuando le presentaron la comparativa. ¡Cuánta razón tenía!

Un museo de las caras

¿Qué son entonces las 'teleplastias'? Las caras de Bélmez son el misterio más cutre de la parapsicología española. Todo empezó con una mancha de grasa en una humilde cocina y una mujer asustada que creyó ver en ella un rostro al que atribuyó un origen mágico. La primera fue una pareidolia, el fenómeno psicológico que hace que nuestro cerebro detecte patrones donde no hay nada y veamos animales en las nubes, rostros en el mármol y hasta a la Virgen en un sándwich. Tras ese detonante azaroso, la picaresca española hizo el resto. 

Visitantes en el museo de las caras de Bélmez. Manuel Béjar

«Son manchas retocadas», afirma Máñez, quien añade que al principio lo fueron con sales de plata y luego con carbón, lápiz y otros medios. Los autores también variaron con el paso del tiempo. Casado señaló en 'Pueblo' a dos culpables: Rodríguez, el fotógrafo que tenía a medias con los Pereira el negocio de venta de fotos, y su hijo Jesús Miguel, pintor. Después, hubo otros. ¿Y María Gómez Cámara? «Ella tuvo que saber en todo momento lo que estaba pasando», coinciden los autores de 'Los caras de Bélmez'. Tras la muerte de la mujer en 2004, el Ayuntamiento de Bélmez quiso de comprar la casa, pero los herederos pidieron por el humilde inmueble 600.000 euros, mucho más que lo que el pueblo podía pagar. Pero se obró el milagro.

Muy oportunamente, unos parapsicólogos anunciaron entonces el hallazgo de nuevas caras en otra casa, más barata, en la que María Gómez había pasado la infancia. Los autores de los dibujos fueron en realidad los propios parapsicólogos. Dos años después, se inauguró en Bélmez un centro de interpretación de las caras. Costó 858.000 euros de los fondos públicos, 587.000 procedentes de fondos de la Unión Europea. Dinero de todos destinado a la promoción de la superstición y de un fraude muy rentable para algunos. «Las caras son un negocio para el pueblo de Bélmez. Por eso creo que no van a desaparecer», argumenta el escéptico vizcaíno Gabriel Naranjo, quien recuerda lo que decían en 1986 los habitantes de los pueblos vecinos: «En Jódar y Huelma, nos comentaron que Bélmez era el pueblo de los caras. Así, en masculino».

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