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Uri Geller, doblando una cuchara con la ayuda de José María Íñigo en 'Directísimo' el 6 de septiembre de 1975. E. C.

El fantástico Uri Geller

Ha prometido parar telepáticamente el 'Brexit'. En 2014 dijo que iba a encontrar el avión de Malaysia Airlines desaparecido en el Índico y en los años 70 aseguraba ser un enviado de extraterrestres

Martes, 2 de abril 2019, 00:15

¿Qué es para usted Spectra? Tan tarantán tan tan tan tan tarantán tan tan tan tan tarantán... Sí, pero no solo es la organización criminal contra la que lucha James Bond desde tiempos del doctor No, allá por 1962. 'Spectra' también es la nave alienígena desde la que fue enviado Uri Geller a nuestro planeta para irnos preparando para una inminente invasión extraterrestre. Veintitrés años tenía cuando en 1971 le contó bajo hipnosis esta historia al parapsicólogo Andrija Puharich, quien la incluyó en su libro 'El misterio de Uri Geller' (1975). «El intermediario entre estos mensajeros (los delegados extraterrestres de 'los controladores del Universo') y los pobladores de la Tierra es Uri Geller», decía Puharich entonces. Más de cuarenta años después, el israelí prometía hace unos días que va a parar telepáticamente el 'Brexit'.

Uri Geller saltó a la fama en los años 70, cuando viajó por medio mundo haciendo demostraciones televisivas de sus supuestos poderes paranormales. En España, fue en la noche del 6 de septiembre de 1975, sábado, cuando dejó con la boca abierta a los más de 20 millones de espectadores de 'Directísimo', el programa que presentaba el fallecido José María Íñigo en TVE, la única televisión de la época. Geller dobló cucharas y puso en marcha relojes de cuerda averiados, en una actuación que revolucionó el país semanas antes de la muerte de Franco. No hubo ciudad ni pueblo sin su émulo del israelí.

En Plentzia, por ejemplo, Miren Ansoleaga dobló en su casa con 'caricias' varios cubiertos de alpaca mientras Geller hacía de las suyas en la tele y también días después ante dos redactores de este periódico. «Yo no creo que sea una facultad especial», decía antes de contar cómo había descubierto sus poderes. «Estábamos viendo la televisión cuando mis hijos decidieron participar en el número de los cubiertos. Todos lo intentamos, pero solo yo logré el propósito. Mis hijos se reían, yo también. He tratado otra vez de conseguir los mismos efectos y siempre con resultados positivos», aseguraba Ansoleaga. E indicada que, cuando se iba a doblar el cubierto, notaba en las manos «un alto grado de calor». Un chico de 15 años, Iñaki Ibarra Cruz, consiguió, por su parte, poner en marcha un reloj despertador sin tocarlo, solo colocándolo delante del televisor cuando Geller dijo que se hiciera.

Trucos de magia

«No hubo truco ni trampa», escribió Íñigo semanas después en 'La Gaceta del Norte', en un amplio reportaje en el que sacaba la cara a su invitado. «Algunos dicen ahora que todo aquello no tiene carácter científico. Naturalmente que no. Uri Geller mostró sus enormes poderes, simplemente eso. Y se negó a someterse a las pruebas de algunos parapsicólogos españoles por considerarlos meros intermediarios entre la ciencia y el público. 'Solo he aceptado en mi vida las pruebas y experimentos de auténticos científicos, de los sabios más conocidos de Inglaterra y Estados Unidos, como el profesor John Taylor, de la Universidad de Londres, o los de la Universidad de Stanford...'».

El mago James Randi desenmascaró al israelí en su libro 'The truth about Uri Geller' (1982). Luis Ángel Gómez

Es cierto. Geller había deslumbrado con sus habilidades al físico inglés John Taylor y a los parapsicólogos Russell Targ y Harold Puthoff, del Instituto de Investigación de Stanford. Pero se había negado sistemáticamente a participar en experimentos ante otros científicos y parapsicólogos menos ingenuos y, por supuesto, ante prestidigitadores. Semanas después de la actuación en 'Directísimo', Ramos Perera, presidente de la Sociedad Española de Parapsicología, publicó el libro 'Uri Geller al descubierto', en el que revelaba que el 'dotado' era en realidad un ilusionista. En la presentación del libro Madrid, el mago José Luis Ballesteros replicó los prodigios de Geller ante los periodistas, a los que Perera dio una serie de consejos para que ni el israelí ni ningún otro listillo se la diera con queso. Cosas tan sencillas como comprobar que los cubiertos no estuvieran trucados y evitar que el sujeto los manipulara sin control.

Esas mismas directrices aplicó en 1973 Johnny Carson, presentador del 'Tonight Show' de la NBC, cuando Geller acudió al entonces programa más importante de la televisión estadounidense. El mago James Randi había aconsejado a Carson que los relojes, cubiertos y otros objetos con los que Geller demostrara sus habilidades fueran nuevos y que ni él ni sus ayudantes tuvieran acceso a ellos antes de ponerse delante de las cámaras. Así se hizo, y los poderes de Geller se esfumaron ante la atenta mirada de Carson, ilusionista aficionado y que no le quitó el ojo de encima en ningún momento. «Fallé delante de 40 millones de personas», reconoció después el 'dotado'. No fue la única vez. Ha fallado siempre que un mago ha diseñado controles para que no pueda hacer trucos que todo prestidigitador conoce, como doblar cubiertos y adivinar lo que alguien ha dibujado sin que, supuestamente, él lo haya visto. Una de las últimas veces que coincidió con Íñigo, en la televisión pública vasca en 1986, Geller no dobló cucharas porque se había dejado su cubertería –por supuesto, preparada– en el hotel donostiarra donde se alojaba.

Maestro de la autopromoción

Geller cimentó su reputación sobre 'prodigios' que puede replicar cualquier ilusionista, pero que él disfraza de superpoderes. Y ha deslumbrado así a mucha gente, incluido Eduard Punset. «Tú eras un pionero y ahora esto es ciencia, ciencia pura», le dijo a Geller en febrero 1998 en 'Redes' (TVE), tras presentarle como «telépata y mentalista». El economista y expolítico dio por ciertas falsedades como que el israelí puede con sus poderes curar enfermedades y «encontrar oro y petróleo». En diciembre de 2013, visitó 'El hormiguero' y volvió a repetir los trucos de siempre con la impunidad de siempre para asombro de Pablo Motos y vergüenza ajena de todos los que conocen sus tejemanejes. Además, anunció en el programa que iba a parar el reloj de la Puerta del Sol durante el ensayo general de las campanadas de Nochevieja del 30 de diciembre. No lo hizo, pero se habló de él durante días.

«Nadie puede dudar de los poderes sobrenaturales de Geller para la autopromoción», decía en 2006 el periodista Matti Friedman. Ansioso siempre de publicidad, hace unos días prometía, en una carta abierta a Theresa May, que iba a parar el 'Brexit' telepáticamente . Una maniobra promocional más para, aprovechando la actualidad, hacerse con titulares, aunque no tan repugnante como la de marzo de 2014 cuando, días después de la desaparición de un Boeing 777 de Malaysia Airlines con 239 tripulantes cuando volaba de Kuala Lumpur a Pekín, se jactó de que le habían pedido que encontrará el avión siniestrado mediante la visión remota, la capacidad paranormal de ver a distancia lugares y personas. A día de hoy, no se han encontrado los restos del vuelo MH370, pero ya casi nadie se acuerda de que Geller iba a localizarlo.

Uri Geller intenta mover la aguja de una brújula, truco en el que usa imanes en manos o boca. Reuters

«¿Por qué fue seleccionado Uri Geller como embajador de una civilización avanzada?», se preguntaba el parapsicólogo Andrija Puharich en el libro que le dedicó. Como tantos otros, creía en su poderes, aunque en su caso era lógico. Puharich estaba convencido de que el Universo estaba gobernado por Los Nueve, entidades extraterrestres con las que un médium indio, un tal doctor Vinod, le había puesto en contacto en 1953. Los Nueve, escribía el parapsicólogo en 1975, «están íntimamente relacionadas con el concepto que tiene el hombre de Dios». A principios de los años 70, Los Nueve se comunicaron repetidamente con Puharich a través de Geller, y el parapsicólogo se tragó también la trola de que este había recibido sus poderes de los extraterrestres.

El Pentágono y la visión remota

De donde el israelí no salió tan airoso fue del Pentágono, que en 1972 puso a Harold Puthoff y Russell Targ al frente de un programa para investigar la visión remota. Experimentaron, entre otros, con Geller y los dejó pasmados. En una de las pruebas, explicaron en la revista 'Nature' en 1974, Geller estaba en una habitación cerrada, alguien hacía un dibujo y él tenía que replicarlo mediante telepatía. Según los parapsicólogos, acertó en siete de las trece ocasiones, y una resultó especialmente llamativa: el objetivo era un racimo de uvas y dibujó uno con el número exacto de frutos, veinticuatro.

Puthoff y Targ estaban deslumbrados cuando el teniente coronel Austin Kibler, psicólogo y director de Investigación Conductual de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (ARPA) de EE UU, pidió a su colega y mago Ray Hyman, de la Universidad de Oregón, que revisara el trabajo. Aunque los parapsicólogos aseguraban que, durante las pruebas, Geller había estado aislado en una habitación, no había sido así y además dos de sus cómplices, a los que ya se había pillado en otras ocasiones pasándole información subrepticiamente, habían campado a sus anchas por el laboratorio. Hyman concluyó que las medidas de control habían sido insuficientes y que Geller era «un completo fraude», y Puthoff y Targ perdieron su contrato con el Pentágono.

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