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Un objeto no identificado, captado por un avión militar estadounidense recientemente E. C.
Los extraterrestres de Michio Kaku

Los extraterrestres de Michio Kaku

El físico estadounidense se descolgó en septiembre en un congreso ufológico celebrado en Barcelona con que podrían estar visitándonos seres de otros mundos

Martes, 15 de octubre 2019, 01:42

Sostiene el científico y divulgador Michio Kaku que el 95% de los avistamientos de ovnis puede explicarse convencionalmente, pero que hay un 5% de las observaciones protagonizadas por los militares estadounidenses que desafía las leyes de la física y eso demuestra que hay algo raro ahí fuera. Para él, hay dos posibilidades, que estemos ante vehículos no tripulados de otras potencias o ante naves extraterrestres. Kaku dijo estas cosas a principios de septiembre en Barcelona, en el marco de un congreso mundial de ufología. Nada particularmente sorprendente, aunque a buena parte del periodismo científico español se le haya caído un mito.

El físico estadounidense lleva años haciendo afirmaciones extravagantes sobre los objetos volantes no identificados y los extraterrestres. Lo único nuevo ahora es que ha añadido que las pruebas a favor de la existencia de visitas alienígenas son tan abrumadoras que la pelota, según él, está ya en el tejado de los militares, que son quienes deben demostrar que no hay naves extraterrestres volando por nuestros cielos. «La carga de la prueba les corresponde a los militares. Deben demostrar que no son drones hipersónicos en los que llevan 15 o 20 años trabajando», soltó en una entrevista concedida a un periódico madrileño. Obviamente, si esos supuestos ovnis fueran armas secretas, los militares nunca sacarían a los ufólogos de su error. Harían lo mismo que han hecho en el último medio siglo: aprovechar la pantalla ovni para camuflar sus aeronaves más avanzadas, aviones espía como el U-2, el A-12 OXCART, el SR-71 Blackbird.

Los visitantes y el Ratoncito Pérez

Cuando habla de ovnis, Kaku demuestra ser un ingenuo de tomo y lomo. Si no, algo peor. Eso es lo primero que ha de quedar claro. Y, cuando pretende invertir la carga de la prueba, hace trampas. Él sabe que es quien afirma que algo existe el que tiene que demostrar que ese algo existe; no el resto del mundo el que tiene que demostrar que ese algo no existe. Él sabe que el hecho de que millones de niños encuentren por la mañana, inexplicablemente para ellos, un regalo bajo la almohada en la que dejaron anoche un diente no implica que alguien deba probar que no lo han hecho los padres. No. Es quien achaca el prodigio al Ratoncito Pérez el que ha de demostrar que el mágico y generoso roedor existe.

En 1969 se publicaron los resultados del primer estudio científico sobre el fenómeno ovni. Lo encargó la Fuerza Aérea de Estados Unidos a la Universidad de Colorado y lo lideró el físico Edward Condon, pionero de la mecánica cuántica y que había sido presidente de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS). Se conoce como 'Informe Condon' y fue demoledor para la ufología. «Nuestra conclusión general es que en los últimos veintiún años no se ha obtenido nada del estudio de los ovnis que se haya añadido al conocimiento científico. La consideración cuidadosa de los expedientes que están a nuestra disposición nos lleva a concluir que no se puede justificar un estudio más amplio de los ovnis, con la esperanza de que suponga algún avance para la ciencia», escribía el físico al comienzo del informe. El estudio dejaba casos sin explicar, pero eso no afectaba a las conclusiones, aplaudidas por la comunidad científica. «Los casos inexplicados son simplemente inexplicados. No son prueba de ninguna hipótesis», advertía hace 50 años en la revista 'Science' el psicólogo Hudson Hoagland.

El físico y divulgador científico estadounidense Michio Kaku. AFP

Otra perogrullada que conviene recordar y que Kaku pasa alegremente por alto: la ufología se cimenta sobre los casos de objetos volantes que testigos e investigadores han sido incapaces de identificar. De ahí el propio nombre del fenómeno, ovni, que abarca todo lo no identificado una vez que quitamos del medio a Venus, los otros planetas, la Luna, los fraudes y montajes, los reflejos, los aviones y helicópteros, los pájaros, las farolas, los faros de coches, los bólidos, las reentradas de satélites artificiales, los globos sonda, los lanzamientos de cohetes y misiles, los espejismos…

La falacia del residuo

La pregunta clave es: ¿queda algo realmente no identificable una vez que descartamos esos estímulos y motivaciones? Aunque les parezca mentira, la ufología seria –sí, hay varias ufologías y la que trajo a Kaku a España es la más chiflada y también la más rentable– hace tiempo que encaró y resolvió esa cuestión. A pesar de que tradicionalmente se ha dicho que el porcentaje de sucesos inexplicados ronda el 10%, hoy ese porcentaje se ha recortado hasta el 2%, según me comentaba recientemente Vicente-Juan Ballester Olmos, uno de los pocos ufólogos serios españoles y artífice de la desclasificación ovni en nuestro país. Así que el objeto real de estudio de los ufólogos es ese 2% de sucesos inexplicados y la pregunta, si se trata de manifestaciones de un fenómeno nuevo.

La ufología clásica sostuvo desde 1950 –no antes, a pesar de que los primeros platillos volantes se vieron en 1947– que las causantes de los casos inexplicados eran naves extraterrestres. Suena un poco, seamos generosos, disparatado viajar desde otro planeta para asustar a un campesino en un paraje aislado, pero hoy en día hay ideas mucho más locas. El ufólogo español José Antonio Caravaca aboga, por ejemplo, porque el causante del fenómeno es un agente externo –así, sin más– que interactúa con el entorno y la mente humana, y crea experiencias a medida de cada testigo. El padre de la rimbombantemente llamada teoría de la distorsión no puede presentar ninguna prueba de tan extraordinaria afirmación, pero eso no impide que la ufología ibérica más loca le aplauda a rabiar.

¿Hay algún indicio que apunte a la posibilidad de que seres de otros mundos, viajeros temporales u otros seres sorprendentes se oculten en el 2% de casos inexplicados? Para responder a esa pregunta, ufólogos como Ballester Olmos hace tiempo que compararon las características –forma, color, brillo, velocidad...– de los avistamientos de objetos volantes finalmente identificados con las de las observaciones de no identificados. «Los ovnis y los ovis (objetos volantes identificados) tienen estructuras estadísticas similares», reconocía Ballester Olmos en 2012, después de años de análisis. A esa misma conclusión había llegado a finales de los años 70 el ufólogo Allan Hendry tras investigar 1.307 avistamientos denunciados ante el Centro para el Estudio de los Ovnis (CUFOS), la organización fundada por Joseph Allen Hynek, el ufólogo detrás de 'Encuentros en la tercera fase'. Todo indica, pues, que no hay nada inexplicable en el fenómeno; solo sucesos inexplicados por razones varias, que van desde la fiabilidad del testimonio hasta la pericia del investigador.

Los ovnis del Pentágono

Kaku dice que en los últimos años los militares estadounidenses han sido testigos de sucesos, documentados en vídeo y fotos, protagonizados por «objetos que se mueven hasta cinco o veinte veces la velocidad del sonido, de manera zigzagueante, causando una fuerza centrífuga que mataría a cualquier ser vivo. No son globos, no son gases, no es una anomalía del clima ni el eco de un radar». Dicho así suena impresionante, pero, como pasa casi siempre con los ovnis, una cosa es lo que se afirma y otra la realidad.

El físico se refiere a varios vídeos grabados por pilotos de combate que publicó 'The New York Times' y que los estamentos militares estadounidenses investigan ante la sospecha de que lo captado puedan ser drones enemigos. En uno, por ejemplo, se ve un objeto que, centrado en la pantalla, de repente desaparece bruscamente. ¿Portentoso? No, tanto. Como explica en su blog el astrofísico Héctor Socas Navarro, la supuesta gran aceleración final del objeto es más aparente que real ya que se debe a que la cámara del caza deja de seguirlo y por eso sale del campo de visión.

Los expertos que han examinado las grabaciones no han encontrado en ningún caso los desafíos a las leyes de la física de que habla Kaku. Y los militares tampoco. De hecho, el Pentágono sospecha que, confusiones al margen, algunos avistamientos podrían estar causados por drones de otras potencias o por aviones privados que se adentran en espacio militar restringido, y se refiere a esos objetos sin identificar no como ovnis sino como fenómenos aéreos inexplicados (UAP por su siglas en inglés), para dejar claro que no tienen nada que ver con los clásicos platillos volantes y el mito extraterrestre. Claro que eso a algunos ufólogos y a Kaku les da lo mismo.

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