'Engullida' por un kilo de plástico... lo que generamos en mi casa en una semana
Nueva ley sobre el plástico ·
Desde el día 1 hay un nuevo impuesto que grava el plástico de usar y tirar. Un tenedor desechable que usas solo unos minutos tarda 400 años en descomponerse. ¿Hay manera de vivir 'plastic free'?
Verse una 'engullida' por su propia basura le da que pensar. Decenas de bricks, botes, botellas, latas... que cubren mi cuerpo, y que hemos generado en un hogar de tres personas en una semana. Dos bolsas llenas que pesan 952 gramos. Si tiramos su contenido al suelo, forma un rectángulo de 0,90 (el ancho de una cama pequeña) por 2,68 metros. La cantidad de plástico que generamos en mi casa alcanzaría en un año y dos meses mi propio peso (58 kilos), en nueve meses 'alfombraría' los 87 metros cuadrados que mide mi piso y en poco más de dos años alcanzaría la altura de la Torre Eiffel.
¿Realmente necesito tanto? Javier Barrios, cofundador del proyecto Sinplástico en Bilbao, asegura que no. Él ha reducido su uso «en un 80% o 90%», como si en mi casa pasáramos del kilo semanal a menos de 100 gramos. De su bolsillo no saldrá un céntimo para cubrir el gasto extra que va a suponer a fabricantes el impuesto especial sobre envases de plástico no reutilizables que entró en vigor ayer y que grava el kilo de plástico de un solo uso con 45 céntimos. Es ese plástico que 'forra' dos plátanos en una bandeja de poliespan o media docena de zanahorias, el del botecito de champú de tamaño viaje, el que recubre la crema hidratante que a su vez viene empaquetada en cartón... Con el que lleno dos bolsas en mi casa en una semana.
«El problema del plástico no es el plástico, que es un producto fantástico y está en casi todo: gafas, cables de la luz, ordenadores... Los coches pesan mil kilos menos porque llevan plástico, sin plástico no viviríamos tan confortablemente y consumiríamos más energía». El problema, pone el foco Javier, es usar un material 'eterno' para fabricar un recipiente que tiene una vida tan corta, a veces de segundos, de minutos. ¿Cuánto tarda en comer y desechar ese tenedor y ese cuchillo de plástico?, ¿quince minutos, veinte como mucho? Pues sepa que tardarán 400 años en descomponerse, y 55 una bolsa de plástico, 500 una botella, 600 el hilo de pesca. «Eso de que desaparece es mentira. En 500 años una botella solo desaparece de la vista, pero sigue 'ahí', descompuesta en trocitos tan pequeños que no se ven».
El problema, dice Javier, es que en mi casa generemos casi un kilo a la semana: 45 gramos por cabeza al día (somos tres). Así no parece tanto, pero teniendo en cuenta que cada bilbaíno genera como yo o parecido eso son 15 toneladas de plástico en los hogares de la ciudad en un solo día. Imagine si le sumamos lo que sale de restaurantes, bares, comercios, oficinas... Las cifras marean. Y a gran escala ni nos hacemos una idea de su dimensión: «Cada año llegan a los mares y océanos basura que tiene un peso equivalente a 1.200 veces el peso de la Torre Eiffel», advierte Julio Barea, doctor en Geología y responsable de campañas de consumo y biodiversidad de Greenpeace. Coincidiendo con la entrada en vigor de la nueva normativa sobre plásticos, que además del nuevo impuesto contempla la reducción del 20% de botellas de plástico de un solo uso para 2030, el uso de envases reutilizables en la venta de alimentos a granel, el acceso a agua no envasada en festivales y eventos... los dos especialistas nos abren los ojos a la cantidad de residuos que generamos. No se trata de llevarlos al contenedor amarillo, eso se da por hecho. Se trata de llevar cada vez menos.
¿HAY QUE LAVAR LOS ENVASES?
Vamos al supermercado y metemos los alimentos en un carro de plástico, nos llevan el pedido a casa en bolsas de plástico, ¡pagamos con una tarjeta de plástico! Sintomático, ¿no? «No solo eso. ¡Es que comemos plástico! -los estudios dicen que unos 5 gramos a la semana-. Los peces comen tapones y plásticos pequeños. Como suelen ser de colores vivos, los confunden con algas, con animales. Al llenarse su estómago de estos desechos, muchos acaban muriendo de hambre. Si cogemos cualquier pez grande de anzuelo y lo abrimos, el cien por cien tendrá plástico en sus tripas», recuerda Javier Barrios (según un informe de Greenpeace, hasta 170 especies ingieren restos de plastico y en muestras de campo hechas con peces se han encontrado una media de 21 microplásticos en cada animal).
Aunque hay «más 80.000 tipos de plásticos», los que acaban en nuestra bolsa de basura son apenas media docena. Y también esos son los que se reciclan. «El problema es que en un brick de leche, además de cartón y aluminio, hay dos o tres tipos de plásticos diferentes. La mayor parte del material que se recupera acaba convertida en una especie de chatarra de plástico, varios tipos mezclados, de manera que no se obtiene materia prima con la que poder volver a fabricar ese mismo producto». Vamos, que de una botella de plástico no sale otra. Para que así fuera, la recuperación tendría que ser realmente selectiva. «En Alemania hay contenedores diferenciados para cada tipo de plástico. Vas al supermercado y echas el envase en su sitio, materia prima para fabricar otro parecido». Como aquí sucedía antes con el vidrio que se devolvía. «Cuando era joven comprabas una botella de cerveza y dejabas 25 pesetas de fianza, que te devolvían si llevabas de vuelta el casco. Hoy no. Hoy con suerte se tira al contenedor de vidrio y se rompe para fundirla y fabricar otra igual, con el gasto energético que eso supone», censura Julio Barea.
La píldora
¿Por qué se recogen tapones?:
«La nueva ley obliga a que las botellas de plástico incorporen un sistema por el que no se puede soltar el tapón. Porque hoy en día los tapones no se reciclan. En la primera fase de reciclaje, cuando los envases se meten en una especie de tambores con agujeros grandes, se descartan porque los tapones y otros plásticos pequeños (a veces incluso del tamaño de un envase de yogur) se escapan por esos agujeros y acaban en el vertedero. Pero el material de los tapones es bueno porque es un plástico de alta densidad y por eso se vende (se recogen en campañas para causas benéficas). Hay municipios que han puesto incluso un contenedor específico para recogerlos y sacar así un dinero», explica Julio Barea, portavoz de Greenpeace.
¡TODO ME SABE A PLÁSTICO!
¿Cuánto tiempo lleva esa botella de plástico con usted? ¿Cuántas veces la ha rellenado? Deséchela. «No debe rellenarse porque el cloro que tiene el agua del grifo y la luz 'deshacen' el plástico de la botella, que suelta ftalato, una sustancia química que altera el sistema endocrino», advierte Javier Barrios. Aclara que el problema del plástico no es solo una cuestión medioambiental, también de salud. «El plástico es impermeable pero poroso, y absorbe todos los productos con los que está en contacto. Por eso nunca podríamos reutilizar un bote de detergente o una botella de lejía para beber agua. Por muchas veces que los lavásemos, siempre soltarían un poco de jabón y de lejía». En relación a la contaminación química, Barrios alerta sobre las monodosis, envases pequeños que apenas contienen unos pocos gramos o mililitros de producto 'forrados' de plástico. «Como la cantidad de químicos que se transfieren al alimento en cada monodosis es baja los fabricantes se lavan las manos. Y sí, una monodosis no nos contamina, pero muchas sí. Tomas cinco monodosis de un alimento, te echas en la cara crema de un sobrecito plastificado, bebes un refresco pequeño que viene en una botella de plástico...».
La píldora
¿Por qué debe 'sudar' el jamón bueno envasado?:
«Cuando compramos jamón y además de envasarlo nos ponen una lámina fina de plástico entre loncha y loncha para que no se pegue nos dicen que lo abramos antes de comer. ¿Por qué? Porque si lo comiésemos nada más abrirlo, sabría a plástico. Pero cuando lo abrimos y 'suda', ese sudor quita el sabor a plástico», explica Javier Barrios.
ASÍ HACE JAVIER LA COMPRA... SIN BOLSAS
En la cesta de la compra de Javier Barrios hay tan poco plástico que no necesita ni bolsa para llevarlo al contenedor amarillo. Lo lleva en la mano. «Si compro aceite de oliva lo hago en envase de cristal, que es un material que se recicla prácticamente al 100%, pero el aceite de freír solo viene en plástico, así que no hay más remedio. Lo que hago es comprar botes grandes, de dos o tres litros, y cinco litros de vinagre». Va poco al súper porque se apaña en las tiendas de su barrio -vive en Leioa-, donde baja 'armado' de túpers. «Para los pescados grandes tengo una bolsa de plástico que me dio el pescadero y que lavo y cuelgo al aire para que se vaya el olor cada vez que uso. Lleva conmigo ya seis meses y cuando se agujeree la cambiaré por una de silicona, que es igual de contaminante pero al tratarse de un material inerte no transfiere ni absorbe nada, así que a nivel de salud es mejor».
Cuenta que la primera vez que se presentó en la carnicería con los túpers casi se va sin compra, pero que ahora es el carnicero el que se los pide. En uno, los filetes; en otro, el pollo; en otro, el jamón... y de ahí a la nevera. «Todo me dura más. La fruta la meto en bolsitas de algodón y unas berenjenas me aguantan diez días sin encogerse, hasta tres semanas las zanahorias y lo mismo el pan, que dura siete días. Al queso le pongo una película de aceite de oliva en la zona del corte y no se seca, no hay necesidad de envolverlo en papel film, que no uso para nada, y los yogures los hago caseros.».
No solo ha desterrado el plástico de su cocina, también del cuarto de baño, que ahí «hay mucho más». «La pasta de dientes la fabrico yo mismo, pero entiendo que no todo el mundo esté dispuesto a hacerlo. De todos modos, ya hay en el mercado varias marcas de dentífrico en polvo para echar directamente a la boca e incluso pequeñas pastillas para masticar. Igual que los jabones y champús, que también se venden en formato sólido sin necesidad de botes».
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Las bolsas que se cobran y las gratis:
«Yo compro harina en bolsa de papel pero cuando llego a la caja la meten en una bolsita de plástico 'por si se rompe'. Menuda pelea tengo para decirles que no. Es un contrasentido que se cobre por las bolsas de plástico de dos asas pero luego el jamón york, la fruta, el pescado... te lo meten en bolsas individuales de plástico sin asas, de las que son gratuitas».
¿POR QUÉ LAS MALLAS DE LAS MANDARINAS LLEVAN 'ASA'?
«En aras de la salud y la higiene se envasa todo»... Y en aras de las ventas, que los envases también venden, advierte Javier Barrios. «Antes te ponían el azúcar en papel y ahora cada vez más en plástico. Los garbanzos los meten en una bolsa de algodón pero te los plastifican. Las frutas llevan una pegatina para saber de dónde son pero son tan pequeñas que es imposible reciclarlas porque ni las separamos ni se aprovechan luego en las plantas de reciclaje porque se escapan, igual que todo el plástico que mida menos de equis centímetros. Antes comprabas una napolitana en la panadería y te la daban en la mano, pero ahora vienen en una bolsita con un dibujo bonito, comprabas galletas a granel, no en paquetitos pequeños plastificados como actualmente...».
La píldora
El 'sospechoso' brillo de las cantimploras de aluminio:
Al poco de empezar la entrevista Javier saca de la mochila una botellita de acero inoxidable que lleva siempre con él. «¿Por qué bebemos agua de una botella de plástico cuando podemos hacerlo de un bote de acero inoxidable o de vidrio? Ahora se ven muchas botellas de aluminio, como las antiguas cantimploras, pero todas están plastificadas. Miras dentro de la botella y brilla, pero el aluminio no brilla, así que ese brillo es por el plástico». El experto advierte de que cantidad de productos de menaje llevan plástico: «Si una sartén es antiadherente, lleva plástico, por muchos 'apellidos' que le pongan del tipo 'a la cerámica', 'al diamante'...».
«¿UN BOTE DE PLÁSTICO PARA METER 100 GRAMOS DE ARÁNDANOS? ¡PERO SI ME LOS COMO EN TRES MINUTOS!«
Al sacar el contenido de las dos bolsas de plástico que había recogido en casa durante una semana, a Javier le llamó la atención un bote pequeño, de plástico duro. «¿Qué había dentro?». «Arándanos». Él también los compra, pero a granel. Los manda meter en una bolsa de papel que lleva de casa y a la que le ha dado varios usos o en un túper. Al menos, ese bote de arándanos se reciclará porque lleva el símbolo que lo acredita como envase a recuperar. «Se recoge porque la empresa paga un canon para que se lleve a la planta transformadora. Pero hay mucho más material que al no ser considerado envase acabará en el vertedero o en la incineradora, aún siendo de un plástico que podría reciclarse», denuncia Barrios.
La píldora
El experimento con las cajeras de supermercado:
«En Estados unidos se hizo un estudio con las personas que trabajan en las cajas de los supermercados y se demostró que tenían altas dosis de bisfenol-A, un disruptor endocrino. Esta sustancia se utiliza para fabricar los papeles que se dan como tickets de la compra, que tienen un tono brillante y a los que la tinta se les va rápidamente. Las cajeras tocaban continuamente esos tickets para dárselos a los clientes y después se tocaban la cara, cogían el bocadillo...», relata Javier Barrios.
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