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Aitor Ansa
Martes, 5 de marzo 2024, 08:05
Se le conoce con mucho nombres. Parvovirus, megaloeritema, eritema infeccioso, quinta enfermedad o, la más popular, el virus de la bofetada. Puede provocar algo de tos, mocos o incluso fiebre aunque hay un síntoma inequívoco para reconocerla: el enrojecimiento de las mejillas como si el ... paciente hubiera recibido un tortazo. Es la afección benigna que afecta principalmente a los niños escolares durante esta época del año y que está llenando las consultas de pediatría de Euskadi durante las últimas semanas.
El causante de este mal es el parvovirus B19, un virus exclusivamente humano altamente contagioso. Pese a que se registran casos durante todo el año, es ahora, coincidiendo con el final del invierno y el inicio de la primavera, cuando se concentran la mayoría de ellos. «Es una enfermedad muy frecuente, estamos viendo muchos casos en las consultas. En las dos últimas semanas yo he podido atender perfectamente ocho o diez», cerciora Pedro Gorrotxategi, pediatra de Osakidetza y vicepresidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEP). No obstante, desde el área de vigilancia epidemiológica del Gobierno Vasco, dependiente de Salud Pública, afirman que no se trata de ninguna circunstancia especial y hacen un llamamiento a la calma.«No se ha identificado ningún brote particular», apuntan.
Tiempo atrás a la enfermedad del niño abofeteado o eritema infeccioso se le denominaba la quinta enfermedad al tratarse de la quinta patología de enfermedades que eran muy comunes en la infancia. El sarampión, las paperas, la rubéola y la varicela son las cuatro primeras. Sin embargo, no hay motivos para la alarma social ya que se trata de una infección que los niños superan sin mayores consecuencias. «Se trata de una enfermedad totalmente benigna, así que no hay nada que hacer. Así como viene se va», explica Gorrotxategi, que sostiene que es más frecuente en la población infantil, «hasta los siete u ocho años».
Los primeros síntomas son «inespecíficos», dice el experto, y se pueden manifestar como dolor de cabeza, mocos o algo de malestar. «También con fiebre, aunque no en todos los casos». Posteriormente brota la erupción típica que comienza en las mejillas y es de color rojo brillante. La lesión cutánea se suele extender después por el resto del cuerpo, siendo muy característico que afecte a nalgas y extremidades con lesiones rojizas. «Se contagia muy fácil, principalmente a través de las gotitas de saliva que se emiten al hablar, al toser o al estornudar. El niño puede contagiar la enfermedad durante el periodo de incubación y al inicio de los síntomas, pero deja de ser contagioso cuando aparecen las primeras manifestaciones cutáneas», detalla el pediatra.
¿Qué es? Una enfermedad vírica que se manifiesta con una erupción muy característica en las mejillas que hace que se parezca a una bofetada.
Síntomas Se inicia con síntomas inespecíficos como dolor de cabeza, mocos o algo de malestar. Puede o no aparecer fiebre. Posteriormente brota la erupción típica que comienza en las mejillas y es de color rojo.
¿Cómo se contagia? Principalmente a través de las gotitas de saliva que se emiten al hablar, al toser o al estornudar.
Tratamiento Dada la benignidad de la enfermedad no suele precisar ningún tratamiento.
¿Cómo se puede prevenir? No hay vacuna. Como toda enfermedad que se contagia por vía respiratoria, las medidas generales de lavado de manos y tener unas buenas prácticas al toser o estornudar ayudarán a evitar su propagación.
En este sentido, el sanitario recuerda que el parvovirus es una afección «exclusivamente de humanos» y «diferente» al que sufren perros o gatos, por lo que «no es posible el contagio por parte de una mascota o viceversa». El período de incubación oscila entre 4 y 28 días, con un promedio de 16 a 17 jornadas. «Lo habitual es que desaparezcan las lesiones en una semana», añade Gorrotxategi, si bien estas se pueden volver a reactivar durante varias semanas.
Al tratarse de una enfermedad con una sintomatología inespecífica y que pasa prácticamente inadvertida durante el periodo de incubación, «los niños pueden hacer una vida totalmente normal. No es como en otras enfermedades, que precisan de un aislamiento y se recomienda no llevarles al cole o a la guardería. En este caso, cuando salen las erupciones cutáneas en las mejillas y en el cuerpo el paciente ya no transmite el virus, por lo que puede ir a clase tranquilamente».
Eso sí, el pediatra matiza que, a pesar de tratarse de una enfermedad benigna, «hay que tener especial cuidado con las embarazadas», ya que el virus constituye un factor alto de riesgo durante la gestación, pudiendo incluso ocasionar un aborto a las mujeres en los casos más extremos. También puede provocar complicaciones en personas inmunodeprimidas o con anemia falciforme.
Dada su benignidad, la infección no suele precisar de ningún tratamiento farmacológico. Sí se puede administrar algún analgésico si aparecen dolores articulares, fiebre o malestar general. Por lo demás, «no hay nada que se pueda hacer», apunta el médico.
Tampoco hay ninguna forma de poder prevenir la enfermedad, más allá, sostiene el facultativo, de mantener unos buenos hábitos higiénicos como pueden ser el lavado frecuente de manos o cubrirse la boca y la nariz a la hora de toser o estornudar. «Como en toda enfermedad que se contagia por vía respiratoria», añade el vicepresidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria.
A día de hoy no existe ninguna vacuna para hacer frente a esta patología.
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