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La Unión Europea ha sido pionera en el desarrollo y aprobación de una ley para regular la Inteligencia Artificial, y Beatriz Rodríguez, responsable de Protección de Datos, Ciberseguridad e Innovación Tecnológica del bufete de abogados RocaJunyent, considera que es necesario ir acotando su marco normativo para evitar que los riesgos inherentes a esta tecnología superen a sus beneficios.
«Es una ley muy relevante porque trata de adelantarse a cosas que aún no han sucedido y va a tener un impacto muy grande porque el ámbito de aplicación es muy amplio», explica la abogada, que participará en el AI International Basque Forum que se celebrará los próximos martes y miércoles en Bilbao con la participación de 16 expertos en diferentes ámbitos de la materia.
Pero que la ley europea sea pionera y nazca con nobles intenciones no quiere decir que la población pueda despreocuparse. «Ni estamos bien protegidos frente a la IA, ni tenemos conciencia de sus riesgos», afirma Rodríguez, que pone el acento en la responsabilidad social. Un buen ejemplo es lo que sucede con los «deepfakes», audios, fotografías y vídeos generados por IA que muestran a gente diciendo o haciendo cosas que nunca dijeron ni hicieron. Por ejemplo, al Papa en un desfile de moda o a Donald Trump salvando a unos gatos para que no se lo coman los inmigrantes de Springfield.
«La sociedad cada vez es más tolerante con este tipo de contenido ilícito. Cuanto más lo ve la gente, a menudo como una broma sin importancia, más lo normaliza. Sucede, por ejemplo, con la pornografía »deepfake« -que añade un rostro real a un cuerpo desnudo-. Eso puede crear una sociedad cada vez más violenta», analiza. Y también más desinformada. Porque otro de los principales objetivos de estos montajes es la manipulación política. «Con los vídeos aún se nota el truco, pero hay audios en los que es imposible detectar que la voz no es auténtica y fotos muy conseguidas. A esto se suma que cada vez pensamos menos y que estamos perdiendo el espíritu crítico y haciéndonos cada vez más cómodos», señala Rodríguez, a la que le preocupan sobre todo los niños y los adolescentes «que no tienen reparo en dar todos sus datos en TikTok».
Da la sensación de que la ciudadanía está preocupada por su privacidad y los datos que comparte. «Pero, luego, cuando Instagram avisó de que iba a utilizar el contenido de sus usuarios para entrenar a su inteligencia artificial y advertí del peligro que eso suponía en todos mis grupos, solo dos personas respondieron y para decir que ya estaba con mis cosas», recuerda.
Por eso, la abogada tiene claro que el reto es educativo. «No estamos siendo capaces de asimilar este reto tecnológico con responsabilidad, y un gran poder conlleva una gran responsabilidad», sentencia.
«Creo que la tecnología nos va a superar, que la IA se encamina hacia la singularidad. Y eso supone que, en el futuro, tendremos que legislarla como si fuese otra especie que convive con nosotros». El problema es que «poco puede hacer la regulación si la sociedad no está concienciada». A pesar de todo, Rodríguez es optimista y está convencida de que la inteligencia artificial va a permitir avances impensables en ámbitos como la medicina. «Nos va a llevar a otro nivel», afirma.
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