«Van a ser unos años muy difíciles»

En este contexto, dieciséis guarderías privadas de Bizkaia se han unido para reivindicar el papel «esencial» que juegan en la educación de los más pequeños. El autodenominado Colectivo de Guarderías Privadas del territorio, que ofrece servicio para niños de 0 a 3 años, ha redactado un comunicado para advertir que «serán años muy difíciles». Se refieren, principalmente, a la gratuidad del Consorcio Haurreskolak y la concertación de las aulas de dos años en los colegios vascos, condiciones que amenazan la viabilidad económica de sus proyectos. No obstante, afirman que «seguiremos levantándonos con la ilusión de trabajar con y para los peques y sus familias», según el texto, al que ha tenido acceso EL CORREO.

El panorama para estos centros es complicado. Compiten contra las guarderías públicas pertenecientes al Consorcio Haurreskolak (participado por ayuntamientos y el Gobierno vasco), que serán gratuitas a partir del curso que viene; contra las Escuelas Infantiles privadas; y cada vez más contra los colegios, que ofrecen a las familias la oportunidad de matricular a sus hijos a partir de los dos años. El 16 de mayo finaliza el periodo de matriculación en la red pública, por lo que será entonces cuando puedan cuantificar el impacto que supondrá para sus arcas la gratuidad total de las Haurreskolak.

El Gobierno vasco no incluye a las guarderías privadas dentro del sistema educativo y las define como «ludotecas». Ainhoa Escaño, portavoz del Colectivo de Guarderías Privadas de Bizkaia, se revuelve contra esta etiqueta y afirma que lo que ofrecen es «un proyecto educativo sólido, como el de los demás». «Contamos con personal cualificado, formado y que cumple con todos los requisitos lingüísticos», señala.

Lo que sitúa a estos centros fuera del sistema educativo, explica, es que no cumplen con las condiciones físicas establecidas por la Administración en el decreto sobre Escuelas Infantiles, que data del año 2004. Entre otros, que las aulas deben tener un mínimo de 30 metros cuadrados. «La mayoría de nuestras guarderías llevan prestando su servicio más de treinta años, desde antes de que se aprobase la normativa actual», subraya Escaño.

«A pesar de nuestra labor asistencial y educativa de primera calidad, por no tener metros cuadrados suficientes no podemos optar a ser consideradas como escuelas infantiles, por lo que ni las familias ni los centros tenemos ningún tipo de ayuda económica», reza el comunicado. «Somos invisibles a las autoridades», se lamenta Escaño.

Todo ello provoca que estos centros no puedan acceder a subvenciones y sean completamente privadas. Es la gran diferencia con las Escuelas Infantiles autorizadas, cuya matrícula está financiada en un 60% por el Gobierno vasco (aunque la cifra lleva congelada desde 2009, por lo que la parte que cubre la Administración en realidad es menor). Aun con la subvención, el precio de ambos centros es parecido: aproximadamente 350 euros al mes.