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En nuestro país somos muy dados a decir una cosa y la contraria. Podemos afirmar, como afirmamos en la recién aprobada Ley de Infancia y Adolescencia, el «interés superior del menor», pero entender, como entendimos en la Ley de Educación refrendada en diciembre, la prevalencia ... de la lengua (cuando es la lengua vasca) sobre todo lo demás, incluyendo, cómo no, ese supuesto «interés superior». Aunque sea contra los datos y las recomendaciones de todos los organismos internacionales que se ocupan de la educación, y que piden que tengamos en cuenta lo máximo posible la lengua del hogar en la formación de los escolares.
Arrogantes, despreciamos sus consejos y seguimos ilustrando en base a una solitaria lengua de instrucción, no obstante nuestras diferentes realidades sociolingüísticas. Una estrategia poco rentable para el conocimiento. Los microdatos liberados del último Informe PISA muestran que, pese a que tres cuartas partes del alumnado de 15 años estudian únicamente en euskara, quienes son castellanohablantes de origen, es decir, la mayoría, pierden al realizar las pruebas en lengua vasca. Hasta 45 puntos de merma en el último ejercicio en Lectura cuando responden en el que no es su primer idioma, 29 en Ciencias, y 13 en Matemáticas. Alarmante indicativo.
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Iñigo Fernández de Lucio
Iñigo Fernández de Lucio
Naturalmente que no afecta a todos por igual. Sabemos que el resultado difiere cuando el entorno de ese estudiante castellanohablante es más o menos bilingüe, o si cuenta con las ventajas que proporciona un nivel socioeconómico y cultural más alto, por ejemplo. No sabemos con la misma claridad cómo afecta al alumnado vascohablante, el único en Euskadi que conserva, y ejerce, el derecho a estudiar en su idioma. Sin embargo, gracias a la OCDE, empezamos a conocer que este tampoco sale indemne de las estrategias uniformadoras y asimilacionistas empleadas. Retrocede menos en Matemáticas y Ciencias (que él sí puede estudiar en su primera lengua), pero se desangra también en Lectura. Es el empobrecimiento colateral que ocasiona tanta homogeneidad impostada.
El problema está fuera del debate partidario. La disputa en Euskadi por la hegemonía muda a alianza bajo el arco del 'Todo por la lengua (vasca)' que ampara este descalabro. Y su coincidencia en recrear una comunidad monolingüe, a semejanza de una inmutable que nunca existió, se lleva por delante la libertad y la igualdad de las personas, e incluso la propia lengua que invocan con tanto fervor. Claro que la primera consecuencia es obstaculizar el acceso al conocimiento, especialmente a quien se esfuerza desde su entorno castellanohablante, y más todavía a quien ni siquiera contacta con ninguna de las lenguas oficiales en su hogar. Ahora bien, como se trata de la educación de los menores, nos parece un sacrificio pequeño y asumible, arazo txiki nimiño bat que diríamos. Solo que quienes se forman de esta manera pronto serán mayores y deberán reemplazarnos en talleres, oficinas, laboratorios, quirófanos, juzgados… ¿A que así no parece un problema tan nimio?
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