El Departamento de Educación ha hecho públicos, con silencio y retraso marca de la casa, los resultados de las pruebas que miden la adquisición de las principales competencias al final de la Educación Primaria y la Educación Secundaria Obligatoria. Y aunque la escasez de los ... rendimientos alcanzados en ambas etapas es igualmente alarmante, los de esta última concitan mayor preocupación, porque acaba el tiempo de la etapa obligatoria y las posibilidades de enderezarlos.

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La evaluación pone de manifiesto el declive en Matemáticas. Ya tenemos más alumnado que finaliza la ESO sin lograr esta competencia (21,8%) que alumnado en el nivel avanzado (17,1%). Esto es, en Matemáticas hay más estudiantes que no llegan que quienes van sobrados. Ha habido un aumento de la diferencia de puntuación entre quienes provienen de entornos socioeconómicamente más favorecidos y aquellos más empobrecidos. El alumnado que supera situaciones de adversidad y obtiene buenos resultados apenas alcanza un 8,8%. La posibilidad de que un alumno inmerso en una situación desfavorecida no consiga un nivel suficiente en esta área es ahora casi un 25% más alta, y ello sin contar los abandonos que se producen en el camino. Las distancias entre el alumnado de origen extranjero y el autóctono se incrementan especialmente en Matemáticas. Y así un largo etcétera.

A este grave déficit se añade el ya conocido en Euskara que la política lingüística practicada no atina a resolver sino a agravar, pero también el más ignorado en Lengua Española. Puede parecer chocante, dada su prevalencia entre el alumnado vasco (tres cuartas partes se expresan habitualmente en este idioma). Sin embargo, el porcentaje de jóvenes que lo utilizan de forma altamente competente al acabar la ESO ha caído casi cinco puntos (18,6% del total), siendo menor en la actualidad que el que muestra un nivel avanzado al usar el euskara (21,1%), o incluso un idioma extranjero como el inglés (19,1%), porcentaje que también ha bajado. Y el abanico entre la puntuación de quien domina bien el castellano y quien no lo controla adecuadamente (de 318 puntos a 173) se abre más que en Euskara (de 318 a 187 puntos). Pagamos así aquella frivolidad de que «para aprender castellano, existen otras vías además de la escuela y que ésta podría aprovechar de manera más eficiente el tiempo que dedica a dicha enseñanza». Eso se decía desde nuestra universidad en 2013, y este es el resultado diez años después.

Son datos de la evaluación de final de etapa. El Departamento de Educación se ha comprometido a divulgar asimismo los correspondientes a la evaluación de diagnóstico practicada en febrero y es inminente la publicación de un nuevo Informe PISA, pero sin que haya presagios de una reorientación en la tendencia negativa. Quizás porque nada de esto estaba en la cabeza de quienes abrieron el melón de una ley vasca de Educación hace tres años y que, cegados por sus propósitos, no miraron más allá. Ahí está el fallo principal de la etapa que se cierra.

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