Equidad o mediocridad

Hace ahora casi un año, en concreto, el día 11 del pasado diciembre, en el programa Faktoria de Euskadi Irratia, el periodista preguntaba a Jokin Bildarratz por el crecimiento del alumnado que no superaba el nivel inicial en las principales competencias y la disminución del que alcanzaba el nivel avanzado. El entonces titular de Educación respondía con la tesis de que el nivel medio, «el de la equidad, el de la igualdad» según él (traduzco del euskara), aumentaba, lo que indicaba, en su opinión, «que nuestro sistema educativo es más igualitario o más equitativo». Confundiendo, por cierto, igual que había hecho su predecesora Cristina Uriarte diez años antes, el incremento de estudiantes en el nivel medio de una competencia con el aumento del nivel medio de esos estudiantes. ¿De eso va la equidad?

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Analicémoslo en un ejemplo. En el año 2013, según las pruebas practicadas por el Instituto Vasco de Evaluación, el 12% del alumnado de 4º de Educación Primaria no superaba el nivel inicial en competencia matemática, mientras que se situaba en el nivel avanzado el 35%. El nivel medio lo conformaba por lo tanto, un 53% del alumnado. Diez años más tarde, en la repetición de esa evaluación cuyos resultados el mismo instituto se resiste en darlos conocer, el alumnado en el nivel avanzado ha bajado al 25% y ha crecido el que no supera el nivel inicial, situándose en el 17%. Por consiguiente, en el nivel medio se sitúa el 59% del total. ¿Nuestro sistema es ahora más equitativo? Siguiendo el planteamiento de nuestros anteriores consejeros, sí. Sin embargo, yo opino lo contrario, porque la equidad es un concepto íntimamente ligado al éxito. Y si hay menos éxito, como es el caso, no debemos hablar de equidad sino de mediocridad. A lo sumo.

Vista desde esta perspectiva, la equidad no es nada lejana a eso que un tanto pomposamente llamamos excelencia. Porque consiste en estar apelotonados, sí, pero no abajo, sino arriba. Un sistema puede ser más igualitario cuando más alumnado fracasa, pero es más injusto y en ningún caso más equitativo. La equidad sólo crece cuando más estudiantes alcanzan su cenit y menos se quedan atrás, cuando más escolares desarrollan al máximo sus facultades independientemente de su entorno. Y ese no es, ahora y lamentablemente, nuestro caso. Con graves consecuencias para el futuro del estudiante, pero también para el progreso económico y social de toda la sociedad vasca. Porque mediocridad rima, pero riñe con prosperidad. Un apunte: la diferencia de rendimiento en matemáticas que puede ser explicada por nivel socioeconómico en Euskadi es la segunda más alta de España, según el informe de ESADE EcPol Todo lo que debes saber de PISA 2022 sobre equidad. ¡A ver quién construye un país justo y próspero desde ahí!

Hay otro indicador muy útil para evaluar los avances o los retrocesos en equidad: el que revela cuánto alumnado resiliente tenemos. Otro palabro de moda pero que no es más que aquel que califica a quien, pese a proceder de un entorno desfavorecido, es capaz de superar de forma notable lo esperado. Le dejo con el último dato ofrecido en el informe Resiliencia e igualdad de oportunidades educativas en el ámbito regional realizado por Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas con la Universitat de València y patrocinado por la Fundación Ramón Areces. Cuando nuestra consejera lo lea es posible que se inquiete, si de verdad considera, como ha expresado, que «el éxito educativo para todo el alumnado es una apuesta irrenunciable». Porque de eso va la equidad, y vamos mal.