Profesoras que cortaron el paso al covid: «Había que actuar rápido para frenar los contagios»
Desde el aula ·
La figura del responsable covid en los colegios ha sido clave para evitar contagiosDesde el aula ·
La figura del responsable covid en los colegios ha sido clave para evitar contagiosEl segundo curso escolar en pandemia ha acabado con una buena nota de los colegios en la lucha contra el covid. Más del 99% de las aulas han permanecido abiertas a diario y se ha mantenido la actividad educativa presencial gracias a la labor de ... profesores, directores, el personal de los centros, alumnos y familias. El propio Gobierno vasco ha agradecido a la comunidad educativa su «labor y dedicación» en este complicado curso.
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Gran parte del mérito de haber mantenido a raya al virus en los centros de enseñanza, de este pequeño 'milagro escolar' en medio de la dura pandemia, lo tiene la figura del 'responsable covid'. Son profesores o directores de los colegios que se han encargado de que se cumplieran los protocolos sanitarios, de gestionar los casos y comunicarse con Osakidetza. Su obsesión era actuar con rapidez cuando se detectaba un positivo para evitar contagios. Ha sido un curso intenso para estos voluntarios contra el virus, con mucha «tensión», «responsabilidad» y una dedicación de 24 horas al día.
A principio de curso no sabían a lo que se iban a enfrentar, si se dispararían los casos, si habría nuevos confinamientos o sería necesario volver a la enseñanza 'online'. Hubo semanas con tasas altas de incidencia de casos y muchos alumnos en cuarentena, en las que estos responsables covid tenían la sensación de «intentar parar con las manos un tsunami». Han acabado el curso con la satisfacción de haber plantado cara al virus con éxito y haber facilitado que la vida escolar haya sido lo más normal posible.
El próximo año académico volverán los protocolos anticovid similares a los de este curso, con mascarillas, distancias, limitación de contactos, ventilación... Pero estos docentes encaran con más tranquilidad su tarea. Confían en que el avance de la vacunación reduzca de forma drástica los positivos y los confinamientos de los escolares.
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Silvia Quevedo |Colegio Cervantes
En primera línea para evitar contagios en la escuela, lamenta que aún no le han vacunado
Silvia Quevedo, profesora de Primaria del colegio Cervantes de Bilbao, no dudó en asumir el cargo de responsable covid. «Lo hice por ética, por aportar algo a la sociedad en momentos tan duros por la pandemia», explica. Compartió esta tarea de cortar el paso a la entrada del virus en la escuela con la directora del centro. Las tareas que asumían iban desde el reparto de geles, mascarillas... a la vigilancia de que se cumplieran los protocolos o la gestión de todos los casos y confinamientos que se producían. «Cuando nos comunicaban un positivo, ibas a la clase del alumno y medías la distancia de dos metros alrededor de su asiento para ver a qué compañeros había que confinar. Siempre voy con el metro ahora en el bolso», cuenta. Después debía comprobar qué escolares estaban junto al afectado en el comedor. Se enviaba toda la información a Osakidetza y a las familias de los alumnos que iban a permanecer en cuarentena. «Estábamos de guardia las 24 horas del día, todos los días de las semana. Te llevabas los listados con los contactos, los planos de las clases a todas partes por si te avisaba de algún alumno que había dado positivo», resalta.
Silvia se siente muy «orgullosa» del trabajo que ha hecho -«nos felicitaron desde la OSI»-, una labor que ha dado sus frutos: la escuela ha registrado un número bajo de confinamientos. «Ha sido un curso duro, de más carga de trabajo y responsabilidad, pero lo he hecho muy a gusto», comenta, aunque se siente dolida porque aún no le han vacunado a pesar de desarrollar «una tarea primordial para la salud».
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Esta profesora de Primaria acompañaba a los alumnos que presentaban síntomas y había que aislar en un aula hasta que venían sus padres a buscarles. Y ella misma se contagió de covid. Debía haber recibido la vacuna seis meses después de pasar la enfermedad, justo una semana antes de que comenzara la inmunización de docentes como trabajadores esenciales. Sin embargo, a ella no le han citado para recibir la dosis y deberá esperar a que le toque por franja de edad, dentro de un mes, con el curso ya acabado. «He reclamado la vacuna en varias ocasiones. Están dando la segunda dosis a mis compañeros y yo, después de casi ocho meses, sigo sin ninguna», se queja.
Mari Mar Carrero | Colegio Trueba
Asegura que en algunos momentos parecía que «tratabas de parar un tsunami con las manos»
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«Si en otros ámbitos de la sociedad se hubiese funcionado contra el covid como en los centros escolares, todo hubiese ido mejor», valora la directora del colegio Trueba de Bilbao, Mari Mar Carrero, y también responsable covid del centro. « Lo más importante fue contar con un plan de contingencia y unas medidas claras al inicio del curso y, en nuestro caso, nos ayudó mucho tener a una enfermera en el colegio».
La directora recuerda que en septiembre había mucha «incertidumbre» sobre lo que podía pasar y tuvieron que cogerle el punto a las señales de la enfermedad. «Al principio cualquier síntoma en los alumnos nos parecía covid», comenta. El centro, de 850 estudiantes, cuenta con tres salas de aislamiento a las que se llevaba a los niños con sospecha de estar contagiados y, en alguna ocasión, tuvieron que utilizar un aula más.
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Coincide en que ser responsable covid ha sido un trabajo en el que «estabas pendiente las 24 horas al día». «Tenía los planos de la clase, del autobús y del comedor, de dónde se sentaba cada alumno, y cuando se nos comunicaba un positivo actuábamos con rapidez para avisar a las familias de los escolares que tenían que ser confinados». Los datos debían trasladarse también de forma inmediata a Osakidetza.
La peor etapa, recuerda, fue tras la vuelta de las vacaciones de Navidad, que coincidió con el repunte de casos en la población en general. En algunos momentos parecía que «tratabas de parar un tsunami con las manos». Una de las claves para hacer frente al virus ha sido, destaca, «contar con la colaboración de todo el profesorado. Estábamos conectados de forma permanente».
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Mari Mar Carrero está contenta porque no se han producido brotes en el centro, «los contagios llegaban de fuera». Le ha sorprendido cómo los alumnos se han «acostumbrado a las normas». En cada clase había dos 'Trueba lagun', escolares que se encargaban de recordar a sus compañeros las medidas de seguridad, mascarillas, distancias... «Han tomado conciencia de que vivían un momento especial y han desarrollado mucha responsabilidad», añade. Los estudiantes del colegio llegaron incluso a ganar un premio por un proyecto relacionado con el covid: el diseño de un sistema de ventilación para las aulas.
Estíbaliz Sarria | Colegio La Salle
Asegura que ha sido un año en el que los docentes han asumido «mucha responsabilidad»
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Para Estíbaliz Sarria este curso ha sido «intenso», con «mucho más trabajo y responsabilidad». Es directora del colegio La Salle de Bilbao y, a la vez, desempeña el cargo de responsable covid. «Ha sido una labor de siete días a las semana, 24 horas al día. Las familias te podían comunicar un positivo a las diez de la noche y tenías que ponerte en marcha, identificar los contactos estrechos en las aulas y el comedor, para enviar los datos a Osakidetza a primera hora de la mañana y que se pusiera en cuarentena a los escolares afectados», detalla. Llevar a cabo la gestión de los casos de forma rápida era una prioridad. «Nuestro objetivo era que se confinara al menor número posible de alumnos».
A los responsables del covid también les ha tocado «tranquilizar» a los escolares y a las familias, en unos momentos en los que se vivía una gran incertidumbre por la pandemia. «Entrabas en una clase, sacabas a diez alumnos y te los llevabas a las aulas de aislamiento hasta que les venían a recoger, A ellos les impresionaba y tenías que calmarles».
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El colegio La Salle, con 1.300 alumnos, desplegó un dispositivo para luchar contra el virus, en el que participaban todos los profesores. «Todos los movimientos estaban claros. Cuando se salía del aula, limpiaban mesas y sillas, los alumnos bajaban al recreo en fila y acompañados por el profesorado, el centro está señalizado, los patios divididos en zonas...». Unas medidas que supervisaban los responsables covid de los colegios a diario.
Cada centro debía adaptar los protocolos a sus características. «En nuestro caso decidimos que la toma de temperatura la hicieran las familias en casa para evitar aglomeraciones a la entrada porque tenemos muchos alumnos», añade la directora.
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Estíbaliz Sarria está satisfecha con la forma en la que se ha atajado la entrada del virus en el colegio. «Hemos llevado muy bien esta situación tan complicada», valora. En el centro solo se han confinado dos aulas en todo el curso y una de ellas en Infantil, en la que los pequeños no llevan mascarilla. Explica que los protocolos en el inicio del próximo curso van a ser similares, pero confía en que será más fácil de gestionar gracias a que la vacunación reducirá el número de contagios entre la población.
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