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Los niños vienen, efectivamente, sin manual de instrucciones. Y algunos adultos lo echan de menos -aunque suene mal-, porque educar no es fácil y hay ... pocas certezas a las que agarrarse. ¿Cómo acertar? La psicopedagoga y especialista en inteligencias múltiples, Mar Romera, que ha hablado en Bilbao sobre la pedagogía emocional en el transcurso de la Semana de la Familia -organizada por la ONG Acción Familiar Euskadi (AFAE)- propone un punto de partida tan sencillo -aparentemente- como inquietante: «Los niños y niñas nos 'aprenden' a nosotros». Es decir, nos escrutan constantemente y las charlas vacías no sirven de nada si no se sustentan con un buen ejemplo.
-¡Cuántos discursos nos podíamos haber ahorrado!
-Los niños conviven con adultos a los que aman y respetan y el ser humano está preparado para aprender aquello que ama. Por eso nos 'aprenden' a nosotros.
-Eso es mucha presión para el adulto, que no puede meter la pata.
-Como madre me he equivocado millones de veces. De esos errores ha surgido la reflexión y el aprendizaje. No pasa nada si amamos a nuestros hijos de forma incondicional...¡que no es lo mismo que educarles en el capricho!
-Ay, esa delgada línea roja...
-Muchas veces confundimos el amor incondicional con el capricho y la permisividad, que, en cierta medida, supone abandono. Amarlos es quererles por quienes son y no por lo que hacen. Y hacerles saber que se pueden equivocar y no pasa nada, que se vuelve a empezar y que vas a estar ahí.
-¿Qué más errores se cometen a la hora de educar?
-No controlar los límites. Son complicados, pero los pequeños los necesitan para aprender a romperlos con prudencia.
-¿Este es el principal problema?
-No. El principal es la falta de tiempo de los adultos, que nos lleva a exigirles y a proponerles la respuesta en lugar de ayudarles a hacer la pregunta. Es más fácil atarle el cordón del zapato que enseñarle a hacerlo... ¡Nuestros niños y niñas necesitan nuestro tiempo para ser escuchados y para crecer sin ser empujados! A veces, pensamos que un niño es como una receta, que sigues unos pasos, la metes en el horno y, si le das más potencia, se hace más rápido.
-La teoría está muy bien, pero luego, gestionar el día a día...
-Yo soy la menos oportuna para hablar de pasar tiempo con mis hijas. Pero el tema es que cuando estés, existas. Yo cuando estoy, existo.
-O sea, que si estás con los peques, mejor no mirar el móvil o la tableta. Algunos ya se lo echan en cara a los adultos.
-Lo ideal sería que no tuviesen que hacerlo. Necesitan nuestra atención. Tenemos que mirarlos a ellos, no la tableta, la TV o el móvil. Sobre todo, porque cuando hacemos eso, ellos también derivan su atención hacia estos dispositivos. Luego, llegan a la adolescencia y los 'youtubers' se convierten en sus referentes en lugar de ser el padre, la madre o los profesores... y ahí ya tenemos un buen problema.
-Usted es experta en educación emocional, ¿qué emociones hay que fomentar en la infancia?
-Todas, porque son respuestas adaptativas que tenemos los mamíferos superiores para la supervivencia.
-A ver, algunas, quizá mejor evitarlas, ¿no?
-No. El ser humano necesita entrenarlas todas: la pérdida, la tristeza, la alegría, la calma, la admiración... porque forman un espectro de recursos que irán a nuestra mochila y que podremos usar para afrontar la vida lo mejor posible. El miedo es quizá la más importante, porque nos salva la vida, el enfado nos ayuda a atacar si estamos en peligro, el asco a rechazar...
-¿Y la ira? Si un crío se enfada o tiene una pataleta, ¿no le intentamos corregir?
-Hay que decirle 'enfádate si quieres, pero no tiene sentido y, sobre todo, puedes estar enfadado, pero no me pegues'. Regulación emocional.
-¿En el cole se educa desde esta perspectiva emocional?
-El profesorado, más bien el sistema, se equivoca muchísimo y a veces la familia tiene que hacer de muro de contención. El modelo que se sigue usando es del siglo XIX: da total importancia al contenido y a las pruebas externas estandarizadas, que no tienen sentido ni valor. Estamos creando personas tremendamente débiles social y emocionalmente. Hace falta más pensamiento crítico y creativo, enseñar a fracasar...
-¡A fracasar! ¿Cómo se enseña eso?
-Enseñando a esperar, a empezar de nuevo y a usar el error, y no el acierto, como plataforma de aprendizaje.
-¿El consejo básico para educar bien?
-Escucha, calma y aprender a mirar con ojos de niño.
-Cuando educamos, ¿se nos olvida que nosotros hemos sido pequeños?
-A los adultos se nos olvida la frescura y la creatividad. Y nos creemos en posesión de la verdad, cuando es todo lo contrario. Tenemos que aprender de ellos.
Mar Romera es psicóloga y psicopedagoga, especialista en educación emocional e inteligencias múltiples y autora de varios libros sobre la escuela, la infancia y la didáctica activa. Colabora en la formación permanente de profesorado en distintas comunidades, de la mano de las consejerías de Educación. Además, es presidenta de la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci, del reconocido pedagogo italiano Francesco Tonucci.
Tonucci es investigador del Instituto de Psicología del Consejo Nacional de Investigaciones (CNR) de Roma y ha dedicado su actividad profesional al estudio del pensamiento y del comportamiento infantil en el ámbito de la familia, la escuela y la ciudad, siempre con ojos de niño».
Según explica Mar Romera, la teoría de las inteligencias múltiples, tiene «sus potencialidades y sus detractores». Este enfoque sostiene «que los seres humanos no somos iguales y no aprendemos de la misma manera». La clave está en poder buscar y encontrar nuestra fortaleza para poder desarrollar nuestras inteligencias o habilidades. Para ello, explica la experta «hay que respetar al ser humano en ritmos, en capacidades y competencias desde su diferencia... y encontrar en qué somos más válidos y más felices».
El gran enemigo de esta teoría es la hegemonía de los lenguajes matemáticos y científicos sobre el resto, «que nos ha hecho perder mucha fortaleza del ser humano». «El sistema prepara a niños y niñas para superar exámenes, los entrena para aprobar, no para aprender». ¿Se puede hacer algo en casa para luchar contra esto? Mar Romera cree que sí: «Podemos cambiar las expectativas que tenemos de la escuela y no pedirle a los centros buenas notas, sino pensamiento crítico. Si no, somos somos consumidores y colaboradores de ese sistema».
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