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«Libre, oh, libre. Mis ojos seguirán aunque paren mis pies». Esas fueron las últimas palabras que Jokin Ceberio publicó en Internet hace veinte años, poco antes de coger la bicicleta y pedalear hasta el lugar más elevado de la muralla de Hondarribia. Faltaban cuatro ... días para su 15 cumpleaños cuando se lanzó al vacío y acabó con su vida. Y con el calvario que llevaba sufriendo en el instituto desde hacía meses.
El punto de inflexión del primer caso de 'bullying' que sacudió a España lo marcó una diarrea incontrolable en clase. Los matones del curso, que el propio director del centro reconoció que se comportaron como mafiosos, le lanzaron a Jokin una multitud de rollos de papel higiénico entre burlas. Y, para más inri, la profesora le obligó a él a recogerlos.
Fue una tortura psicológica que, como demostró la autopsia, estuvo acompañada durante meses de graves maltratos físicos. A veces encerraban a Jokin en el gimnasio para darle balonazos, otras le soltaban un sopapo o le daban una colleja que muchos consideraban inofensiva. El adolescente nunca se atrevió a señalarlos.
Su suicidio, trágica consecuencia de un dolor mudo, sacó a la palestra el acoso y la violencia que se producen en el entorno escolar y abrió un profundo debate. Muchos se sorprendieron de que los maltratadores fuesen chicos «normales», procedentes de familias estructuradas de clase media. Tres incluso eran hijos de profesores del instituto, y argumentaron en su defensa que «todos se metían con Jokin». Estadísticas en las que nunca antes se había reparado demostraron la gran magnitud de un problema que tradicionalmente se había minimizado con el pretexto de que 'son cosas de niños'.
El caso del guipuzcoano acabó en los tribunales. En 2005, ocho de sus acosadores -entre los que solo había una chica- fueron condenados a 18 meses de libertad vigilada por un delito de maltrato, pero el Juzgado de Menores de San Sebastián concluyó que no se podía establecer «una relación causa-efecto entre el suicidio y la actuación de los acusados».
La familia Ceberio perserveró. Consideraba que el centro tenía que ser sancionado por su «falta de diligencia» a la hora de detener la violencia contra Jokin, a pesar de que su director había prometido que estaría protegido. En 2011, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) condenó a cada uno de los siete acosadores a pagar una indemnización de 10.000 euros -abonada por sus padres-, pero absolvió al instituto, afirmando que no existió «nexo causal entre su actuación y el trágico final de Jokin». Es más, el tribunal añadió que la Administración no puede ser considerada responsable «necesaria y automáticamente de cualquier efecto dañoso» que se produzca en un centro escolar.
Aunque la concienciación social sobre el 'bullying' ha aumentado sustancialmente, el problema está muy lejos de desaparecer. Según el último informe sobre el asunto elaborado por el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa, que data de 2020, un 20,3% de los alumnos de Educación Primaria y un 17,8% de ESO afirman sufrir maltratos. Supone un descenso de 2,7 y 1,2 puntos respectivamente en comparación con los datos de 2016, pero siguen siendo porcentajes muy elevados. Crecen, no obstante, los casos de 'ciberbullying'.
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