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El sistema educativo vasco afronta un reto sin precedentes por el desplome de la natalidad. A lo largo de la próxima década, Euskadi perderá 65. ... 000 alumnos en la educación no universitaria, según las previsiones que maneja el Departamento de Educación del Gobierno vasco. A ello hay que sumar una plantilla de trabajadores envejecida. Se calcula que el 36,5% de los empleados se jubilará antes de 2032.
Estos datos se desprenden del informe 'Estudio Prospectivo sobre la evolución del alumnado y las necesidades de plantilla de profesorado del Sistema Educativo Vasco', elaborado por el ISE-IVEI, el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación, dependiente del Gobierno autonómico.
El documento parte de la fotografía actual del sistema. En el año 2021, Euskadi contaba con 292.743 alumnos divididos en 17.500 grupos o aulas. En 2032, el escenario será el siguiente: 227.232 estudiantes (65.511 menos, una caída del 22,4%) y 13.300 clases (4.200 menos).
En cuanto al profesorado, el País Vasco tenía en 2021 32.366 empleados, con una edad media de 47,31 años, entre personal docente y no docente (como, por ejemplo, especialistas de apoyo educativo). En 2032, serán 20.538 empleados (un descenso del 36,5%), con una media de edad de 51,6 años, en el hipotético caso de que no se hagan contrataciones.
El panorama viene derivado del principal problema que afecta a la sociedad vasca: el desplome imparable de la natalidad, un asunto que ha encendido todas las alarmas de las instituciones. Se estima que los nacimientos caigan de los 14.600 en el año 2021 a los 14.200 en 2030, con un bache en el que los alumbramientos permanecerán por debajo de los 14.000 entre 2023 y 2027 (aunque el último avance del Eustat indica que esa barrera ya se superó en 2022).
El caso más preocupante es el de Bizkaia. Será el territorio más castigado por el envejecimiento de la población, con una reducción total de 0,36% de los habitantes. En las edades entre 0 y 19 años (el alumnado), la caída de población proyectada es del 11,12%.
El número de hijos por mujer se sitúa actualmente en torno a 1,20. Se espera que dentro de una década crezca ligeramente hasta situarse en 1,3. En cualquier caso, dista un abismo de los 2,1 hijos que debería dar a luz cada mujer para garantizar el reemplazo generacional. Unido a ello, la edad media de las madres primerizas continuará al alza. Se prevé que la media se sitúe en 33,98 años, aproximadamente uno más que en la actualidad.
En este escenario, Lucas Gortazar, responsable del área de Educación del Think Tank EsadeEcPol, considera que la discusión pública debe girar en torno a qué vamos a hacer con el excedente de recursos actual. «Ha bajado el número de alumnos pero se mantiene el gasto en educación. ¿En qué vamos a gastar esos medios?», se cuestiona. Plantea explorar opciones como la codocencia, esto es, aulas más grandes y con más de un profesor; refuerzo de planes de lectura; implantar planes de euskera; tutorías personalizadas... Es decir, «aprovechar la situación para cambiar la organización del espacio y de los recursos humanos».
Gortazar cuenta con la experiencia de haber trabajado en países del Este de Europa que, en las décadas de los 2000 y 2010, enfrentaron un problema similar al que afronta ahora Euskadi. El colapso de la Unión Soviética trajo consigo un crisis económica y un desplome de la natalidad, lo que tuvo consecuencias dramáticas, especialmente en aquellos países más rurales y, por tanto, con escuelas más pequeñas. Explica que los que tuvieron éxito fueron aquellos que supieron hacer un «buen uso» de los recursos y aprovecharon el «espacio fiscal» para la transformación de las escuelas.
«¿Qué es mejor, tener escuelas pequeñas en todos los pueblos, que son caras y costosas y tienen pocos alumnos, o apostar por concentrar el alumnado en escuelas más grandes, con más servicios y una mayor interacción entre los estudiantes?», plantea. «La literatura publicada señala que los centros de dos o tres aulas por curso son los más eficientes».
Por último, el experto recuerda que el descenso de la natalidad y el creciente peso de la inmigración en el número de nuevos nacimientos conllevará un «reto mayor» en términos de segregación escolar. «Debemos definir cómo gestionar centros con usuarios cada vez más diversos», concluye.
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