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Carlos Magro, presidente de la asociación Educación Abierta, es especialista en innovación educativa, estrategia y comunicación digital. Ha participado en la XI edición de los Bilbao European Encounters en el Azkuna Zentroa para hablar sobre educación en entornos digitales. Hace un llamamiento a «bajar el tono» del debate sobre las pantallas en la escuela. «Cuando se dice que la tecnología es el problema, se está desviando el foco de los problemas reales», asegura.
– ¿Hay un exceso de pantallas en las escuelas?
– Estamos mezclando erróneamente una preocupación social que no afecta sólo a los niños y a los adolescentes, sino a todos, a los adultos también. Vivimos rodeados de pantallas. Si nos vamos al ámbito escolar, ¿qué es una pantalla? Los ordenadores fijos, las pizarras digitales y, desde hace unos diez años, las tablets y los ordenadores portátiles. Pero la presencia de estas tecnologías en España es desigual, depende mucho de las comunidades autónomas y de los contextos y las escuelas. Cataluña y País Vasco es donde más extendidas están, pero en realidad hay una infradotación de tecnologías.
– Han pasado 10-15 años desde la llegada de las tablets y los chromebooks a las aulas. ¿Se han evaluado los efectos de aquella política? ¿Fue una buena idea?
– Debemos llevar el debate no a la cantidad de pantallas, sino al uso didáctico y pedagógico que hacemos de ellas. Mi opinión es que no ha habido una política única de incorporación de pantallas. Y, por otro lado, se ha creído que incorporar tecnologías en el proceso de enseñanza y digitalizar la escuela significaba sólo comprar dispositivos.
– ¿Meter un libro de texto en una tablet es digitalizar la escuela?
– Sustituir un libro de texto por uno exactamente igual en PDF no tiene nada de pedagógico. Que sea mejor o peor dependerá de los usos y del gusto de cada uno. El problema es que ha habido una 'no política' educativa con respecto a la incorporación de la tecnología en las aulas. En la mayoría de casos, las tablets se han utilizado como un elemento de sustitución, sin cambiar las metodologías.
– ¿Y qué habría que hacer?
– Dotar a los centros con infraestructuras, formar al profesorado, reflexionar sobre cómo utilizar los dispositivos desde el punto de vista de la enseñanza y el aprendizaje, incorporar la tecnología a los procesos de gestión, administración y escolarización... Todo eso es importante y contribuye a una buena digitalización de la escuela. Se ha creado un poco de alarma social con las pantallas y algunos están aprovechando para generar una especie de pánico moral alrededor de las tecnologías. Pero la escuela es el único lugar en el que podemos educar a todos los alumnos en tecnología, que no es lo mismo que educar con tecnología.
– ¿No hay un exceso de confianza en que las pantallas mejoran el aprendizaje?
– Esa mirada es un error. En pedagogía y en didáctica, y en la educación en general, no son los medios, son los procesos los que cambian las cosas.
– ¿A qué se refiere?
– La educación es una actividad tremendamente compleja y fundamentalmente relacional, en la que lo importante son los vínculos y las relaciones que se crean. La clave en educación no es nunca el dispositivo, sino cómo articulamos la vinculación entre las personas, en primer lugar, pero en segundo lugar entre las personas con los contenidos, que no son sólo libros de texto, y los dispositivos. Pensar que incorporando un dispositivo vamos a mejorar la educación es engañar a la gente. La mayoría de problemas que tenemos en educación tienen que ver más con los contextos de vida, los contextos sociales, las inversiones, las infraestructuras... Cuando se dice que la tecnología es el problema, se está desviando el foco de los problemas reales.
- ¿Está a favor de prohibir los móviles en los colegios?
- Mi idea es que prohibir no protege ni educa. La prohibición es una falsa solución rápida a una problemática compleja. Y, desde luego, prohibir no protege al alumnado de lo que se va a encontrar precisamente cuando sale del centro educativo. El lugar más seguro para las tecnologías, incluso para el móvil, es el centro escolar. Prohibir ni protege, ni educa. Lo cual no quiere decir que no haya que regular. Creo que el problema del debate es que nos lo hemos llevado a uno de los extremos.
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