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sergio llamas
Sábado, 19 de septiembre 2020, 00:48
La voz de los alumnos de 5º de Primaria del colegio Avellaneda, en Sodupe (Güeñes), llegó ayer hasta el espacio. Durante cerca de diez minutos, 40 escolares de diez años del centro encartado conectaron con la Estación Espacial Internacional (ISS). Desde allí y gracias ... al trabajo de varios radioaficionados, el astronauta Chris Cassidy respondió a una decena de sus preguntas.
La pequeña Paula Asensio fue la encargada de abrir la comunicación. Preguntó al cosmonauta por su vocación cuando era pequeño. Sin retardo, pero con algunos cortes, Cassidy, que es astronauta y militar de los Navy Seal con rango de comandante, explicó que hasta los 25 años no tuvo claro que quería viaja al espacio, aunque siempre se vio atraído por la «ciencia y la investigación». Paula confesó más tarde sus nervios y apuntó que ella, por su parte, aspira a ser profesora o médico. «Me gusta el espacio, pero me da un poco de miedo», admitió.
En un buen inglés -el centro es trilingüe e imparte en este idioma las clases de ciencia, arte y lengua inglesa- los escolares se interesaron por aspectos como el objetivo de la misión, cuánto tiempo hace que dejó la tierra o si el «traje espacial resulta cómodo».
«No es muy cómodo pero es necesario», reconoció Cassidy, que lleva desde el pasado mes de abril a bordo de la ISS.
La voz del astronauta, entrecortada por la estática, llegaba a los alumnos del colegio Avellaneda desde Sudáfrica, a 8.200 kilómetros de distancia. Allí un radioaficionado, con el indicativo ZS7JON, hizo de repetidor para la comunicación, ya que la orografía de Sodupe, rodeado de montes, impedía mantener un enlace directo de la suficiente duración con la ISS. Sin embargo, una conexión terrestre microfonada, similar a una línea de teléfono, permitió el enlace hasta Sudáfrica, y desde allí se aprovechó una de las 16 vueltas diarias que la ISS da sobre la tierra, a 427 kilómetros de altitud y 27.000 kilómetros por hora, para hablar con el astronauta. «Estamos usamos tecnología analógica, la misma que empleó la NASA con el Apolo 11», apuntó uno de los colaboradores, Jon Sistiaga, de la Unión de Radioaficionados de Bizkaia.
Otro de los radioaficionados que hizo posible la conexión fue José Ángel Rivas, padre de uno de los alumnos (Koldo) e impulsor de la iniciativa junto a la profesora Iraide Gauna. Ellos echaron a andar el proyecto hace ya más de un año. «Mi hijo decía que habían pasado por el colegio otros padres para hablar de su trabajo y que a ver si yo me animaba», explicó el hombre, ingeniero de telecomunicaciones. En casa cuenta con un sistema que utiliza satélites para hablar con gente de todo el mundo y ya había contactado con la ISS. «Cada cierto tiempo se recibe su señal (de la estación espacial). No es nada habitual, pero si pillas a los astronautas trabajando puede que te contesten», aseguró.
Más allá de la experiencia de hablar con el espacio, el objetivo de la iniciativa de ayer era «crear inquietudes» en un grupo de alumnos todavía demasiado jóvenes para tener una vocación clara. «Se trata de crear un poso, un contacto, para que las ciencias les parezcan una cosa llamativa», defendió la directora del centro, Mª José Larrondo. Por las caras de los menores, parcialmente ocultas por las mascarillas, tuvo bastante éxito. «A mí me ha gustado mucho y me ha parecido muy interesante», aseguró uno de los alumnos, Marcos Irusquieta.
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