Entre los cursos 2020/21 y 2022/23 (últimos datos disponibles), los centros educativos vascos perdieron 41 aulas de alumnos de dos años, que es el curso de entrada más habitual al sistema educativo. Es una consecuencia directa del desplome en los índices de natalidad. ... Sin embargo, el cierre de clases no fue homogéneo. Los colegios concertados se vieron obligados a cerrar 35 aulas al pasar de 499 a 464. Mientras tanto, la red pública clausuró sólo seis (cayó de 614 a 608). Por norma general, para concertar una línea, el Gobierno vasco exige un mínimo de 13 alumnos. En la pública, en cambio, es suficiente con 11 para abrir una clase.
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Las cifras oficiales a las que ha tenido acceso este periódico no suponen ninguna sorpresa. La tasa de natalidad no deja de descender desde hace una década. En los años de referencia para los cursos citados el desplome fue considerable. En 2018 (cuando nacieron los niños matriculados en 2020) llegaron al mundo 16.090 bebés en el País Vasco, mientras que en 2020 (curso de referencia para los inscritos en 2022) fueron apenas 14.739. La caída fue del 8,4%.
El primer impacto se nota en los colegios. Y, a la luz de los datos, quienes más sufren son los centros concertados. La tendencia viene de lejos, ya que la pérdida de aulas es continua desde 2017. La situación tensiona el sistema -a fin de cuentas, un aula de dos años supone 80.000 euros para un centro concertado- y plantea no pocos interrogantes.
Algunos son inmediatos y de carácter laboral, como se ha visto durante el curso que acaba de terminar con el grave conflicto vivido en los centros de iniciativa social. El blindaje de los puestos de trabajo fue una exigencia de los trabajadores para firmar un acuerdo que pusiera fin a la huelga el pasado mes de febrero, pero la situación está lejos de resolverse. El Gobierno vasco, tal y como expuso de forma pública el anterior consejero, Jokin Bildarratz, afirma querer mantener el número de trabajadores. La idea es que, si se preservan los recursos pero bajan los alumnos, se pueden explorar nuevas figuras, como la codocencia; es decir, que haya más de un profesor al mismo tiempo en clase para trabajar de forma más individualizada. Sin embargo, la experiencia -y las duras negociaciones de los últimos tiempos- demuestra que es complicado pasar de la teoría a la práctica.
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Más allá de Infantil, la pérdida de alumnado se deja notar en otras etapas. En Primaria, Euskadi perdió en el citado periodo 65 aulas. Aquí, no obstante, la tendencia se invierte. Se cerraron 51 clases en la red pública por sólo 14 en la concertada. Hay que tener en cuenta que, en términos generales, las aulas de la pública tienen menos alumnos, por lo que la pérdida de unos pocos estudiantes conlleva cierres. En la concertada, en cambio, es habitual que las clases estén más abarrotadas. Según las cifras del departamento, en Euskadi hay 19,1 escolares por aula en la red pública, mientras que en la concertada el dato asciende a 23.
La última etapa obligatoria, la ESO, no tiene nada que ver. El número de alumnos crece y, con ello, las clases. Los centros que dependen de la consejería sumaron 80 aulas mientras que los de titularidad privada perdieron nueve.
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Las estadísticas también permiten observar que el modelo lingüístico D, que tiene al euskera como lengua vehicular, es la opción más escogida por las familias y está en claro auge en las etapas iniciales. En Infantil, por ejemplo, lo escogen el 83%; en Primaria, el 79%; y en la ESO, el 73,5%.
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