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t. basterra
Lunes, 14 de octubre 2019, 00:25
El absentismo y el fracaso escolar, los hurtos en casa, el consumo de alguna sustancia tóxica o los pequeños trapicheos son algunos de los comportamientos de riesgo que se suelen detectar entre los adolescentes. Y están en auge. Gizakia atendió el pasado año a 152 ... chicos -un 16% más que el ejercicio anterior- y a 365 padres. Estas conductas cada vez comienzan a una edad más temprana. Y cuanto antes se detectan más fácil es darles solución. Por este motivo, la fundación ha bajado a los 12 años la edad de inicio de su programa específico de prevención de estos comportamientos. Es justo el paso de la Primaria a la Secundaria, del colegio al instituto. Nuevas amistades, nuevas influencias y modelos de referencia. Cambios importantes en la vida de los chavales.
Los problemas de los muchachos han ido variado, como lo ha hecho la sociedad. El consumo de sustancias sigue teniendo una importancia reseñable, en especial en chicos a partir de 16 años. A edades más tempranas los riesgos son otros. Cada vez se detectan más casos de adicción a los videojuegos en esta etapa.
Esto le sucedió a Nekane. El hijo de esta alavesa se encerraba en el cuarto para jugar con la consola o en red en el ordenador. No era raro que se pasase toda la noche 'enganchado' y fuese al instituto sin dormir. Entonces tenía 15 años. Era otro motivo de preocupación en un chaval que en los últimos tiempos se había vuelto esquivo e introvertido. Hijo de padres separados, las dificultades económicas que atravesaba en ese momento la familia le acabaron de desestabilizar. Y se refugió en el ocio electrónico y en la red. «Tenía más confianza en la gente que había conocido en los chats que en su propia familia», recuerda su madre.
Una profesora que llevaba tiempo viendo mal al chico, decidió hacerle un seguimiento más estrecho. Fue con ella con la que el muchacho se abrió. Le pidió ayuda psicológica. «Le decía que su comportamiento se debía a que había perdido la confianza en sus padres». En el centro orientaron a la familia y gracias a ellos llegaron a Gizakia. Allí fueron tratados madre e hijo con terapias semanales. Les dieron herramientas para mejorar su relación en casa y el día a día del chaval. «Ahora el juego para él ocupa un segundo plano. Se ha centrado en sus estudios informáticos y está encantado. En casa no tiene nada que ver y hasta sus amigos le dicen que ha cambiado para mejor».
Etapa de cambios Gizakia ha adaptado su programa con menores para ajustarlo al inicio de los chicos en el instituto
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