Como sociedad, nos enfrentamos a un dilema: por un lado, somos conscientes de que necesitamos reducir nuestra huella medioambiental; por otro, no queremos renunciar al nivel de vida y a las comodidades a las que nos hemos acostumbrado. «Y nadie quiere pagar el doble o el triple por productos más sostenibles», añade Aitor Arzuaga, director general de la filial de Petronor para proyectos de transición energética, Alba Free Energy, y uno de los cinco ponentes de la mesa redonda que el ciclo de encuentros Mundo Futuro, organizado por EL CORREO con el patrocinio de la Diputacion Foral de Bizkaia, BBK e Iberdrola, ha dedicado a las soluciones que también pueden convertirse en una apetitosa oportunidad empresarial: la economía circular y la tecnología responsable.
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Aitor Arzuaga
Alba Free Energy
El reto es considerable. Cada vasco genera más de media tonelada de residuos al año, y la industria que aporta el 24% del PIB de la comunidad autónoma consume alrededor de 21 millones de toneladas de materias primas, de las que un 77% procede de fuera de Euskadi. En la consecución del objetivo de reducir esas cifras, la innovación tecnológica es clave por dos razones principales: puede incrementar la eficiencia en la producción y facilitar el avance hacia el ideal de una economía circular en la que esos desechos no acaban en un vertedero y se convierten en nuevos materiales.
Es una meta para la que debemos trabajar todos. Por obligación moral y también por ley. «Europa nos pide que para el año que viene recuperemos el 55% de los residuos municipales. Pero para 2030 debemos llegar al 60%, y para el 2035 al 65%. Ese último año, como máximo, podremos enviar un 10% de los residuos al vertedero», señala Andrés Vázquez, director de PreZero en Bizkaia. «Eso sí, tenemos que trabajar mucho porque, a nivel estatal, todavía tiramos al vertedero más del 40%», añade.
Asier Ochoa
Aclima
Asier Ochoa, vicepresidente del clúster vasco de la industria medioambiental Aclima, subraya que «el País Vasco ha estado a la vanguardia de estos cambios legislativos y está en disposición de generar tanto conocimiento como negocio». No obstante, también reconoce que la nueva coyuntura regulatoria supone «un reto que, en determinados momentos, puede hacer que algunos proyectos industriales se enfrenten a un sobreesfuerzo». Por eso, incide en la necesidad de simplificar algunos procedimientos, pero también en continuar incrementando la concienciación social y en acelerar la construcción de infraestructuras para el reciclaje.
Fernando Blázquez, gerente de Ecoembes para la Zona Norte, coincide e indica que la responsabilidad es compartida. Pone como ejemplo el de los envases: «Los fabricantes deben certificar que se gestione bien el material y que el diseño sea sostenible, la Administración que se recoja, clasifique y envíe a reciclar correctamente, y la ciudadanía que separe correctamente». Se está haciendo, y España ya es uno de los diez países europeos que más reciclan. Un 80% de los hogares separa la basura. Así, el año pasado se logró reciclar 1,7 millones de toneladas de envases. «Eso supone ahorrar el agua necesaria para abastecer a Bilbao durante un año y la electricidad para dar luz a todos los hogares de Euskadi los próximos cuatro», apostilla Blázquez.
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Leire Barañano
Neiker
Pero se puede hacer más. «Gracias a la tecnología podemos hacer cosas para las que hace años no teníamos solución. Lo que era un problema puede convertirse en una oportunidad», comenta Leire Barañano, directora general del centro de tecnología aplicada a la agricultura Neiker, que subraya el papel fundamental que en Euskadi puede jugar la colaboración público-privada. En su opinión, tras identificar esa oportunidad, es clave desarrollar una solución tecnológica que dé como resultado una alternativa más sostenible que no sea más cara. Y todo ello, lógicamente, tratando de no provocar nuevos problemas medioambientales.
Andrés Vázquez
PreZero
Hay numerosas iniciativas vascas que avanzan en esa dirección. Arzuaga destaca que, a pesar de que Petronor es responsable del 25% de las emisiones de CO2 de Euskadi, «quiere ser parte de la solución». Y por eso trabaja para lograr la neutralidad de carbono en 2050. En parte, sustituyendo materias primas por materiales reciclados; y, por otro lado, desarrollando combustibles sintéticos -diesel y queroseno- como los que producirá la planta demo de Bilbao o sistemas para convertir en piedras que se pueden utilizar en construcción a partir del CO2 capturado en su refinería.
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Fernando Blázquez
Ecoembes
Vázquez, por su parte, apuesta por producir biometano a través de los residuos orgánicos que se obtienen del contenedor marrón. «Solo en Bizkaia, en un año hemos utilizado 50.000 toneladas de esos residuos para crear biogás», señala. Además, se puede hacer compostaje para crear fertilizantes. Pero todos los expertos coinciden a la hora de señalar que nada de esto será posible si no se apuesta por atraer y crear el talento que requiere la industria. No es fácil, porque, como apunta Barañano, «el sector medioambiental necesita una visión amplia que abarque a gente de muchas disciplinas diferentes».
Arantza Atutxa Diputada de Medio Natural y Agricultura de Bizkaia
«Si la economía circular no es el mayor reto de este siglo, no creo que le superen muchos otros». La diputada de Medio Natural y Agricultura de Bizkaia, Arantza Atutxa, lo tiene claro. «Porque la economía circular es nuclear en el desarrollo sostenible de los territorios, y quien antes se adapte a ella logrará mejorar la calidad de vida de sus habitantes. No solo desde el punto de vista medioambiental y social, sino también económico, por las ventajas competitivas que puede generar», explica.
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Por eso, la Diputación tiene un propósito ineludible que ha recogido en el Plan de Prevención y Gestión de Residuos de Competencia Local 2030 y que Atutxa resume en una frase: «El fortalecimiento del papel de la prevención y la reutilización, así como la maximización de la valoración material». Son objetivos ambiciosos que, en opinión de la diputada, solo se pueden lograr con «el uso de la tecnología, la innovación, y la recogida y el análisis de los datos» y con la colaboración público-privada en la que Euskadi ha sido siempre un ejemplo.
Es una apuesta que se concreta en diferentes iniciativas, como la construcción de una planta de biometanización y la adecuación de Bizkaiko Konpostegia para tratar todo el residuo orgánico depositado en el contenedor marrón, «y la búsqueda de la valorización material de subproductos de la recogida de fracción resto que en la actualidad no tienen una salida en el campo del reciclaje».
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Lógicamente, el impulso por la economía circular comienza con la prevención. O sea, con medidas destinadas a reducir los residuos. Por eso, Atutxa hace especial hincapié en diferentes aspectos: «Reducir la cantidad de residuo mediante la reutilización y el alargamiento de su vida útil. Mitigar, los impactos adversos sobre el medioambiente a través del ahorro en el uso de materiales o de energía, y restringir el contenido de sustancias peligrosas en materiales y productos».
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