Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
«Jesús entra en Jerusalén y nosotros estamos aquí para aclamarlo». En la eucaristía del particular Domingo de Ramos de este año, comienzo oficial de la Semana Santa, el concepto 'aquí' resultó cuando menos difuso. En pleno confinamiento de la población a raíz de la ... pandemia del coronavirus, la llegada a Tierra Santa hubo que celebrarla desde casa por 'streaming', sin grandes aclamaciones ni mucho menos multitudes. El obispo de Bilbao, Mario Iceta, presidió ayer una inusual misa a puerta cerrada desde la catedral de Santiago en la que apeló a la «esperanza» para superar la crisis. «Que podamos ver el futuro con paz, serenidad y alegría», pidió a la Virgen María.
La extraña estampa, con la catedral prácticamente vacía, se repitió en las calles de la capital vizcaína. No en vano, este domingo se debía haber celebrado la procesión del Borriquito, una de las más populares al reunir anualmente a miles de asistentes. Más de 900 cofrades de nueve hermandades protegen habitualmente a Jesucristo, acompañado de los apóstoles Pedro y Juan, una mujer hebrea y cinco niños. El itinerario, que cubre buena parte de Abando desde la parroquia de San Vicente, presentaba a mediodía un aspecto desértico tras la «dolorosa decisión» de suspender todos los desfiles. «Este año nuestra penitencia será no salir en procesión», se lamentaron las cofradías participantes.
Pese a los obstáculos, la Iglesia se las está tratando de ingeniar para hacer llegar su mensaje en un momento especialmente indicado en su calendario. La tradicional misa del Domingo de Ramos fue retransmitida este domingo por la página web de la Diócesis y también por elcorreo.com. Durante su homilía, Iceta aludió inevitablemente a la excepcional situación: «Estamos hablando de tiempos duros, con muchas dificultades a nivel social y económico». Un escenario inédito que, bajo su punto de vista, viene a certificar que todo lo que construye la sociedad puede ser tumbado de pronto por una estructura microscópica. «Nos damos cuenta de que nuestras esperanzas tienen los pies de barro», expresó el obispo.
Fue el arranque de una atípica Semana Santa en la que los presbíteros solo pueden celebrar los oficios de modo privado, «acompañados, si fuera posible, de un muy reducido grupo de fieles, respetando escrupulosamente las disposiciones sanitarias». Todas las liturgias previstas se mantienen, aunque a puerta cerrada, y en ellas se incluirá una oración por todas las personas afectadas por el Covid-19, los fallecidos y sus familiares. La plegaria estará presente incluso en la oración universal de la Pasión del Señor del Viernes Santo. Los escasos participantes en las celebraciones deben guardar las distancias de seguridad y, por ejemplo, la adoración de la cruz se realizará mediante una genuflexión en detrimento del beso.
Misa Crismal. La renovación de las promesas sacerdotales se traslada a la celebración de la fiesta de Jesucristo Sumo.
Cena del Señor de Jueves Santo. Se suprime el lavatorio de los pies y tampoco habrá procesión ni solemne reserva.
Pasión del Señor de Viernes Santo. En la oración universal se añadirá una plegaria por quienes «sufren en tiempo de pandemia». La adoración de la cruz se hará con genuflexión.
Vigilia Pascual en la Noche Santa. Se omite la bendición del fuego y se harán los signos sobre el cirio pascual. En la liturgia solo se renuevan las promesas bautismales.
Misa del Domingo de Resurrección. Se celebrará en los mismos términos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.