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Tener 'likes' y seguidores en redes sociales es para los adolescentes tan crucial que en ocasiones llegan a hacer cualquier cosa por conseguirlos, incluso negociar con imágenes sexuales propias. Es un hecho que la Ertzaintza está constatando en Euskadi y que tiene una «clara tendencia ... al alza». No se trata de hechos aislados, sino de un «goteo continuo de casos», especialmente entre menores de edad.
Una realidad que deriva de un cambio de tendencia tanto en el perfil del delincuente como de la víctima en el ámbito de los delitos sexuales a través de internet. El imaginario nos evoca a un pedófilo de mediana edad que se pone en contacto con un joven para obtener material pornográfico. Sin embargo, cada vez son más menores los que solicitan ese tipo de imágenes a otros de menos edad. Del mismo modo, si hace unos años la edad de las víctimas no bajaba de los 14, ahora son cada vez más pequeñas. La motivación de esos jóvenes, no obstante, no es consumir ese material sexual, sino lucrarse con él. Detrás de ellos existe una red criminal profesional que maneja la obtención de esas imágenes a cambio de una recompensa, que no es meramente económica. Elsa Vicario, agente primero de la Unidad de Delitos en Tecnologías de la Información de la Ertzaintza, explica que existen distintos reclamos para convencer a los adolescentes. «Les ofrecen pequeñas cantidades de dinero, seguidores en las redes sociales, productos de marca, especialmente ropa, cheques regalo para compras en internet e incluso recompensas de juegos online».
Los embaucadores pueden utilizar dos fórmulas para obtener el material pornográfico. Por un lado, acudir directamente al menor, al que ofrecen intercambiar material a cambio de la recompensa que más le atraiga. Por otro, utilizar un intermediario, también menor de edad, que es el encargado de convencer a otros adolescentes y que también recibe su recompensa. Con esta segunda fórmula, resulta mucho más complicado para los investigadores llegar a la cúspide de la red criminal.
El contacto se produce mayoritariamente a través de Instagram, «el rey de las redes sociales» para los adolescentes, asegura Vicario. Y el contenido que se solicita no son solo fotografías y vídeos con imágenes de contenido sexual. «Ahora está en auge la realización de directos, generan mucho interés. Un ejemplo. A una menor de doce años se le dice que haga un directo privado en el que enseñe los pechos o que se quede desnuda tapada con un tanga», explica la investigadora. Reciben instrucciones precisas de lo que tienen que enseñar, ni más ni menos, solo por lo que han pagado los que están al otro lado de la pantalla.
A cambio, recibe pequeñas cantidades de dinero, «15 o 20 euros a través de plataformas como Bizum», que han facilitado este tipo de transacciones. Pero para algunos jóvenes el dinero no es una arma de persuasión. «Les venden paquetes de seguidores de Instagram. Para ellos es muy importante. Si al día siguiente llegan al colegio y tienen 100 seguidores más son los reyes», asegura Vicario. También acceden a cambio de cupones para gastar en Amazon, o por recompensas que necesitan para avanzar en los juegos online en los que participan, como Fortnite o Roblox.
Todo ese contenido sexual se comparte en diferentes webs en las que la gente paga por consumir el material disponible. «Detrás hay un gran negocio en el que los menores son utilizados como mulas para generar contenido», en el que están implicados delitos de generación y distribución de pornografía infantil y 'sextorsión', explica Arkaitz Fernández, jefe del Área de Delitos contra las Personas de la Ertzaintza.
El aumento de estos delitos preocupa a la Policía Autónoma Vasca, especialmente por las edades cada vez más tempranas en las que se produce. «Este mismo año hemos tenido el caso de una menor de seis años a la que contactaron a través del chat de un juego para niños en el que jugaba a través de la tablet. En el chat una persona le pedía que se sacara fotos de sus partes íntimas y accedió», explica Vicario, quien advierte de que «siempre que haya un dispositivo con una cámara y wifi, hay riesgo».
«Nos va a costar mucho luchar contra estos delitos porque no asumimos que un adolescente acepte mostrar su cuerpo a cambio de un puñado de seguidores», señala el jefe de Delitos contra las Personas.
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