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DAVID S. OLABARRI
Jueves, 23 de septiembre 2021, 00:04
Vicente Soler es el vulcanólogo principal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Fue este científico el que propuso elevar a nivel amarillo el semáforo ... de riesgo volcánico después de que detectase un fulminante ascenso del magma de 20 a 10 kilómetros en las entrañas de Cumbre Vieja. Apenas tres días después de su advertencia, el volcán entró en erupción, arrasando todo lo que encuentra a su paso.
Soler es uno de los científicos que el CSIC ha desplegado sobre el terreno. Entre otras cosas, algunos recogen muestras, otros analizan el aire y un equipo elabora el «primer estudio que se realiza sobre el terreno en el mundo» sobre el impacto que los ríos de lava tienen en la biodiversidad de la zona.
Hay muchos aspectos de la erupción por analizar y muchas incógnitas sobre la evolución de las coladas. Lo que los expertos tienen claro es que la destrucción en los terrenos arrasados por el volcán es «absoluta a todos los niveles». «Lo que es el suelo, diversidad y ecología, simplemente desaparece. Todo ha quedado sepultado con 5 metros de roca encima», explica Soler en declaraciones a EL CORREO.
Una vez solidificada, la zona afectada por la colada se convertirá en lo que se conoce como un malpaís. Esto es, un terreno de roca fragmentada sobre el que es muy difícil caminar.
Estas zonas pueden ser restauradas de forma parcial para el cultivo echando camiones de tierra, añade Manuel Nogales, delegado del CSIC en Canarias. De esta forma se puede crear un suelo «artificial» que permite, por ejemplo, sacar adelante una explotación de plátanos.
La recuperación natural de la zona tardará «miles de años». Como primer paso, la alteración de la roca comenzará en dos o tres décadas. Si se dan determinadas condiciones, comenzarán a aparecer líquenes y años después alguna planta. Pero la realidad es que en La Palma -explica Soler- hay zonas devastadas por erupciones datadas en el año 1585 que siguen sin servir para el cultivo.
La única zona que puede recuperarse es el suelo en el que cae la ceniza volcánica o el picón. Esta arena puede actuar como un «protector estupendo» del terreno ya que retiene la humedad y el agua. Es lo que se conoce como La Geria, que en Lanzarote sirve para acoger uvas -los vinos de la isla son muy famosos-, higueras y otros árboles frutales.
«Respuesta de la ciencia»
Algunos políticos han sugerido la posibilidad de recalificar los terrenos para permitir la reconstrucción de las viviendas de los afectados. Soler subraya que mover o romper parte de la colada es posible, pero considera que sería más fácil «comprar suelo en otra parte de la isla» y convertir la zona en protegida.
Nogales insiste en que, si no se han producido víctimas mortales en La Palma, ha sido gracias «a la respuesta de la ciencia» desde el momento en el que se produjeron los primeros movimientos sísmicos.
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