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Lara Ochoa | Estrella Vallejo
Jueves, 21 de septiembre 2023, 15:47
Han sido 12 años de espera, pero la naturaleza ha concluido por fin su trabajo y el cachalote de 15 metros varado en 2011 en la playa de Zarautz ha podido ser desenterrado para, «en un futuro», ser expuesto en el Aquarium de San Sebastián. « ... Con esa idea lo enterramos en su día y lo vamos a restaurar ahora». El historiador y responsable de colecciones del museo donostiarra Álex Larrodé ha sido el encargado de liderar los trabajos de exhumación del cetáceo que comenzaron este lunes en un solar de Hernani donde, desde 2011, descansaban los restos del animal. Las tareas han concluido hoy. Ahora los huesos deberán ser limpiados y tratados químicamente antes de formar de nuevo el esqueleto.
El cachalote, de unos 15,5 metros y 25 toneladas de peso, apareció varado en el arenal zarauztarra el 26 de agosto de 2011. Se trataba de un ejemplar macho joven que llegó «muy débil» a la playa, sin que pudiera hacerse nada por salvar su vida. La necropsia concluyó después que su muerte se debió a causas naturales. Su aparición en el arenal causó entonces un gran revuelo y fueron muchos los vecinos y visitantes que se acercaron a ver de cerca a este impresionante mamífero marino. Debido a su gran tamaño fue necesaria la ayuda de un remolcador para sacarlo de la arena y trasladarlo posteriormente en un tráiler a un solar de Hernani. Allí se cabó una zanja de unos 4 metros de profundidad donde el cachalote ha permanecido enterrado hasta esta semana.
En estos años, Larrodé ha ido haciendo varias catas para comprobar el estado de los huesos del animal. La última la realizó el pasado 1 de agosto y «tras excavar un poco sacamos unas vértebras y comprobamos que estaban en perfectas condiciones para iniciar el proceso de desenterramiento», explica. Así es como doce años después, miembros del Aquarium de San Sebastián, con la ayuda de tres operarios de la empresa Construcciones Camacho, han procedido a desenterrar los huesos del cachalote. Para facilitar su extracción, se cubrió el cadáver del animal con una capa de grava, lo que ha facilitado los trabajos de esta semana. «Los huesos salen más fácil, no se apelmazan», explica el experto mientras señala varias costillas amarillentas que empiezan a embarrarse por la lluvia.
Durante estos días, con la ayuda de una excavadora se ha ido retirando la arena y la grava localizando uno por uno los huesos del cachalote. «Lo primero que hicimos fue buscar la cabeza y de ahí hemos ido sacando por orden el resto de huesos hasta llegar a la cola», aclara.
Así, en tres días Larrodé y su equipo han conseguido recomponer sobre la hierba el esqueleto del cachalote. En total se han recuperado alrededor del 80% de los huesos. «La mayoría están en buen estado. Lo que peor está es el cráneo que tiene una parte hundida por el peso de la tierra en ese lado ya que el cacholote se enterró de lado», detalla. Aún así, Larrodé confía en que se podrá restaurar «por completo».
Junto al cráneo, perfectamente alineadas y numeradas reposan también las vértebras y las costillas, lo que da muestra del descomunal tamaño del cachalote. Tras el proceso de descomposición «ha mermado un poco y ahora medirá unos 13 metros», explica Larrodé. Al lado del esqueleto y dentro de unas cajas azules llaman especialmente la atención los enormes dientes del animal. «Son de marfil y como se ve están perfectos porque era un ejemplar joven y apenas los tenía gastados», detalla mientras sostiene en sus manos unos colmillos.
Durante la jornada de este jueves, los huesos serán trasladados en cajas a un pabellón que el Aquarium tiene en Intxaurrondo. Larrodé tiene previsto hacerles una primera limpieza con agua oxigenada, «sobre todo para quitarles esa primera capa de tierra y barro», pero después tendrá que ser un especialista externo al museo quien proceda a la restauración y posterior montaje del esqueleto.
Pueden pasar «años» hasta que la osamenta del animal cuelgue del techo del Aquarium como lo hace ya la de la ballena franca y el rorcual aliblanco. Esther Irigaray, directora del museo donostiarra, indica que «el cachalote completará esta familia que ya tenemos. Ahora mismo no tendríamos espacio, pero queremos tener el esqueleto disponible para exponerlo en cuanto nos sea posible».
A la espera de que el esqueleto del cachalote de Zarautz pueda ser contemplado en el Aquarium, el museo donostiarra ya guarda en su interior un 'pedacito' de este espectacular animal. Se trata de una botella de aceite de la grasa extraída de ese ejemplar antes de ser enterrado. «Los balleneros vascos iban a Terranova a la caza de este animal por el valor de su grasa, concretamente del espermaceti, que se localiza en la cabeza y con el que se hacía un aceite de altísima calidad», explica Larrodé. Con esa labor de divulgación que tienen desde el museo donostiarra, antes de enterrar el cachalote extrajeron un bote grande de grasa para repetir el antiguo proceso y lograr aceite. «Esa grasa se pone a cocer y extrajimos ese aceite que flotaba para meterlo en una botella que es la que se puede ver en el museo junto con una muestra de la grasa», aclara. .
El cachalote es el mayor de los cetáceos dentados, ya que los machos adultos pueden llegar a los 18 metros de longitud. Se trata de una especie que se suele avistar con relativa frecuencia cerca de nuestras costas, hasta donde llegan individuos juveniles, como era el caso del ejemplar de Zarautz ya que tenía los dientes sin gastar, o hembras con crías.
Estos mamíferos marinos se alimentan generalmente de calamares y viven en áreas que alcanzan un kilómetro de profundidad, aunque tienen una capacidad de inmersión de hasta tres kilómetros y pueden permanecer unas dos horas bajo el agua.
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