irma cuesta
Miércoles, 25 de septiembre 2019, 18:06
Como si no fuera ya suficientemente arriesgado proponerle a alguien que comparta contigo el resto de tus días, hay quienes parecen decididos a complicar aún más las cosas. ¿La prueba? Steven Weber falleció hace solo unos días en Tanzania mientras pedía matrimonio a su novia ... sumergido en el mar que rodeaba la habitación subacuática en la que se alojaban, convirtiéndose en la enésima víctima de una suerte de tendencia que lleva camino de diezmar considerablemente la población de enamorados. Definitivamente, lo de colocarte frente a tu chica, exhibir tu mejor sonrisa y pedirle que se case contigo, ha pasado a la historia.
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El trágico desenlace de la pedida de mano de mano de Steven lo ha hecho público la que iba a ser su esposa. Kenesha Antoine, que así se llama la joven que hoy trata recaudar dinero para repatriar el cadáver de su joven enamorado, ha utilizado las redes sociales para explicar que Steven se sumergió en el mar que rodeaba la habitación subacuática en la que estaban armado con una gafas de buceo y le mostró su declaración de amor a través de los cristales transparentes del cuarto. La incontenible necesidad de filmar cualquier cosa que nos ocurre llevó a Kenesha a grabar a Steven sosteniendo la carta en la que había escrito: «No puedo contener la respiración lo suficiente como para decirte todo lo que amo de ti», y sacando un anillo de su bañador. Por su puesto, la joven filmó la proeza sin imaginar que segundos después su novio perdería la vida intentando salvar los diez metros que lo separaban de la superficie.
En una suerte de homenaje póstumo al hombre con el que estaba decidida a compartir su vida, Kenesha publicó horas después en su perfil de Facebook el vídeo de la pedida acompañado del siguiente mensaje: «Te voy a encontrar y casarme contigo en la próxima vida, y la próxima, y la próxima, y la próxima... Te quiero mucho, y siempre lo haré».
El caso de Steve se habría quedado en un mero accidente sino fuera porque los enamorados de hoy en día parecen decididos a idear las cosas más increíbles, por arriesgado que resulte, para conseguir un 'sí, quiero'.
Las cosas tampoco acabaron bien para Brad Parker, un hombre de 35 años que hace unos meses se precipitó por la ladera del pico Matthes, en el Parque Nacional de Yosemite, en los Estados Unidos, segundos después de pedirle a su novia que se animara a pasar con él el resto de su vida. Fantástico escalador, Brad acababa de subir hasta la cima de otra de las montañas del parque con Jainee Dial y pedirle en matrimonio cuando, animado por la alegría que da saberse aceptado, decidió trepar a lo alto del pico Matthes sin tomar las precauciones necesarias. Algo falló durante el ascenso y el joven cayó por un precipicio de unos 100 metros y falleció. La fiesta apenas duró un instante.
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En esa suerte de carrera que parece decidida a demostrar que cada cual entiende el romanticismo como le parece, los rusos ya han tomado la delantera. Hace ya un par de años que el negocio de lo que han bautizado como 'servicio de propuestas de matrimonio extremas' no deja de ganar adeptos. A cambio de unos 900 euros, el novio puede, por poner un ejemplo, hacer que un chófer recoja a tu novia del aeropuerto, que minutos después el coche en el que viaja sea interceptado por una furgoneta cargada con supuestos agentes especiales cubiertos con pasamontañas que al abrir su bolso encontraran varias cajas con unos polvos que simulan ser cocaína... y que la acusarán de estar traficando. Cuando la novia esté a punto de infartar, sacará de la misma bolsa un paquetito rosa con una anillo que uno de los 'policías' abrirá y, descubriéndose el rostro, le pedirá que se case con él.
Aunque parezca mentira, el montaje da resultado. Sergei Rodkin, un expolicía al que se le ocurrió la brillante idea de montar ese tinglado para declararse a su novia, ha creado una empresa -Show Spetsnaz- en la que contrata a expolicías y exmilitares para darle más credibilidad a las actuaciones, y se está haciendo de oro mientras demuestra que el romanticismo no muere, solo se transforma.
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Lo habitual, ha declarado Sergei, que ya dirige 14 delegaciones de su empresa en diferentes puntos del país, es que el novio elija la manera en la que quiere sorprende a su chica. Por increíble que pueda resultar la trama elegida, su equipo se encargará de ponerla en marcha. Luego, si hay suerte y la novia no sale espantada, habrá otra pareja más lista para pasar por la vicaría.
Incendio simulado. A Jesse Gonzalez, un fornido bombero de Houston (Texas), se le ocurrió simular un incendio en la casa de un amigo para, cuando llegara su novia, una agente de Policía, sorprenderla pidiéndole matrimonio. Nada más aparecer la chica Jesse salió de la casa llena de humo (humo de hielo seco, por supuesto) y vestido de faena hincó la rodilla. Ella, por supuesto, dijo que sí.
Muerto en el asfalto. Jeffrey Delrio es un tipo de Filipinas cuya declaración de amor se hizo viran hace unos meses. A Delrio se le ocurrió fingir su muerte en un accidente de moto y que un cómplice llevara a su novia hasta el lugar del supuesto siniestro en el que él permanecía tirado sobre el asfalto. Luego, cuando una desolada novia llamada Sheila Parayanon se acerca y llora desconsolada sobre el supuesto cadáver se su chico, él 'resucita', saca un anillo del bolsillo del pantalón y le pide dulcemente que se case con él. Sorprendentemente, Sheila dijo que si.
Zafiro digital .Bernie Peng es el nombre del programador de software financiero de Nueva Jersey que buscando una forma original de prometerle a su novia amor eterno y pedirle que se casara con él hackeó el videojuego favorito de la chica para pedirle matrimonio. En concreto, Bernie reprogramó el juego 'Bejeweled' para que cuando la joven obtuviera una puntuación determina apareciera el anillo de pedida: un bonito anillo con un gran zafiro rosa.
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