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Las agresiones sexuales y los ataques machistas no dejan de crecer. Lo sabe bien Miren Elgarresta (Zumarraga, 1965), directora desde hace casi dos años del Instituto Vasco de la Mujer. La responsable de Emakunde destaca que hoy en día «se denuncia más», pero todavía existen ... un «machismo estructural» y un «miedo» a sufrir esta lacra que coarta la libertad de las mujeres.
- Estamos en el ecuador del verano, ¿qué balance hace de las fiestas celebradas hasta ahora?
- Desde luego no podemos hacer un balance positivo, porque sigue habiendo agresiones y también tenemos los últimos registros, de enero a junio, que se observa un incremento de las denuncias de 300 a 344. Más allá de que aumente o haya un descenso, sí que podemos concluir que la violencia machista persiste y se sostiene porque se trata de un problema estructural que se mantiene en nuestra sociedad.
- Son dos al día.
- Eso es. Creo que el contexto está cambiando, tanto en lo que respecta al tipo de agresiones sexistas como en las denuncias. Son cada vez más visibles y se denuncia más, pero sigue habiendo una cifra oculta. Creo que es importante trasladar un mensaje de que nuestra sociedad no tolera las agresiones sexistas.
- El año pasado comentaba que la mayoría eran tocamientos, pero todo se considera agresión.
- Bueno, las denuncias son de todo tipo y tenemos que decir que también existen diferentes grados de agresiones. Pero lo que no podemos hacer, aunque sean tocamientos, es ni minusvalorar ni minimizar las afecciones que puede tener sobre las mujeres, porque todas ellas tienen una carga de amenaza y de violencia sexual contra ellas. Y dentro, en la raíz de todas ellas, se encuentra el machismo.
- Al escuchar agresión, la gente piensa en violaciones.
- El marco legal actual lo que ha hecho ha sido definir como agresión todas las agresiones. Podemos catalogarlo como leve, pero son agresiones.
- Todavía hay hombres que creen que no pasa nada por tener relaciones con una chica bebida.
- Hay que tener en cuenta qué es una agresión, y es cualquier acto que atente contra la libertad sexual de las mujeres sin su consentimiento. No podemos invadir los cuerpos de otras personas.
- ¿Se ha detectado este verano algún pinchazo?
- No, no nos consta, fue un fenómeno concreto en un periodo de tiempo concreto. En la mayoría de esos casos no se encontraba ningún tipo de sustancia de sumisión química, pero sí que había un mensaje en esos pinchazos, y era un mensaje de control. Eso genera miedo y genera un estado de alerta sobre las mujeres, de que no se sienten libres en los espacios públicos. El machismo, que lo conocemos desde siempre, tiene una gran capacidad de adaptarse a los nuevos contextos y a las nuevas circunstancias que van surgiendo en nuestra sociedad.
- El movimiento feminista e incluso algunas instituciones consideran que los servicios de acompañamiento de los ayuntamientos también generan esa sensación de miedo.
- Esta es una cuestión que está muy analizada. Y hay que hacer mención, precisamente, al trabajo realizado por Nerea Barjola. Es necesario trabajar la prevención, pero existe una línea muy fina entre lo que son la prevención y aquellas medidas que pueden llegar a reforzar la idea de más vulnerabilidad de las mujeres. No debemos naturalizar la idea de que las mujeres no pueden ir solas por ciertos espacios.
- La mayoría de las agresiones las cometen personas conocidas.
- Es bueno tener en cuenta esta cuestión, tenemos que tener claro que algunos tipos de violencia tienen lugar en el ámbito privado, el más cercano. Y también al machismo le conviene ese relato de que son otras las personas, desconocidas, siempre en un lugar oscuro.
- Aun así, según el Observatorio Vasco de la Juventud, más del 70% de las chicas tienen miedo de andar solas por la calle.
- Es una realidad que tenemos que ir abordando. Es una línea estratégica recogida en la Estrategia 2030, seguir trabajando en el empoderamiento de las mujeres, pero una variable que tiene que incorporarse con mayor fuerza es la implicación de los hombres, que ante cualquier comportamiento machista, que sean ellos los que echen el freno.
- En una encuesta estatal, cuatro de cada diez jóvenes referían que son los varones los que están desprotegidos.
- Es un dato preocupante. Estamos hablando de que las fuentes de información de la juventud son las redes sociales, su hábitat natural a la hora de buscar información, comunicación y relación. Está en auge un neomachismo en internet, que se llama manosfera, donde se están extendiendo muchísimo los mensajes misóginos y antifeministas. Tienen un gran poder de socialización y no podemos banalizar estas redes porque, como bien nos explicaba Elisa García en un curso de verano, hace no mucho tiempo se pensaban que eran cuatro frikis, pero existen muchísimos seguidores y tienen una gran capacidad de influencia sobre los jóvenes.
- Algunas mujeres prefieren no denunciar la violencia machista y algunas de las que lo hacen se arrepienten porque no se sienten arropadas.
- Los recursos que tenemos hoy en día están accesibles para todas las mujeres sin necesidad de que exista denuncia. Pero hay algo muy importante también: si no denuncian, la impunidad de los hombres campa a sus anchas. Esa es una realidad.
- ¿Pueden rehabilitarse un maltratador o un agresor sexual?
- Creo que es una cuestión que está encima de la mesa, sobre todo en el ámbito de prisiones. Existen programas dentro destinados a trabajar estas conductas, pero creo que tenemos aquí mucho trabajo que realizar.
- Hablábamos de los jóvenes, un colectivo en el que se pone el foco, pero según los datos de la Diputación de Bizkaia casi el 43% de los agresores tienen entre 30 y 49 años.
- No es un dato que nos extrañe porque se repite. Los casos de agresores sexistas menores de 30 años rondan entre el 30 y el 35%. Los jóvenes lo que hacen es reproducir las conductas de las personas adultas. Cuando decimos que ese porcentaje son menores de 30, tenemos que decir que el 70% son mayores de 30. Estamos hablando de un problema estructural que afecta a todas las edades, a todas las condiciones y a todos los perfiles de hombres.
- El Gobierno vasco anunció que ampliará este año de 16 18 semanas los permisos de paternidad. ¿Cómo va el proceso?
- No sé cuáles son los avances que se están dando porque no corresponde a Emakunde, pero se ha constatado un incremento importante de las solicitudes de excedencia por parte de los hombres. Llevábamos décadas que no superábamos el 5% y hoy en día son un 14%.
- El otro 86% las solicitan las mujeres y ha habido que mejorar las ayudas económicas para que crezcan las de hombres.
- Esto son políticas públicas de igualdad, y realmente el objetivo es aumentar la corresponsabilidad de los hombres en los cuidados. Es necesario seguir trabajando. Está muy estudiado en los países nórdicos, que llevan muchos años y que son los que van de avanzadilla. Allí incluso la propia sociedad no ve bien que los hombres no asuman la responsabilidad de los cuidados. Y es cierto que hubo mucho debate, pero también las mujeres tenemos el mismo derecho a recibir esta ayuda.
- ¿Y las empresas están preparadas? Mucha gente tiene miedo a represalias.
- No sé si hay represalias, lo que sabemos es que son las mujeres las que lo piden. Estamos trabajando en el ámbito de la conciliación, buscando herramientas que hagan posible realmente que las empresas puedan dar respuesta a las necesidades de conciliación. Las empresas tienen que ser conscientes de que la conciliación es una necesidad del colectivo de trabajadores y trabajadoras que tienen que dar respuesta. Y eso, desde luego, sin que exista una afección negativa sobre los resultados de las empresas.
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