J. L. Rico
Miércoles, 12 de junio 2024, 07:12
El ultimátum del arzobispo Mario Iceta a las monjas rebeldes de Belorado para que entreguen las llaves del convento venció la medianoche del lunes sin que, tal y como habían anunciado, las religiosas hicieran el más mínimo movimiento. Su único gesto público ayer fue, de ... hecho, para reclamar de nuevo la presencia de la Guardia Civil, «agobiadas por el acoso mediático» y ante el supuesto intento de algún reportero de grabar el interior del monasterio.
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Lo del agobio lo dijo el omnipresente portavoz de las clarisas cismáticas, José Ceacero. El cura excoctelero volvió a atender a los medios concentrados a las puertas del cenobio para insistir en que las monjas ahora acogidas a la 'protección' del falso obispo Pablo de Rojas no piensan abandonar La Bretonera ni entregar las llaves. Y tampoco acudirán a la cita que tienen todas ellas entre los días 16 y 21 de este mes en el Tribunal Eclesiástico para ratificar o no su ruptura con Roma, con lo que se iniciarían los respectivos procesos de excomunión.
«Si no me las han entregado a mí, que no puedo abrir la verja, cómo se las van a entregar al apoderado de no sé quién», contestó Ceacero en alusión implícita al arzobispo Iceta, con su habitual mezcla de desdén e ironía, cuando se le preguntó en el programa de Telecinco 'Vamos a ver' si las hermanas iban a obedecer la orden de ceder las llaves del convento. Según reiteró después en declaraciones a los periodistas, el convento es la casa de las religiosas «y uno no le da las llaves de su casa a cualquiera». «¿Usted se iría de su casa?», añadió en la entrevista televisiva tras ser cuestionado por la posibilidad de que las monjas desalojaran las instalaciones.
Y hubo unos instantes ayer en que pareció que eso podía ocurrir. No que se fuesen voluntariamente, sino que las sacara la Guardia Civil. La alarma se disparó cuando apareció una patrulla del instituto armado. Sin embargo, pronto se aclaró el malentendido. Las fuerzas de seguridad habían sido llamadas por las propias monjas después de que la noche del lunes, y de nuevo ayer por la mañana -según Ceacero-, un reportero se «encaramó» a un muro para tomar imágenes del interior, «violando la intimidad» de las religiosas. Después de veinte minutos, los guardias civiles abandonaron sin más el convento.
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Pese a su locuacidad, el falso cura evitó pronunciarse sin embargo sobre la hipoteca que las monjas habrían firmado en marzo sobre el monsterio de Derio, que les reportó 720.000 euros supuestamente para financiar la compra del de Orduña.
Al culebrón se acaba de incorporar un nuevo agente, la dominica sor Lucía Caram, que en su día cobró notoriedad por sus simpatías con el proceso independentista catalán y su apoyo a los políticos presos. Sor Lucía se ofreció «como mediadora» en el conflicto de Belorado el lunes en un especial de Cuatro y ayer, tras un primer contacto con las clarisas cismáticas, explicó que les dijo «que quería ir a visitarlas como hermana, para que hablemos. No pretendo nada, simplemente creo que nos tenemos que entender». La religiosa con la que habló le respondió «que no había ningún problema», aseguró.
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