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Cole Brauer llegará en las próximas horas a A Coruña. Ingresará así ingresará en el selecto club de mujeres que ha conseguido dar la vuelta a mundo a vela en solitario y sin escalas. Esta joven norteamericana, además, será la segunda clasificada en la Global Solo Challenge, una competición alrededor del planeta que le ha llevado a navegar a través de algunos de los lugares más peligrosos de los océanos. Pero Cole también ha demostrado que las nuevas tecnologías pueden conseguir que un deporte solitario como la vela se convierta en un tendencia en las redes sociales y que su gesta sea un motivo de inspiración para miles de personas.
Quizá una de las palabras que define a Cole Brauer es carisma. Esta joven de 30 años y nacida en los Hamptons, cerca de Nueva York, recibió una educación especial, en la que sus padres se empeñaron en que no se autolimitase por ser mujer y no se rindiera ante ningún reto. Sus progenitores, deportistas, culturistas y propietarios de una tienda de bicis, le animaban a que fuera a la escuela en kayak. Como ella misma ha comentado, para castigarle le obligaban a subirse a la cinta de correr y pasar 20 minutos dando zancadas a toda velocidad. «Me ayudó a superar la angustia adolescente», ha confesado. Su padre, además, le animaba a superar a los chicos en todas las pruebas físicas a las que se presentaba.
Siendo ya una deportista consumada fue a estudiar a Hawai, donde se convirtió en una experta navegante. «Tuve que convencer a mis padres de que la vela era también un deporte y al principio no lo entendían», ha explicado la patrona. En su familia, una actividad en la que no se terminaba en el suelo, jadeando y cubierto de sudor, no era algo que mereciese la pena tener en cuenta. Sus primeros pasos como navegante le llevaron a varias pruebas menores hasta que la Global Solo Challenge se cruzó en su camino.
La Global Solo Challenge es una prueba recién estrenada que está lejos de otras carreras como la Vendée Globe o la Global Ocean Race, mucho más mediáticas y glamourosas. La competición, creada por el italiano Marco Nannini, busca que navegantes con barcos de serie de entre 35 y 45 pies -no creados especialmente para la prueba y por lo tanto más asequibles- participen en una competición dura pero asumible, sin depender de patrocinios multimillonarios.
Los participantes, Brauer entre ellos, partieron en septiembre de A Coruña con el objetivo de dar la vuelta al mundo por los tres cabos: Buena Esperanza (Sudáfrica), Hornos (Chile) y Lleeuwin (Australia), circunvalando la Antártida. La carrera no tiene ningún premio económico así que la recompensa es sobre todo moral: haber sido capaz de dar la vuelta al mundo en solitario por una de las rutas más difíciles. Algunos navegantes, como el español Juan Merediz, se han tenido que dar la vuelta a los doce días de navegación por problemas técnicos.
Cuando Cole Brauer inició la carrera, su cuenta de Instagram tenía 20.000 seguidores. En la actualidad, 450.000 personas que la siguen diariamente y asisten a la proeza de esta joven como si fuera alguien de su propia familia. Hay niñas que le escriben para darle ánimo, madres que la consideran un ejemplo para sus hijas y profesores que la ponen como ejemplo a sus alumnos. Cuando se puso enferma y ella misma tuvo que colocarse una vía en la vena para hidratarse, sus seguidores contuvieron la respiración. Lo mismo que sucedió cuando un golpe de mar la lanzó contra uno de los costados de la cubierta y estuvo a punto de romperse varias costillas. Además, ha aparecido encerrada en la cabina mientras reparaba las partes estropeadas de su barco o intentaba cocinar pese a los golpes de mar.
Brauer, además, ofrece una imagen acorde a la generación Z. Hasta ahora, las grandes navegantes en solitario como Ellen Macarthur o Florence Arthaud, por citar a dos pioneras de este tipo de pruebas, eran mujeres que se presentaban como aguerridas profesionales, más cerca de los lobos de mar que de una teenager atrapada en el Atlántico. Brauer, sin embargo, aparece en sus vídeos tomando un Aperol Spritz al cruzar el Ecuador -siguiendo la tradición marina de rendir homenaje a Neptuno vertiendo parte de la bebida al océano- o bailando con un vestido corto de rosa 'barbie' en la cubierta de su barco, con unos zapatos de tacones del mismo color en la mano.
El día de San Valentín danzó frente a la cabina y escribió un mensaje que se convirtió en una arenga para sus fans. «Se lo dedico a todas las mujeres impresionantes que persiguen sueños, gritan, cantan y agarran la vida por el cuello y no encajan en ningún molde de flores y cajas de chocolates. Aplauso para todos ustedes», dijo en Instagram.
First Light, el barco de Cole Brauer, se encuentra ya a la altura de las Azores, a dónde le aconsejó que se dirigiera su equipo de tierra para que aprovechase los vientos del anticiclón local. En A Coruña ya le esperan sus padres y su equipo. Si todo sucede como está previsto, será la segunda clasificada en la prueba, justo por detrás de Philippe Delamare. La joven ya ha dicho que hará en cuanto desembarque: «Necesito un capuchino y un croisan».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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