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El 23,5% de los vascos de entre 18 y 34 años se sienten solos. Sus relaciones sociales y familiares son insuficientes, de mala calidad y no cumplen sus expectativas. Pero es que además a los jóvenes de Euskadi en esta situación les cuesta cambiar la tendencia. Si en el País Vasco la soledad no deseada se prolonga, de media, durante más de dos años, entre los menores de 35 años se extiende durante aún más tiempo, tal y como se recoge en el estudio presentado este miércoles por las fundaciones de ONCE y AXA. Pero este no es el único dato relevante.
Tanto los jóvenes como las mujeres son los dos grandes grupos sociales que más padecen aislamiento involuntario. Pero si se entra al detalle hay una serie de colectivos en los que esta realidad es mucho más frecuente. Existen una serie de factores que influyen de forma determinante en que las personas se sientan solas. Uno de ellos es la situación laboral y económica. El trabajo indica que la mitad de las personas en paro en Euskadi se sienten solas. Misma situación que afecta a uno de cada cinco vascos que tienen dificultades para llegar a fin de mes al ser los bajos ingresos una barrera para participar en determinadas actividades sociales.
La nacionalidad es otro factor clave. Uno de cada tres extranjeros en Euskadi están aislados a nivel social o familiar. También tiene un gran peso la situación sanitaria de cada persona. La mitad de aquellas que sufren enfermedades mentales están solas, al igual que una de cada tres con mala salud autopercibida. Pero es que además este aislamiento agudiza patologías como pueden ser la depresión o la ansiedad, por citar solo dos de ellas.
Este dato es relevante porque la soledad no deseada tiene un coste para las arcas públicas estatales de unos 15.000 millones de euros al año, de los que 6.000 repercuten directamente sobre el sistema sanitario, tal y como ha explicado este miércoles José Manuel Fresno, responsable del Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES), durante la presentación del estudio.
Muy significativo es que existe una relación clara entre discapacidad y soledad. Más de la mitad de los vascos con algún tipo de limitación física o mental sufren «un problema que se prevé que vaya a más en los próximos años», tal y como ha señalado el experto.
Las causas detrás de este fenómeno tienen una gran relación con la fragilidad de quienes lo sufren. Las dificultades económicas, el origen extranjero, la mala salud, la discapacidad o la edad son factores de riesgo. Las redes sociales tampoco ayudan. Cuanto menos cara a cara son las relaciones sociales y familiares mayor es la probabilidad de que sean de mala calidad y faciliten el aislamiento. Un fenómeno en crecimiento. Por todo ello Matilde Fernández, presidenta del Observatorio SoledadES abogó por «revisar el estado del bienestar para ver qué es lo que está fallando».
A nivel global el 14,5% de la población vasca sufre soledad no deseada y el 12% lo hace de forma crónica. Comparado con el resto de España estas tasas son inferiores. A nivel nacional la situación de aislamiento involuntario afecta al 20% de la sociedad.
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