Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
'Can you hear me, Major Tom?' Es posiblemente la frase más aterradora de la música moderna. Ese fatal desenlace de una canción que es en origen una oda al éxito de la humanidad a la hora de superar sus propios límites. En la voz ... de Bowie todo cobraba una intensidad diferente.
El Space Oddity es uno de esos ecos que no deja de acompañarnos. El pobre Tom, solo en mitad del universo. En esa lata que flota de un modo peculiar y consciente de que no hay nada que él pueda hacer realmente. Siempre dan miedo los mensajes inesperados desde el control de misión. Como el que debieron recibir hace unos días los astronautas de la Estación Espacial Internacional que este viernes han regresado a la Tierra. Completamente intrascendente comparado con lo del astronauta del Duque Blanco, pero muy representativo de lo que está viviendo el planeta por culpa del coronavirus.
Andrew Morgan, Jessica Meir y Oleg Skripochka, abandonaron anoche la EEI tras pasar allí más de 200 días. Esta mañana tomaban tierra en la llanura de Dzhezkazgan. Al alba, para nosotros. Quizá vieron a Luis Eduardo Aute acurrucarse entre las estrellas en sus últimos días en órbita. Lo hacían de forma semiclandestina. Nadie retransmitió su aterrizaje, como suele ser habitual. Un equipo médico y de rescate mínimo auxilió su regreso. Quedándose a dos metros de ellos en todo momento. Distanciamiento social, le dicen.
Lo curioso es que los astronautas están muy acostumbrados a la cuarentena. Siempre se les aísla, si no están suficientemente solos ya en el espacio, por lo que puedan traer en su regreso a la Tierra. Aunque en esta ocasión, el confinamiento es para protegerles de un virus propio. Del maldito Covid-19 y sus estragos. También, lógicamente, para evitar que los 'terráqueos' se contagiaran entre ellos.
Es fácil imaginar esa llamada desde el control de misión explicándoles que no habría infraestructura en la que albergarlos. Que en cuanto pusieran los pies en el suelo, un helicóptero se los llevaría derechos al cosmódromo de Baikonur antes de regresar a su lugar de origen. Que iban a tener que dar un rodeo antes de volver a casa porque Kazajistán está en estado de alarma y que el viaje se alargaba un poco.
Es fácil imaginar sus carcajadas cuando les anunciaron que iban a tener que recorrer 400 kilómetros más de los previstos antes de poder embarcar hacia EE UU, en el caso de Morgan y Meir, o para la Ciudad de las Estrellas, en las afueras de Moscú, donde trabaja Skripochka. Y hay medios que lo han destacado como un verdadero contratiempo. Lo es. Salvo que vengas de completar 140 millones de kilómetros de viaje ininterrumpido alrededor del planeta. 3.280 vueltas a esa mota azul en el infinito que llamamos hogar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.