«Estamos convirtiendo Polonia en un garbigune»

La invasión rusa ha despertado «una ola de solidaridad» en el País Vasco. Esta semana, han sido muchas las imágenes de ciudadanos aportando medicamentos, ropa, pañales, alimentos enlatados... Tanto es así que, en varios casos, se tuvo que frenar la recogida por la avalancha de donaciones. Las ONG insisten en que lo que de verdad se necesita ahora son aportaciones económicas.

Es cierto que el tema del dinero siempre es algo delicado. Hay ciertas reticencias por temor a que no llegue a destino. Pero realmente, las asociaciones sostienen que es la mejor vía para colaborar. ¿Por qué? «Entre otros motivos, por lo que hablábamos de los gastos de transporte y también porque estamos mandando cosas de dudosa utilidad», apunta Gutiérrez. «Aquello parece ya un bazar. Estamos convirtiendo la frontera polaco-ucraniana en un garbigune o punto limpio, con objetos que no sirven de nada: golpeados o rotos durante el transporte, ropa que no abriga o alimentos que se han perdido...».

El presidente de Cruz Roja Bizkaia se refiere también a los medicamentos. «Revisar su fecha de caducidad no es tarea fácil y su clasificación resulta laboriosa». Y continúa con más motivos y ejemplos: «Las ONG siempre preferimos comprar los productos de primera necesidad en destino porque reactivan la economía local». El dinero posibilita adquirir productos que igual no se han recogido en cantidad suficiente en origen o en los que no se ha reparado. «Hace falta comida pero también platos, vasos o una tienda para desayunar a cubierto».

Otra razón es que comprar en destino es más económico. «Con 100 euros puedes adquirir unos 60 kilos de arroz en España, pero en Polonia logras más del doble». Y luego están las desigualdades. «Tienes que mandar el mismo producto. No puedes entregar una manta que aguante la humedad y otra que no. Primero, por una cuestión de justicia social y, después, porque estas cosas generan siempre problemas en el reparto».

Por último, la aportación de fondos monetarios permite planificar y sostener el esfuerzo humanitario en el tiempo. «Hoy la sociedad está concienciada pero ¿qué pasara dentro de 9 meses? Lo que ahora logremos nos permitirá seguir actuando más adelante, porque esto va para largo. En Haití aún mantenemos proyectos con el dinero que se recaudó en el terremoto (2010)».

Otro tema que preocupa son las mafias que aprovechan el río revuelto. «Entre los cientos o miles de coches que van a la frontera ucraniana para llevarse refugiados hay grupos organizados que se dedican a la prostitución y que se aprovechan del desamparo de menores y mujeres para raptarlos». Suena a película, pero es así, advierte Gutiérrez. «Si alguien va a ir a ayudar allí, que viaje en autobús, porque es una garantía de transparencia, de que no ocultas nada».

Entonces, ¿qué se puede hacer aquí para ayudar de la mejor manera? Además de las aportaciones dinerarias, también se requieren voluntarios para el acompañamiento y la inserción social y laboral de los ucranianos que lleguen a Euskadi. Cruz Roja y Cáritas han intensificado sus programas para enseñar castellano. También han puesto en marcha iniciativas de acompañamiento para integrar a los chavales en cuadrillas en los diferentes pueblos. Y, además, también se puede ofrecer vivienda o alojamiento a través del Gobierno vasco.