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Así se controla en la costa vasca el tiempo, los vertidos o los barcos a la deriva

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El centro Azti y el organismo Puertos del Estado cuentan en el Cantábrico con una amplia red oceanográfica capaz de almacenar datos sobre oleaje, temperatura y la salinidad del agua

Domingo, 25 de agosto 2024, 01:00

Partes meteorológicos, rastreo de vertidos, salvamento de personas a la deriva, impactos del clima sobre la costa, seguimiento de temporales y galernas... Son trabajos que se dan con frecuencia pero que no serían posibles sin la existencia de unos sistemas de medición y previsión del ... medio marino. Redes de observación oceanográfica capaces de almacenar series históricas sobre oleajes, velocidad del viento y de las corrientes, temperatura atmosférica y del mar, presión del aire y salinidad del agua.

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En Bizkaia este tipo de dispositivos existen desde 1990. A unos veinte kilómetros del Abra y fondeada a 600 metros de profundidad, Puertos del Estado -organismo público dependiente del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible- cuenta con una boya de aguas profundas (denominada Bilbao-Bizkaia) equipada con varios tipos de sensores, así como de unidades de procesos que permiten disponer y enviar vía satélite datos oceanográficos a tiempo real. Aunque es la más antigua de este punto del Cantábrico, no fue hasta 2006 cuando la entidad sustituyó esa primera boya por una más moderna capaz de recibir información complementaria y de gran interés. Así, además del oleaje, la baliza permite ahora analizar las corrientes, la temperatura del mar, la salinidad y la presión del agua. Cuestiones clave para estudiar los cambios de comportamiento del océano y de las especies que allí habitan a consecuencia del cambio climático y el calentamiento de los océanos.

Pero no es la única herramienta que vigila el Cantábrico en Euskadi. Ni mucho menos. En el litoral vasco, Azti mantiene para Euskalmet una extensa red compuesta por equipos y medidores océano-meteorológicos que reúnen datos sobre la superficie del mar, pero también de las capas más profundas. Los primeros equipos gestionados por el Centro de Investigación Marina y Alimentaria comenzaron a funcionar entre 2004 y 2005. Son la estación marítima de Pasaia y la boya de aguas profundas ubicada en la costa de San Sebastián. La baliza, fondeada a unas 12 millas al norte y a una profundidad de 500 metros, se complementa con una serie de sensores -como paneles solares de gran tamaño- que acumulan información sobre corrientes, temperatura y salinidad hasta 200 metros de hondura.

La información recogida se envía por radio o vía satélite a las instalaciones que el centro de investigación tiene en tierra. Aunque las series no siempre están completas. Anna Rubio, coordinadora del área de Oceanografía Operacional de Azti, explica que «los equipos están sometidos a condiciones marinas muy severas que causan fuertes tensiones sobre los elementos que resisten las boyas. Además, la salinidad del agua produce corrosión sobre los materiales de la baliza». A consecuencia de ello, el centro de investigación realiza dos sustituciones de los elementos al año. «Se desplaza una embarcación con la boya para reemplazar la que está en funcionamiento con el objetivo de perder la menor información posible», cuenta la experta.

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Las claves

Equipos de medición

La red de medición vasca cuenta con boyas de aguas profundas, radares, estaciones y submarinos

Radiografía del litoral

Los radares instalados en los cabos Matxitxako e Higer cubren 10.000 kilómetros cuadrados

Datos a tiempo real

La boya Bilbao-Bizkaia está ubicada a 20 kilómetros del Abra y a 600 metros de hondura

Radares y submarinos

Si bien es cierto que en la costa vizcaína Azti contó entre 2007 y 2013 con otra boya de aguas profundas -la de Matxitxako-, el organismo tomó la decisión de retirarla al «ser redundante con la de Puertos del Estado». Lo que sí mantiene en el litoral es la estación oceanográfica de Punta Lucero, en la parte exterior del Abra; una boya de unos 60 metros de diámetro que mide oleaje direccional y temperatura superficial en la costa de Sopela, y un mareógrafo de alta frecuencia en Bermeo que recoge información sobre la altura del nivel del mar cada cinco segundos. El objetivo de estos últimos mecanismos es «evaluar el riesgo de inundación de eventos marinos extremos en áreas protegidas, como puertos o desembocaduras de ríos».

La red de Azti se complementa también con estaciones de videometría y radares de alta frecuencia instalados en los cabos Matxitxako e Higer. Cubren unos «10.000 kilómetros cuadrados» y la señal que emiten permite calcular mapas de corrientes oceánicas. «Radiografían toda la costa vasca en dirección oeste-este y por el norte hasta la bahía de Arcachon. Son extremadamente útiles para hacer seguimiento de vertidos (como el del 'Prestige'), para rescates o para calcular la trayectoria de objetos en el mar», detalla Rubio.

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El dato

60 kilos

pesan los submarinos que Azti utiliza para analizar diferentes columnas de agua.

En 2022 Azti dio un paso más. El centro vasco se equipó con una nueva tecnología, unos pequeños vehículos autónomos submarinos llamados 'gliders' «que ofrecen la posibilidad de medir de manera eficiente y a bajo coste las propiedades de las columnas de agua con una amplia cobertura». Tienen tres metros de largo, pesan unos sesenta kilos, su impacto medioambiental es «muy bajo» y son capaces de navegar hasta dos meses a mil metros de profundidad. Por el momento cuentan con dos unidades con las que han realizado varias expediciones en el Golfo de Bizkaia. «No generan ruidos ni tampoco utilizan propulsión. Su manera de avanzar es gracias a cambios en su flotabilidad, que consiguen inflando y desinflando una vejiga como hacen los peces», detalla Rubio.

La manera de atravesar el agua es sin duda ingeniosa. «Reciben órdenes de los pilotos y hacen perfiles en forma de dientes de sierra. Cada vez que salen a la superficie mandan información sobre su estado», puntualiza la experta, la cual asegura que «una red marítima tan densa como la vasca no se encuentra en ningún otro lugar de Europa».

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«Las redes de medición permiten actuar de forma eficaz cuando hay un accidente»

La crisis climática a la que el mundo se enfrenta obliga a mantener las redes oceanográficas activas como medida de prevención ante futuros riesgos. El calentamiento del mar es responsable del «50-60% del ascenso del nivel medio del océano». Y esto impacta de forma directa en los modos de distribución de los animales y en la llegada de nuevas especies, como el alga tóxica Ostreopsis, la cual puede llegar a producir náuseas, fatiga, irritaciones de la piel o problemas estomacales. «Se ha de tener en cuenta que el océano no es solo su superficie o los primeros metros. Aunque es un buen indicador, es muy importante contar con datos de temperatura y salinidad en zonas más profundas». Y esto únicamente es posible gracias a las boyas de aguas profundas.

Pero no solo eso. Anna Rubio, experta de Azti, detalla la importancia de estas herramientas para «responder de forma eficaz cuando se producen accidentes de buques o derrames de vertidos». También asegura que el «aumento de la población humana y de sus actividades en la zona costera son por sí solos un factor que justifica el esfuerzo que supone mantener estas redes». Los equipos de vigilancia mediante cámaras permiten estudiar «los procesos de erosión y analizar el impacto del ascenso del nivel medio del mar» en el litoral. Los expertos aseguran que desde 1980 la temperatura en el agua ha subido entre 0,19º y 0,26º por década. Y advierten que uno de los efectos más preocupantes de ese incremento es que el nivel del mar crezca. De hecho creen que para 2050 podría incrementarse unos 30 centímetros, algo que podría incluso hacer desaparecer ciertas playas o pueblos costeros.

La coordinadora del área de Oceanografía Operacional de Azti detalla al mismo tiempo la importancia que tienen las rutas marítimas para el comercio mundial. «Todo apunta a que esta tendencia se mantendrá, por lo que la información oceanográfica para la navegación es muy importante», recalca la especialista.

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