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«Un porrón de llamadas y correos electrónicos». De esta manera tan elocuente resume una empresa vasca de prevención de riesgos laborales la «gran incertidumbre» con la que sus clientes han vivido el decaimiento de la obligatoriedad de la mascarilla en la mayor parte de ... espacios cerrados. En ese «porrón» caben «cuatro o cinco veces más de consultas que un día normal», según las consultorías.
La mayoría de estas solicitudes de asesoramiento «eran sobre qué hacer. Si iban a poder permitir quitar las mascarillas o no en los centros de trabajo». Y como ha sucedido con muchas de las normativas dictadas durante la pandemia, «la respuesta no está clara» ni es única. El cubrebocas ya no es preceptivo como norma general en interiores, pero puede o no resultar recomendable en los centros de trabajo según el riesgo de propagación del coronavirus.
Esta realidad abre una enorme casuística, que mantiene al rojo vivo los teléfonos de las empresas preventivas. «Si normalmente podemos recibir unas diez consultas diarias, estos días hemos tenido más de cincuenta». En otra compañía, sus más de treinta técnicos han pasado de dos o tres consultas al día por empleado, a ocho o doce.
Con este horizonte, los servicios de prevención ruegan «paciencia» a las empresas antes de que puedan adoptar una decisión en función del riesgo de contraer el coronavirus en sus instalaciones, algo que depende de factores como si se puede guardar o no el metro y medio de seguridad, si hay buena ventilación un todas y cada una de las zonas de trabajo, o si hay personal vulnerable.
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