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laura gonzález | sara lópez de pariza
Domingo, 13 de enero 2019
Incertidumbre, nervios, inquietud... y demasiados desvelos. El conflicto laboral de los colegios concertados de Euskadi está poniendo a prueba a numerosas familias, que ven cómo el enrocamiento de las partes volverá a afectar de lleno a sus hijos, estudiantes que sufrirán una nueva ... huelga a partir del miércoles que se extenderá durante ocho jornadas, con la posibilidad de tornarse en indefinida. A las dudas de dónde y con quién dejar a los niños, qué harán si acuden a las aulas esos días, cómo se recuperarán las materias y si realmente se está haciendo algo para llegar a una solución, se suma otra incógnita de mayores dimensiones para los aitas y amas de los chavales que actualmente cursan segundo de Bachillerato, a las puertas de la Selectividad. ¿Repercutirá esta situación en su futuro? El sentir general es que sí, por lo que muchos incluso se están planteando movilizarse, para defender los derechos de la parte que consideran más afectada y débil en este complicado asunto: sus hijos.
Antón Azkarate, Amaia Zenarruzabeitia, Belén Bengoetxea, Amaia Domínguez, Óscar Arrieta y Mikel Bizkarra son algunos de los padres del centro Jesuitas de Durango que están en pie de guerra. Sus hijos están inmersos en el último curso de Bachillerato, por lo que viven el conflicto en sus casas con una «gran preocupación». «A los alumnos esto les afecta mucho, son los que más lo están padeciendo. Ya se han perdido bastantes horas y se juegan mucho este curso. Son el eslabón más frágil, están en un año vital, notando ya la presión de la Selectividad».
Por ello, consideran que estos nuevos paros tendrían «consecuencias irreparables» para el futuro, y más pensando en que finalmente la huelga llegue a tal escenario que se convierta en indefinida, como ya se ha planteado. «Siempre piensas que con la primera se va a acabar, pero están utilizando a nuestros hijos como moneda de cambio». Para alcanzar una solución, instan al Gobierno vasco a que tome cartas en el asunto. «Tiene que involucrarse ya. Si desde 2009 no hay firma de convenio, ¿qué han estado haciendo todos hasta ahora? Nosotros también pagamos impuestos como los de la pública, y si se atiende a los costes, un alumno de un centro concertado es más económico», aseguran, mientras no descartan llevar a cabo sus propias movilizaciones. «Al final tendremos que salir a la calle para que vean que nosotros también pintamos algo en esta película». Su centro, después de varias reuniones, ha decidido solo secundar tres días de huelga, que serán alternos.
Carla Taravella afronta con preocupación la inminente huelga que comienza el miércoles. Con hastío recuerda que no es la primera vez que sufren este inconveniente sus dos hijos, Leire, de 10 años, y Xabier, de 8, alumnos del colegio San Viator de Vitoria. «En octubre tuvimos dos días de huelga y en noviembre, otros cuatro. Ahora se suma más de una semana, con lo que prácticamente no tienen continuidad en las clases», lamenta esta madre, que enumera las interrupciones del periodo escolar: el puente del Pilar, Todos los Santos, Navidad, Semana Santa, San Prudencio…
Durante los días de paro los niños irán al centro, que permanecerá abierto, pero no recibirán clases en el aula. «¿Qué hicisteis los días anteriores que los 'profes' tuvieron huelga?», pregunta Carla a Leire, estudiante de quinto curso de Primaria. «Juegos de mesa, ver películas y nos alargaban la media hora de patio a una hora entera», cuenta la niña. «Si yo pudiera estar con ellos en casa avanzaría materia, pero tengo que trabajar y a ellos les tengo que mandar al 'cole' aunque no vayan a hacer nada», lamenta la madre. Insiste en que los sindicatos de la enseñanza concertada están en todo su derecho de realizar sus reclamaciones, pero que deberían «ceder en algo» para terminar con esta situación.
«Al final los que terminan más perjudicados son los niños, este es un conflicto que afecta a cerca de 17.000 familias en Álava y que influye negativamente en toda la comunidad educativa. Los chavales no van a clase, no aprenden y eso les lleva a perder motivación, creo que es muy triste que no alcancen un acuerdo por el bien de todos», denuncia Carla. «En muchas empresas ha habido conflictos similares y se han solucionado, en este caso no entiendo que no se llegue a un acuerdo cuando es el futuro lo que está en juego», zanja.
Oihana e Izaro van juntas cada día a su colegio en Barakaldo, el San Paulino de Nola, más conocido como Salesianos, donde cursan tercero y primero de Primaria. Un recorrido que estas dos hermanas también harán del 16 al 25 de enero. En su colegio está previsto que la huelga no tenga una gran incidencia, como ya ocurriera en anteriores convocatorias. «Los tutores nos avisan justo antes de esos días. Nos mandan un e-mail a los padres a la plataforma y nos dicen si la secundan o no. Otras veces han ido y han dado clase casi normal», explica Vanesa Santamaría, la amatxu de las dos pequeñas baracaldesas. «Si van a estar sus profesores, yo las voy a llevar; pero si faltan y las niñas van a estar tiradas en el suelo pintando, aunque haya gente controlándolas, pues como que no. Para eso que se queden en casa».
Para ella, al igual que para su marido, el derecho a huelga «es fundamental» y apoya a cualquier colectivo que opte por esta vía para tratar de mejorar sus condiciones laborales. «Me parece fenomenal que la hagan y que cada uno pelee por lo suyo. Por lo que sé, llevan ya muchos años con el convenio vencido. Si sus paros conllevan que nos tengamos que fastidiar nosotros o nuestras hijas, pues nos fastidiaremos».
En su caso, cuentan con ayuda, ya que podrían dejar a las pequeñas a cargo de sus abuelos maternos, que residen en el mismo edificio. «Si coincide que estuvieran en el pueblo, nos tendremos que buscar la vida, y si al final no hay acuerdo y se hace indefinida la huelga, pues también. Ya veremos», declara, asegurando que hay varios padres en el centro que ya han decidido no llevar a sus hijos esos días a clase. «Lo que tendríamos que hacer los aitas es huelga de deberes, pero eso es otra historia».
La incertidumbre sobre los paros es palpable en la familia Caballé. Tres de sus hijos son alumnos del colegio CEU Virgen Niña de Vitoria, perteneciente a la Asociación Independiente de Centros Educativos AICE, mientras que el pequeño Lucas todavía no está en edad escolar. Aunque todavía no tienen la certeza de si sus hijos de 10, 8 y 5 años perderán jornadas lectivas, este matrimonio coincide en que la situación de conflicto constante es perjudicial para su rendimiento académico. «No es justo que los niños puedan verse afectados diez días, es una auténtica barbaridad», denuncia Oriol mientras ayuda a los pequeños con la tarea escolar. «Además de que las horas lectivas están ya muy justas y que para final de curso no suelen acabar el temario previsto añadirle todos estos paros sería muy negativo», agrega Pilar.
Ambos lamentan, además, que la huelga se convoque justo después de Navidad, lo que afecta a la rutina de los alumnos en las aulas. «Los colegios dicen que no es su culpa y que las exigencias de los profesores no dependen de ellos, con la administración no se ponen de acuerdo... Pero a los padres tampoco se nos ha explicado muy bien qué es lo que solicitan», señalan. Mantienen la esperanza de que la próxima semana sus tres hijos no se vean afectados por esta inactividad, pero si así fuera la situación sería complicada para ellos. «Tendríamos que pedirnos horas en el trabajo y contratar más tiempo a la chica que los cuida. Al final salimos perjudicadas las familias».
Profesora en paro, María Oleaga ha pasado a lo largo de los últimos años por 14 centros distintos, y confiesa que «nunca se había vivido una situación como la actual». Un panorama que tiene a los padres «negros». Ella es delegada de los aitas y amas de la clase de su hijo mayor, Guillermo, en segundo de Bachillerato del colegio Maristas de Bilbao. «Necesita sacar una nota media de 9 y algo, va por biosanitario, y se está intentando preparar por su cuenta, pero tampoco sabe muy bien cómo», lamenta. «En esta edad tienen la cabeza ya de por sí un poco desordenada, y esto les afecta el triple. Ahora es cuando deberían estar más centrados, se están jugando su futuro. Y además con todo lo que ya se lleva parado, al final ya van a tener perdido un 10% del curso».
María confiesa que muchos de los padres del centro se han planteado pagar a algún profesor externo para que «ayude a nuestros hijos a prepararse». También están valorando si dejar de pagar la cuota con la que se sufragan los gastos de mantenimiento del colegio. «Nosotros estamos desinformados. Los profesores avisan el día antes si hacen huelga o no, y el centro te dice que no te garantiza que sean bien atendidos. Es un desmadre». Una situación que está enrareciendo el clima de muchos colegios. «Hay mucha descoordinación. Cada uno se arregla con sus trabajadores, y hay enfrentamientos», asegura, afirmando que en los próximos días se reunirán varios padres para emprender movilizaciones en busca de una solución.
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