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Cuando en 1989 se creó Hispasat, con el objetivo de dar cobertura televisiva a la Expo y a las Juegos Olímpicos, pocos podían imaginar que esta plataforma se iba a convertir en una de las vías para llevar la conectividad a los lugares más remotos ... de la península. La empresa, que forma parte del Grupo Red Eléctrica y está participada por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), acaba de poner en marcha un proyecto piloto encaminado a demostrar que su tecnología llega allá dónde otras no llegan. Y ha elegido Euskadi para desarrollar dos ensayos en los que participan pastores de la sierra de Aralar junto con una mancomunidad del entorno de Abaltzisketa (Gipuzkoa) y un barco pesquero con base en Hondarribia.
La posibilidad de acceder a internet a través de satélite elimina de la ecuación las costosas instalaciones por cable. Es decir, permitiría que la señal llegase a puntos en los que la geografía, la escasa rentabilidad u otras trabas parecen ahora mismo obstáculos insalvables. Es lo que se conoce como brecha digital y supone una enorme diferencia entre los servicios a los que pueden acceder los habitantes de las zonas urbanas y los de las rurales. De acuerdo con las estimaciones de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, a finales de 2021 más de un millón de hogares españoles no disponían de un acceso a internet de 100 megas. La mayoría se sitúa en eso que se ha llamado la 'España vaciada' y el resto en puntos de complicada orografía.
La belleza de la cordillera de Aralar atrae a miles de senderistas a lo largo de todo el año, aunque no está exenta de peligros. Este pasado domingo falleció en un accidente un montañero de 39 años en el monte Balerdi. Mejorar la seguridad y evitar que los accesos se colapsen es uno de los objetivos de los responsables de la mancomunidad de Enirio-Aralar, que no dudaron en apuntarse el proyecto piloto de Hispasat. En Abaltzisketa está, por así llamarlo, el centro neurálgico de este experimento. Allí se «han instalado sensores de control de acceso a la zona del parking que permiten avisar, gracias a la cobertura vía satélite, de cuándo está completo, de manera que informe al resto de conductores para que den la vuelta y no se colapsen las carreteras de la zona», detalla el alcalde, Jon Zubizarreta. En las entradas a las rutas y mediante la lectura de códigos QR, «los senderistas pueden saber las condiciones meteorológicas en la cumbre, además de a las previsiones para que no sufran sorpresas». También han colocado células que cuentan las personas que acceden al parque, unos datos que, según el regidor, «son muy útiles por ejemplo a la hora de pedir ayudas al turismo».
La misma tecnología sirve para controlar el estado de los contenedores de basura repartidos por las más de 3.000 hectáreas de la mancomunidad. «Se les han puesto sensores que avisan de cuándo están llenos, agilizando y haciendo más eficiente el servicio de recogida», detallan desde Hispasat.
El alcalde de la localidad guipuzcoana no puede estar más satisfecho. «Podemos monitorizar hasta el tipo de vehículos que llegan al pueblo, el tiempo que están...Tenemos también sensores de CO2 en los colegios y en varios edificios públicos alertan de incendios», cuenta Zubizarreta.
Si hay una actividad que se relaciona con Aralar es la del pastoreo. Con la mayor parte de su territorio a más de 1.000 metros de altura, en la zona pastan 18.000 ovejas, 900 yeguas y 900 vacas pertenecientes a los ganaderos de los 15 pueblos que conforman la mancomunidad. Los pastores pasan largas temporadas en algunas de las 40 cabañas de alta montaña habilitadas para ellos, aislados y sin poder casi ni llamar por teléfono. El uso de las conexiones a internet vía satélite podría acabar con esa situación. Para probarlo, «se van a instalar dos puntos wifi en dos de estas cabañas, así como dispositivos de SOS, 'cencerros' digitales para el ganado y sensores de acceso al interior de las cabañas y de riesgo de incendios». ¿Ventajas? Aparte de las más prosaicas, como poder ver Netflix en las solitarias noches de la sierra, otras mucho más útiles para los pastores. Por ejemplo, los 'cencerros digitales' envían al móvil del dueño la ubicación del animal y sus constantes vitales. Si el animal se ha desorientado, está de parto o enfermo, el dueño lo sabrá inmediatamente.
Kontxi Katxiñe y su familia serán los encargados de poner nombre y cara a este proyecto. En su caso, bien ella, su marido o ambos pasan seis meses al año en la montaña cuidando de 600 ovejas y 100 yeguas. Subirán en mayo y entonces ya estára todo listo para poder conectarse con el mundo. «Arriba, dentro de la 'txabola' no hay cobertura de teléfono y solo se encuentra en algún lugar concreto y a veces. Si pasa algo, vamos a poder pedir ayuda o que los del pueblo nos avisen de lo que hay abajo. Da tranquilidad porque allí estamos solos», explica. Sus animales llevarán al cuello «un pequeño aparato» que medirá sus constantes y les permitirá tenerlos localizados en todo momento. «Nos evitará muchas horas de búsquedas a ciegas, sobre todo con mal tiempo. Es una maravilla y estamos deseando empezar a usarlo», cuenta ilusionada.
El pesquero Tuku-Tuku se ha acondicionado con sensores de dióxido de carbono, de vibración, de ruido y de temperatura en las cámaras frigoríficas. Una antena wifi completa un equipamiento puntero. En este proyecto participan, además de Hispasat, la empresa Elewit (del Grupo Red Eléctrica), la firma vasca Nexmachina, el proveedor de servicios marítimos Satlink y Hazi, empresa pública dedicada al impulso de la competitividad y sostenibilidad del sector primario y del medio rural y litoral vasco.
Norberto Emazabel es el patrón del Tuku-Tuku, un buque dedicado a la captura del bonito con caña en el que navegan 16 personas. «La antena wifi ya la pusimos el año pasado y es un gran avance porque la tripulación puede hablar con los suyos sin problemas. A veces ha habido piques porque con las videoconferencias se ralentizaba la conexión, pero son anécdotas. Poder mandar y recibir whatsapps desde alta mar es un paso de gigante. Antes teníamos la sensación de que al entrar en el barco retrocedíamos siglos en cuanto a modernidad», reconoce. La pasada costera del bonito ya experimentaron «con la detección de CO2 en camarotes y comedor, que fue perfecta», asegura. Los sensores de ruido «aún necesitan ajustes, pero, cuando estén perfeccionados la próxima campaña, serán una gran mejora porque cualquier sonido anómalo en las bombas espanta a los peces y frustra las capturas. Todo lo que sea ganar efectividad es bueno porque la temporada de pesca es muy concreta en el tiempo», apunta el patrón del Tuku-Tuku.
El plan piloto en la sierra de Aralar tiene un pilar más: la vigilancia de los bosques para evitar incendios forestales. «Hemos colocado sensores que miden el dióxido de carbono, el viento, la temperatura y la humedad. Saltan ante cualquier variación que puede ser signo de un incendio, por lo que ganamos tiempo y efectividad a la hora de apagarlo», explica el alcalde de Abaltzisketa. Un avance que tiene un gemelo en el entorno de las hoces del río Cabriel, en Valencia. Allí, Hispasat colabora con la empresa Pyros en la prevención de incendios gracias al uso de esta tecnología, que no necesita cables y cuyo coste al mes para un usuario cualquiera ronda los 31 euros -aparte de la antena y el router, para cuya instalación existen ayudas y se puede hacer en comunidad, por ejemplo-. «Permite no solo actuar antes, ya que esos datos se pasan al puesto de control en tiempo real, sino también prever hacia dónde se mueve el fuego», explican desde la operadora de comunicaciones.
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