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Jabi León
Miércoles, 11 de septiembre 2024, 12:06
Apenas faltaban unos pocos minutos para las diez de la mañana de ayer cuando el elgoibartarra Erroka Castrillejo, que se había desplazado hasta Donostia para una cita médica, decidió echar un vistazo al Facebook de EL DIARIO VASCO. Con lo que no contaba era con ... lo que se iba a encontrar: una noticia que indicaba que el sorteo de La Primitiva del lunes se había saldado con dos acertantes de Categoría Especial (6 aciertos más el reintegro).
Uno de los boletos premiados se había vendido en Rota (Cádiz) y el otro en Elgoibar. Más concretamente, en el estanco Castrillejo que el propio Erroka y su familia regentan desde hace más de 60 años en la calle Errosario del municipio de Debabarrena (la madre de Erroka, Juana Gabilondo, se hizo con las riendas del negocio en 1966 y anteriormente había estado en manos de una tía de esta, Cristina Muguerza).
Tras ver esa información, que iba acompañada de una imagen del propio establecimiento, Erroka llamó a Silvia Hernández, su empleada, para comunicarle que habían vendido el citado boleto, premiado con 363.563 euros.
En ese momento, Silvia se acordó de que ella misma había adquirido el pasado sábado un boleto «aleatorio» para jugar en La Primitiva de este lunes. Lo sacó de su cartera y lo comprobó en la máquina de Loterías y Apuestas del Estado que hay en su puesto de trabajo. No se podía creer el resultado que deparó el aparato.
El boleto con seis aciertos era el suyo. «Llamé a Erroka para decirle que lo tenía yo y en cuanto pude fui al banco, donde me confirmaron que, efectivamente, era la ganadora. Descontados los impuestos me habían ingresado 302.000 euros en la cuenta. Todavía estoy flipando», indicaba visiblemente emocionada a primera hora de la tarde, instantes antes de iniciar su jornada laboral vespertina.
Nacida en Santander hace 38 años pero afincada en Elgoibar desde el 2010, Silvia reconocía que todavía necesitará un tiempo para asimilar el golpe de fortuna que ha recibido en su puesto de trabajo, en el que aún no lleva «ni un año».
El responsable del estanco Castrillejo, Erroka, tampoco oculta su alegría por el hecho de que la suerte le haya tocado a la empleada del negocio familiar: «Siempre es un motivo de alegría cuando damos un premio en el estanco; y más si la persona agraciada es alguien cercano como Silvia», señala.
Preguntada sobre la posibilidad de que a partir de ahora, con la cuenta bancaria llena, le empiecen a salir novias o novios por todos los lados, la cántabra lo tiene muy claro: «¡Tengo un perro majísimo!», sentencia sin poder borrar la sonrisa del rostro.
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