![«En algunas comisarías de la Ertzaintza resulta imposible investigar»](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/07/14/comisarias-ertzaintza-kjAI-U220705175426wzF-1200x840@El%20Correo.jpg)
![«En algunas comisarías de la Ertzaintza resulta imposible investigar»](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/07/14/comisarias-ertzaintza-kjAI-U220705175426wzF-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Uno de los principales frentes que debe encarar el nuevo consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, y su equipo se centra en el área de investigación de la Ertzaintza, sin olvidar la antigüedad del parque móvil, la demandada equiparación salarial de la plantilla con las policías ... locales vascas mejor remuneradas tras doce años de convenio congelado o la falta de vocación de la juventud en las últimas promociones, algo común a otros cuerpos.
Muchos ertzainas coinciden en que una de las especialidades que peor funciona en la actualidad en el cuerpo es precisamente la de investigación en las comisarías. La acusada falta de personal, que en ertzainetxeas como Bilbao supera el 30% de déficit entre los agentes de esta especialidad no uniformados (harían falta otro medio centenar de policías de investigación) bloquea el servicio. Lo hace hasta el punto de que delitos tan comunes como los hurtos de teléfonos móviles o los cargos fraudulentos en la cuenta sin autor conocido se archivan directamente. «En algunas comisarías es imposible investigar, no tenemos capacidad suficiente. La gran mayoría de las denuncias por hurto se archivan porque no hay tiempo físico para atenderlas», advierten.
A veces, el agente instructor puede realizar una única diligencia de preguntar a la compañía telefónica con el número IMEI si se ha introducido una nueva tarjeta o ha realizado alguna conexión, pero la respuesta puede demorarse semanas. Quienes hayan sufrido el robo de sus terminales en los últimos meses probablemente lo hayan comprobado. «El ciudadano te pregunta: ¿lo vais a encontrar? Y yo no les miento. Hay un 99% de posibilidades de que no».
En investigación de las comisarías existen varios brazos. Están los agentes uniformados, presentes las 24 horas por turnos, que recogen denuncias, instruyen atestados, reseñan a los detenidos o atienden a mujeres maltratadas, además de recibir a la vecina que se queja del ruido o al padre cuyo hijo va a viajar al extranjero y necesita una autorización. Y luego se encuentran también los no uniformados, que se encargan de los delitos estratégicos, en concreto, de robos con violencia, robos con fuerza en domicilios y delitos de tráfico de drogas. «No tienes tiempo ni de ir al baño. La gente cree que con un detenido podemos estar hasta 72 horas, pero cada minuto cuenta».
La Ley establece que una persona debe estar privada de libertad lo menos posible y los protocolos marcan los tiempos concretos, que a veces resultan imposibles de cumplir. Hay que pasar al arrestado a disposición judicial cuanto antes. «Es un trabajo con mucha responsabilidad. Hay compañeros que han sido imputados por detención ilegal», advierten.
Fuera de las ertzainetxeas existe otro nivel, el Servicio de Investigación Criminal Territorial y las secciones centrales, que se encargan de los casos más graves, como homicidios, secuestros o aquellos que superan el ámbito municipal.
En la comisaría de Bilbao, que desde 2019 cuenta con un centro de detención que gestiona los arrestos de otros trece municipios, la cifra de atestados y detenidos supera a la suma de todas las demás. Pues bien, alguno de los cinco grupos de trabajo en que se divide el trabajo en la Ertzainetxea ha visto reducir sus efectivos de investigación de 22 a 9. En otros contaban con seis únicos ertzainas para atender denuncias, hacer detenidos... El último curso de seguridad sólo sirvió para paliar ligeramente el problema, ya que quedaron muchas plazas vacantes.
Con cada arresto se deben poner dos ertzainas, uno para completar todas las diligencias, como reseña de huellas o pedir antecedentes a la Policía Nacional, y otro para recoger las comparecencias de los compañeros, que en ocasiones se dilatan porque han tenido que ir a la mutua, por ejemplo. Una denuncia por violencia doméstica supone cuatro horas de trabajo y si la víctima reclama una orden de alejamiento, hay que terminar el atestado para derivarlo al juzgado en ese turno. «La calidad de los atestados que la Ertzaintza remite al juez ha bajado mucho porque no tenemos tiempo material». «Si estás tú solo y tienes dos detenidos, no puedes hacer nada más», se justifican.
La especialidad apenas se valora económicamente. Hasta ahora sólo percibían 60 euros más al mes, pero quienes no hacen turnos terminan cobrando menos. No se incentivaba, lo que ha provocado que los últimos cursos de investigación hayan tenido numerosas vacantes. En la legislatura que acaba de terminar ya se adoptaron algunas medidas para poner solución, como que los agentes de las nuevas promociones se dediquen en exclusiva a Tráfico e Investigación. Por primera vez, los aspirantes a ertzaina saldrán de Arkaute sin haber trabajado antes, salvo excepciones, como interinos o policías locales reciclados, con una especialidad.
Tras las elecciones, en los últimos días del consejero Josu Erkoreka se aprobó un plus de 150 euros para los especialistas de investigación por la «creciente complejidad» de su trabajo, asociada a los, «cada vez, más exigentes requisitos de control y calidad en las investigaciones para detectar y proteger a las víctimas de la violencia machista, perseguir la ciberdelincuencia o adaptarse a las novedades legislativas», argumentan desde el Gobierno vasco.
Tampoco reciben formación suficiente. El reciclaje es escasísimo, y el curso para acceder se ha ido reduciendo de tres meses, en los 90, a uno en la actualidad. «Salí sin haber aprendido nada», dice uno de los alumnos. El nuevo sistema digital para pasar los atestados al juzgado, el Avantius, recientemente instaurado, «lo hemos tenido que aprender sin formación. Llevamos 30 años haciendo lo mismo y en un mes nos lo cambiaron todo», se quejan, aunque reconocen que se trata de un gran y necesario avance.
La capital vizcaína cuenta con una comisaría en Deusto y otras cuatro subcomisarías en Zabalburu, María Díaz de Haro, Txurdinaga y ahora también Abando, donde se recogen denuncias. Salvo en Zabalburu, en las demás existe un horario y cierran por la noche. En algunos momentos, en Zabalburu el tiempo medio de espera para presentar una denuncia supera las dos horas. Se ha llegado a establecer cita previa, como en el médico, algo que también se ha extendido a Álava.
La situación es aún más grave en comisarías más pequeñas, como Bergara o Eibar, donde ha habido turnos en que directamente no había ningún agente de investigación, aunque el último despliegue, el curso de investigación y los 150 euros han aplacado la situación. Para paliar estos vacíos, el departamento creó una bolsa de voluntarios territorial, lo que supone que se pueden derivar a agentes de Durango a Gernika o a Muskiz, por ejemplo. El inconveniente reside en que «no tenemos las claves de acceso y no podemos entrar por ejemplo al libro de detenidos, algo fundamental», advierten. En Bilbao se ha producido un éxodo hacia otras comisarías. Pese a la enorme carga de trabajo de la capital, los agentes no cobran más, sólo el nagusi o altos mandos.
El caos en investigación se produce en un momento en que la ciberdelincuencia se ha disparado un 308%. Según los últimos datos de la Ertzaintza, en 2023 se han cuadruplicado estos delitos, en su mayoría estafas, y representan ya el 20% de la criminalidad. «Los delincuentes son cada vez más violentos. No les importa tirar por las escaleras a una mujer de 90 años para robarle un móvil de tapa antiguo», señala una agente. «Cada fin de semana hay un listado de botellazos, navajazos, robos con violencia, agresiones sexuales... que se repite». «Antes de que acabes el atestado, el detenido ya está saliendo por la puerta». «Si estoy encerrado en una oficina ocho horas y no puedo salir de la unidad, ¿cómo voy a hacer una investigación por teléfono?», protestan los afectados.
La desastrosa situación que arrastra la especialidad de investigación en la Ertzaintza ha empujado a algunos agentes a desistir. «Mi vocación era investigar pero después de doce años me voy a una comisaría a patrullar en la calle porque no hago el trabajo que creo que tendría que hacer», argumenta un agente de la comisaría de Sestao, que lo dejó para volver a ejercer como patrullero. Tampoco se realiza una «labor preventiva» ni se investiga «un segundo nivel», sólo lo que te llega. «Deberíamos averiguar dónde van todos los móviles que se roban para ir al origen del delito, pero eso no se hace», lamenta.
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