Una cocina pensada para quién. La pregunta se repite con todos los interlocutores. Las unidades convivenciales tendrán un espacio central compuesto por salón y cocina, pero nadie acierta a imaginarla. «Estamos hablando de dependientes de grados II avanzado y III. Ni cocinan ni deben tener ... algo así cerca porque la mayoría tiene daño cognitivo».
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Desde Acción Social, algunas fuentes apuntan que se trataría de un elemento más pensado para cocinar un bizcocho o unas galletas con las que amenizar una tarde o una visita. Las comidas principales, con sus menús diferenciados, seguirían preparándose en las cocinas industriales y llegando en bandejas.
Pero eso tampoco arregla la ecuación. «En ese caso estamos hablando de unas cocinas que son algo anecdótico. Y sabiendo que esos espacios, junto con el baño, son el lugar más peligroso, ¿vamos a llenar las residencias de cocinas? ¿No podemos tener un solo espacio al que puedan acceder desde varios módulos y de forma organizada?», señalan.
Muchos centros están a la espera de aclarar estos aspectos antes de hacer obras. ¿Basta un microondas? ¿Debe tener fuego? ¿La cocina puede estar en otro piso? Los inspectores y Acción Social lo irán aclarando.
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