El último cartucho que tenían los detractores de la directiva fue un visto y no visto en la sede del Parlamento Europeo de Estrasburgo. Podría decirse que ni se encendió. Varios eurodiputados independientes pusieron sobre la mesa tres enmiendas que planteaban una votación por separado ... para calibrar el nivel de apoyo a los controvertidos artículos 11 y 13 (reubicados como 15 y 17 en el texto final). La idea era conseguir anularlos, especialmente el segundo de ellos; el que obliga a Google o Facebook a monitorizar contenidos. Pero fue una estrategia de pólvora mojada.
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La Eurocámara no llegó a considerar las peticiones por una exigua diferencia de cinco votos (312 frente a 317 y 24 abstenciones).Así que entró de lleno en el meollo: la redacción completa. Y aquí, las dos familias políticas mayoritarias (Partido Popular Europeo y Alianza de Progresistas y Demócratas), además de los eurodiputados liberales y demócratas de Alde, sustentaron los 348 votos a favor que la sacaron adelante. Pero no hubo unanimidad en ninguno de estos grupos. De hecho, de ellos también brotaron el 40% de los 274 'noes' nominales que se registraron en la votación.
Un ejemplo del desencuentro que ha marcado esta directiva desde su gestación, hace ya más de dos años. En este tiempo ha evolucionado con paso torpe, permeable a los cambios y en un contexto que la ha hecho vulnerable. El de una negociación viciada por la presión de los lobbies.
Ayer, durante la hora y cuarenta minutos de debate, se recordaron los miles de emails recibidos por los eurodiputados, muchos con «amenazas»; las 200.000 personas que protestaron en la calle el último fin de semana en varias capitales europeas o los más de cinco millones de peticiones on-line contra la normativa en plataformas por la libertad de información digital.
Lo que iba a ser un trabajo técnico para poner al día un marco legal sobre los derechos de autor que data de 2001, arcaico en este mundo de lenguaje binario, ha mutado en un debate sobre la defensa de la soberanía de Europa frente a los colosos norteamericanos, o el riesgo a un mayor euroescepticismo a dos meses de las elecciones. «Este Parlamento ha demostrado que no escucha a los jóvenes», advirtió Julia Reda, del Partido Pirata de Alemania. Jonathan Arnott, del grupo Europa de la Libertad y Democracia Directa, censuró «haber actuado deprisa y corriendo para llegar a las elecciones». Coto a la libertad de expresión, manipulación... incluso el 'Brexit' se ha utilizado en el argumentario.
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Frente a esos discursos, los valedores de la directiva hablan de «hito». De la protección a la industria creativa europea, 11,6 millones de empleos y el 6,8% del PIB. «Con esta directiva se pone fin al 'far west' digital», enfatizó el presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani. Se planta cara.
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