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Javier Peñalva
Martes, 3 de julio 2018, 00:25
Villabona ha despedido este lunes por la tarde a José Carlos Carrasco y Nerea Aguirre. Lo ha hecho con dolor y emoción contenida. Centenares de personas han abarratado la parroquia del Sagrado Corazón de la localidad para recordar al matrimonio que la mañana del ... pasado jueves falleció en León después de ser arrollado por un automóvil, cuyo conductor quintuplicaba la tasa de alcohol y al que el juez envió a prisión. Los esposos, junto a su hijo de 12 años, que resultó herido de carácter leve en el mismo siniestro, realizaban el Camino de Santiago en bicicleta. Llevaban una semana en ruta y apenas les quedaba cuatro etapas.
Compañeros de trabajo, amigos conocidos, allegados... Alumnos, padres y profesores de la Ikastola Zubimusu de Villabona, donde estudia el hijo... Miembros del club ciclista Oriako de Tolosa, cargos municipales... Nadie ha querido faltar en el último adiós a las víctimas. Sus cuerpos habían sido incinerados el domingo, pero el recuerdo de José y Nerea seguía estando presente tanto dentro como en el exterior de la parroquia de Villabona. Los familiares han recibido numerosas muestras de cariño de quienes se cercaron al funeral. Los abrazos y besos se sucedieron en medio de la emoción.
El oficio religioso ha sido presidido por el párroco de la localidad, Pedro Uranga, a quien acompañó en el altar el anterior cura, Bittor Gorri. Los primeros bancos del templo han sido ocupados por los familiares de los fallecidos, entre los que no se encontraba el hijo del matrimonio.
El oficiante ha destacado en su homilía el «sobrecogimiento y la íntima solidaridad» que habían sumido a Villabona en el luto. «Las lágrimas nos hacen, aun en medio del desgarro más íntimo, capaces del agradecimiento a Nerea y José, a los que han ofrecido su ayuda responsable en estos días, a los que hemos rezado con vosotros e incluso a Dios, cuya vida no está cerrada bajo ninguna losa y a quien nuestras lágrimas alcanzan sus entrañas de misericordia», ha señalado el oficiante.
Pedro Uranga se ha dirigido a «quienes sostenéis la pesada losa para que la muerte no asfixie a Orats, por quien se han desvivido José y Nerea hasta la última pedalada. Encontrareis en ellos, en la memoria del mutuo amor de Nerea y José un estímulo para continuar unidos en su nombre», indicó.
Al término del oficio religioso, una amplia representación de moteros ha ofrecido su particular homenaje a las víctimas del siniestro. El acto había sido organizado por Iñigo Irazabal, amigo de José y Nerea, quien convocó a los motoristas a través de la redes sociales. «Yo tenía una gran relación con Nerea. Nos conocíamos desde que éramos niños. Tenía que hacer algo en su recuerdo», explica.
El convocante ha destacado la gran afición que los esposos fallecidos tenían por las motos. «Solían participar en salidas y además con cierta frecuencia solíamos ir allí donde se celebraban los grandes premios, ya fuera a Montmeló, Alcañiz o a cualquier otro sitio», recordó un emocionado Iñigo Irazabal. «Al principio solían viajar los dos en una moto, una Suzuki GS-XR de 750. Pero desde que tuvieron al hijo solían ir en coche», recuerda.
Los participantes se han concentrado delante de la iglesia parroquial, la término ya de la misa, donde se mantuvieron varios minutos con sus motos arrancadas, a las que además «dieron gas».
«Queríamos hacer un poco de ruido. Es una manera de recordar a dos buenas personas que han encontrado la muerte de manera trágica», ha destacado Irazabal.
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