«Utilizo a veces Chat GPT y de momento no me ha impresionado nada»

Claire Voisin (Saint-Leu-la-Forêt, Francia, 1962) contempla absorta la arquitectura de la sede del BBVA en San Nicolás mientras espera que comience la entrevista. Quizás por influencia de su madre, aficionada al arte, confiesa su gusto por la pintura, pero también por la «arquitectura antigua, estos plafones, estas cornisas... Admiro mucho el trabajo de quienes construyeron en el pasado las catedrales o este tipo de edificios». Pero decidió dedicar su vida a las matemáticas impulsada por su padre, ingeniero, y su hermano, que le dio un libro de álgebra cuando era niña.

«Es agradable y alentador recibir premios, pero también es un poco estresante. Vivo más encerrada en mí misma y ahora tengo que ser más extrovertida», reconoce. Voisin recibió la semana pasada el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ciencias Básicas -junto a Yakov Eliashberg- por «impulsar el avance del pensamiento matemático al tender puentes entre dos áreas clave de la geometría». Sabe que su trabajo es muy difícil de explicar, pero defiende el papel de los matemáticos como los guardianes del «pensamiento más riguroso». Lo compara con los alpinistas, que tienen que estar concentrados hasta el final para hacer cumbre.

- ¿Usa Chat GPT? No deja de ser un conjunto de herramientas estadísticas que adivinan la siguiente palabra de un texto o un audio.

- Lo hago a veces. De momento no me ha impresionado nada, al menos a nivel matemático. Hace un año le hice una pregunta de lógica elemental. Todos los niños de la clase de mi hija llevan una boina verde. Si encuentro a un niño que lleva un sombrero verde, ¿cuál es la conclusión?

- ¿Cuál es?

- Que no se puede sacar ninguna conclusión. Pero ChatGPT dijo que probablemente este chaval está en la clase de tu hija, lo cual es un error. Había puesto probablemente, pero aún así esa no es la respuesta buena. Eso sí, le hice la misma pregunta hace poco y la respuesta fue mejor, había evolucionado mucho. Veo que está progresando y si se entrena, quizás tengamos algo serio entre manos, pero creo que pasará mucho tiempo. Todavía no hemos llegado a donde creen que hemos llegado.

- La pregunta que se hace a todos los matemáticos. Los números están detrás de todo o de casi todo: medicina, informática, tecnología espacial… ¿Por qué nos cuestan tanto? ¿Qué estamos haciendo mal?

- Hay límites de tipo pedagógico. Es casi imposible seguir de cerca la evolución actual de las matemáticas y 'meterlas' en la educación. No sé si esto ocurrió también en España pero cuando yo estaba en el colegio, con 12 o 13 años, estaban lo que llamaban las 'matemáticas modernas'. Al enseñar matemáticas a los niños, se intentaba transmitir teoremas e ideas bastante abstractas. A mí me encantó, pero creo que fue un desastre pedagógico, peor que ahora. Lo intenté con mis hijos -tiene cinco y su marido también es matemático- y no funcionó cuando eran menores de 10 años. Los cerebros de los niños no se orientan tanto a la abstracción, están más cómodos con cosas más concretas.

- Un colega suyo dijo que los matemáticos son máquinas que transforman café en teoremas. ¿Es su caso?

-Yo soy tan nerviosa que no tomo ni café (risas). No lo necesito. (En plena entrevista le ofrecen café o agua y, efectivamente, elige el agua). Con una gota de café me altero muchísimo. Mi carburante es más bien una tisana, pero entiendo lo que quería decir.

- Un compatriota suyo, Michel Talagrand, ganador este año del Premio Abel -el equivalente al Nobel de Matemáticas-, ha reconocido que nadie entiende lo que hace. ¿Se siente identificada?

- Para mí no es un problema. Los matemáticos puros estamos desconectados de la actualidad y es prácticamente imposible explicar directamente lo que hacemos a gente que no es de nuestro ámbito. Muchos matemáticos jóvenes lo dejan por esa desconexión con la realidad y se dedican a trabajar en una ONG o contra el cambio climático. Pero el pensamiento matemático es el más riguroso porque es el único que defiende la idea de que un enunciado solo es cierto cuando está completamente demostrado.

- Pensar tanto en números debe de ser agotador

- Cuando una está muy concentrada, un día de investigación es muy exigente. Luchas constantemente contra las distracciones. Hay que saber también coger las ideas cuando te llegan, estar 'disponible'. Y una vez que te llegan, explotarlas hasta el final. Las matemáticas, desgraciadamente, no perdonan. Es como si eres alpinista y no haces cumbre. Es una exigencia hasta el final.

- Incluso a usted le cuesta seguir las explicaciones de otros matemáticos.

- Tenemos un gran problema de comunicación entre nosotros. Yo puedo hablar con otros investigadores y compartir teoremas, pero si se va más allá, seguir una presentación es difícil. Un matemático de principios del siglo XX no entendería nada de lo que estamos haciendo ahora. Es paradójico, porque para mí las matemáticas son un modelo de exigencia en la comunicación.

-¿Y cómo pueden entenderse?

- Se ha empezado a utilizar lo que se llama el 'computer checking', programar ordenadores para verificar las demostraciones. Se ha vuelto tan difícil que parece que estamos más tranquilos si un ordenador te guía.

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